Desde aquel lejano 1940 que le vio nacer, 75 años ya, señor Hancock, se dice pronto, cómo pasa el tiempo, galopa el tiempo y caen inmisericordes las hojas del calendario. Pero aquí está, aquí sigue todavía, vivito y coleando, tocando, componiendo, siempre con su música, dando guerra como es de ley. 75 años ya y parece que fue ayer cuando, siendo aún un chaval de 22 primaveras, sacó su primer disco, Takin´ Off, allá por 1962 si no ando equivocado y llevo bien las cuentas. Disco soberbio en el que aparecía soplando su saxo tenor Dexter Gordon, Desiderio el Largo. 

Y después, música y más música, música a todo trapo, jazz a mansalva. Primero con Miles Davis, en cuyo grupo estuvo una buena temporada, gran parte de la década de los 60. Y luego a volar solo de nuevo, libre y sin ataduras.

Libremente, sí señor, nunca mejor dicho, señor Hancock. Ataduras no las conoce, no sabe lo que es eso. Siempre delante, en primera línea, en la vanguardia, experimentando, innovando, probando, adentrándose por nuevos caminos, descubriendo territorios ignotos. Con mayor o menor acierto, con mejor o peor fortuna, pero siempre audaz, siempre valiente.

Usted toca el piano, señor Hancock. Y lo toca maravillosamente, con una técnica prodigiosa, con un ritmo envidiable, con una gran inventiva, con una capacidad de improvisación que quita el aliento. Pero no sólo el piano. No, ni por asomo. Se ve que un único instrumento se le quedaba algo estrecho. Así que se dio también al piano eléctrico y a otro artilugio asimismo eléctrico y semejante al clavicémbalo, cuyo nombre soy incapaz de recordar. Y a los sintetizadores, claro.

Todos los palos ha tocado, señor Hancock. Todos los palos habidos y por haber, todos los palos imaginables y alguno que ni siquiera pudiera haberse soñado. El hard bop, el funky, el jazz rock, la música electrónica, qué se yo, todo, cualquier cosa, lo que sea mientras sea música, mientras sea jazz.

Así no hay manera de clasificarle, señor Hancock. Así es imposible etiquetarle, señor Hancock. Dejémoslo, pues, en que es simplemente un músico de jazz, un músico libre e independiente que hace de su capa un sayo, que cumple siempre su santa voluntad quiero decir. Que hace lo que le da la gana. Como publicar un disco con Tina Turner y ganar el Grammy, ahí es nada.

Películas también. Sí, le ha puesto música a un buen puñado de películas. Sin ir más lejos, se dio el gusto de ganar un Óscar por la composición de la banda sonora de Round Midnight, película de Bertrand Tavernier basada en la vida de Bud Powell en la que además participó como actor y Dexter Gordon, Desiderio el Largo, hacía de Dexter Gordon y nos deleitaba con su saxo.

Voy a hablar sin tapujos, pues quiero ser sincero. Yo, señor Hancock, de todo lo que ha hecho todos estos años me quedo con su primer disco, el susodicho Takin´ Off. Cosas mías, señor Hancock, no me haga mucho caso y siga poniéndose el mundo por montera y haciendo lo que le venga en gana, que es algo muy sano y provechoso.

Feliz cumpleaños, señor Hancock. Que cumpla usted 100 años más. Y que todos nosotros lo veamos.

Un saludo.