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Atenas en verano es un horno del que hay que huir en dirección a cualquiera de las trescientas islas griegas. Estos días las reacciones al referéndum se producen bajo la insoportable canícula ateniense. Para sobrellevarlo, los griegos beben frappé a todas horas. Medio país no sabe si los nervios y el insomnio que sufre se deben a la ingesta continua de café o a las noticias que llegan de Bruselas. Mientras en Atenas se sobrevive al sol abrasador, en la capital comunitaria hay negras tormentas que agitan los aires y nubes oscuras que nos impiden ver.
El plebiscito ha transformado los equilibrios entre las partes. La triada que otrora formaba la Troika --Banco Central Europeo, Fondo Monetario Internacional y Comisión Europea-- ya no esconde sus desavenencias internas. Mientras algunos gobiernos europeos apuestan ya sin ambages por la expulsión de Grecia del euro, el FMI se opone y se muestra dispuesto a hacer concesiones a Grecia.
La canciller alemana, Angela Merkel, declaró el 7 de julio que su intención es hacer pagar a Tsipras la osadía de haber convocado la consulta. "Vamos a obligar a Grecia a aceptar un acuerdo más duro que el que motivó el referéndum", dijo tras la reunión sin acuerdo del Eurogrupo, para asegurar a renglón seguido que la reestructuración de la deuda no será aceptada porque "no se contempla en ningún tratado". La expulsión de un país de la Eurozona tampoco tiene encaje jurídico en ningún tratado de la UE, pero eso no impide a Alemania empujar en esa dirección.
El FMI, en cambio, trata de velar por el mercado global junto a Obama. Teme que la estrategia de Merkel, aún más dura después del referéndum, provoque una crisis del euro con consecuencias imprevisibles. Varios economistas han alertado del peligro de que el Grexit provoque una deflación global de los activos en euros. Thomas Piketty va aún más lejos. "El Grexit sería el inicio del fin del euro", declaró el 7 de julio el economista de moda en una entrevista en la televisión CNBC. "Si sus socios no hacen concesiones que permitan a Atenas invertir en infraestructuras para tener crecimiento económico, Grecia podría salir de la Eurozona, lo que sería el principio del fin de la moneda común".
El economista francés no escatimó críticas a la canciller alemana. "Angela Merkel tiene una postura hipócrita, ya que la economía alemana se benefició de mayor flexibilidad tras la Segunda Guerra Mundial y obtuvo una importante quita de la deuda". Piketty insistió en la necesidad de "evitar un enfoque tan ideológico" para poder llegar a un acuerdo.
El economista Isidro López, diputado de Podemos en la Comunidad de Madrid, comparte esta perspectiva. Para él, "después del referéndum queda claro que la reestructuración será un impago democrático, en vez de una quita dirigida por las finanzas". La postura inflexible de Merkel, por lo tanto, trataría de evitar una victoria política de Syriza por las consecuencias electorales que podría tener en España e Irlanda. Los gobiernos neoliberales son conscientes de que la estrategia de Tsipras consiste en formar un frente contra la austeridad junto a Podemos y el Sinn Fein, si estos ganan sus respectivas elecciones.
"En Europa [una alianza Syriza-Podemos-Sinn Feinn] es una píldora difícil de tragar, pero a EE.UU, y el FMI eso les importa poco. Al contrario, le viene bien el debilitamiento político de Alemania", dice el economista Isidro López.
"En Europa eso es una píldora difícil de tragar", dice López, "pero a Estados Unidos y el FMI eso les importa poco. Al contrario, le viene bien el debilitamiento político de Alemania". López opina que lo que preocupa verdaderamente al bando norteamericano es "que una crisis del euro no se acople con el movidón que se está formando en China".
En el ejecutivo heleno, las sensaciones son agridulces. Las fuentes consultadas por CTXT no manifiestan un mismo diagnóstico. Una parte del ejecutivo confía en que la clara victoria en el referéndum tenga un reflejo en el acuerdo. "La propuesta que les hemos enviado es muy parecida a la que rechazaron. Seguimos creyendo que hay que sustituir los recortes por una reforma fiscal para que la reducción del déficit se logre a través de una mayor recaudación proveniente de las rentas más altas". Esta misma fuente se muestra convencida de que, habiendo demostrado un apoyo social tan contundente, el acuerdo será posible en la cumbre europea del domingo, y el lunes los bancos griegos volverán a abrir. No excluye la posibilidad de que, aunque abran las oficinas, se mantenga alguna medida de control a los capitales para evitar la fuga al extranjero.
Por el contrario, otra fuente del ejecutivo expresa el temor a que las amenazas de Merkel sean ciertas. "Nos vamos a ver obligados a aceptar un memorándum con medidas de austeridad. Será elegir entre eso y la salida del euro, que tendría consecuencias mucho peores". Para esta fuente, la relación de fuerzas desfavorable con la que cuenta Grecia en las negociaciones, más aún tras el enfado de sus socios por haber consultado a la ciudadanía, va a pasarles factura. "No nos quieren en el Gobierno, se trata de eso".
En lo que ambas fuentes coinciden es en que, por el momento, el ejecutivo heleno no trabaja sobre el escenario del Grexit. Consideran que cuando Juncker dijo, tras la reunión del Eurogrupo, que existía un plan detallado para expulsar a Grecia del euro, estaba jugando de farol para presionar a Tsipras. "Por el momento, es sólo un chantaje" dicen. Pero la impresión es que es una amenaza que empiezan a tomar en serio.
La vía para forzar a Grecia a adoptar una nueva moneda, o una moneda paralela, sería que el Banco Central Europeo, contraviniendo el sentido de su propia existencia, dejara de garantizar la liquidez de los bancos griegos. El peor de los escenarios para Tsipras consistiría en que Fráncfort corte el grifo del ELA, forzarle a emitir otra divisa y que esto provocara inflación con el consiguiente malestar social para precipitar un cambio de gobierno. El ejecutivo está convencido de que si los acreedores consiguieran derrocar a Tsipras, serían mucho más flexibles con otro gobierno. "Es política, no se trata de economía".
Al margen de las tormentas en los mercados bursálites y los despachos de Bruselas, los griegos han recobrado la esperanza bajo el sol. Al contrario que la semana pasada, la sensación es que se ha dado un paso de gigante. Mientras apuran sus cafés helados, se felicitan mutuamente por haber sido capaces de vencer al miedo. La revolución democrática contra la austeridad en el sur de Europa parece posible si otros países siguen el ejemplo de Grecia. Solidarité, egalité, frappernité.
Atenas en verano es un horno del que hay que huir en dirección a cualquiera de las trescientas islas griegas. Estos días las reacciones al referéndum se producen bajo la insoportable canícula ateniense. Para sobrellevarlo, los griegos beben frappé a todas horas. Medio país no sabe si los nervios y el...
Autor >
Hibai Arbide Aza
Hibai Arbide Aza era abogado en Barcelona hasta que se fue a vivir a Grecia. Reside en Atenas, donde trabaja como periodista freelance para diversos medios, trata de acabar la escritura de un libro que se resiste, pincha tropical bass y monta en bici.
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