Análisis
El Cuadro Macro del Gobierno: ni prudente ni realista
El de Rajoy ha pasado a ser el Gobierno más optimista del mundo. Su panel de previsiones contempla un crecimiento que posiblemente no llegará a ser real. El desequilibrio de las cuentas públicas y el mercado laboral desconcierta a los analistas
Javier Santacruz Cano 15/07/2015
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La semana pasada, el equipo de economistas del FMI liderado por el Nobel Olivier Blanchard revisó las perspectivas de crecimiento económico tanto a nivel mundial como en el detalle por países. En el caso de España, el FMI prevé que la economía española crezca (en términos reales) un 3,1% en 2015, mejorando su perspectiva a medio plazo y subrayando que riesgos como el de Grecia no van a tener excesivo impacto sobre el crecimiento español.
Con este caldo de cultivo, el Gobierno del presidente Rajoy ha publicado sus propias perspectivas de crecimiento en pleno proceso de forzar los plazos para aprobar los Presupuestos Generales del Estado antes de que acabe el verano. En este sentido, el panel de previsiones del Gobierno --lo que conocemos como el Cuadro Macro-- contempla un crecimiento de la economía española del 3,3% en 2015, situándose de golpe y porrazo en la banda alta del consenso de analistas.
La prudencia "perdida" del Gobierno
A pesar de que el ministro Guindos siempre ha presumido de "prudencia" y de estar anclado persistentemente a la banda baja del consenso, de un plumazo ha pasado a ser el Gobierno más optimista del mundo. Esto, en sí mismo, mueve a la preocupación en tanto en cuanto descoloca a los agentes económicos y les hace creer un escenario en el corto y medio plazo que cuenta con una alta probabilidad de no hacerse realidad.
El Cuadro Macro es uno de los ejes vertebradores de la política económica de todo gobierno que se precie, ya que según las previsiones que se realizan en él, el Gobierno realiza una estimación de cuánto va a ingresar por impuestos y, por tanto, cuánto puede gastar. Además, estas cifras comprometen la credibilidad de España ante Bruselas ya que España continúa expedientada por déficit excesivo y, por tanto, está obligada a presentar de forma periódica un Informe de Estabilidad hasta que el déficit público sea inferior al 3% del PIB que marcan los Tratados de la Unión Monetaria.
Solo por estas dos razones, el Gobierno debería ser extraordinariamente prudente a la hora de estimar todos los agregados macroeconómicos que forman parte del Cuadro Macro, ya que España continúa gastando muy por encima de lo que ingresa y mientras todos los demás sectores han ajustado fuertemente su nivel de deuda, la Deuda Pública continúa en crecimiento explosivo hacia el 100% del PIB. Este junto al alto desempleo son los principales desequilibrios actuales de la economía española.
Los motores de la economía y su sostenibilidad
El crecimiento estimado del 3,3% para 2015 (algo menor para 2016, del 3%) se basa, sobre todo, en el tirón del consumo tanto privado como público frente a un crecimiento intenso de la partida de inversión relacionada con la construcción. Lo que hasta hace unos años se consideraba consumo duradero (construcción) ahora se computa dentro del epígrafe de formación bruta de capital (inversión) sin apenas discriminar entre el ladrillo "productivo" (vivienda que se usa para una actividad económica) y el "no productivo" (vivienda habitual o uso particular).
Aunque es, sin duda, preocupante que una economía crezca gracias al consumo mientras el ahorro se encuentra estancado (apenas tres décimas de PIB por encima del dato registrado en 2014 según estimación del FMI), lo más llamativo es el comportamiento del sector exterior. Mientras las exportaciones en términos nominales marcan máximos históricos (32% del PIB), las importaciones también se sitúan en máximos creciendo a un ritmo superior al de las exportaciones. Por ello, y dados los datos de Aduanas, lo más probable es que España incurra en déficit por cuenta corriente este año cuando llegó a tener un superávit de 22.000 millones de euros en 2013 (reducidos a 10.000 millones a cierre de 2014).
Con esta panorámica de crecimiento, es evidente que las cifras responden más a la coyuntura que a la estructura de la economía española. Gracias a la intervención masiva del Banco Central Europeo (BCE), la debilidad del euro contra el dólar y la reducción drástica del precio del petróleo, la economía española está creciendo de esta forma rápida. Sin embargo, ¿qué pasaría si el petróleo deja de estar en los precios actuales? ¿Cómo sería el fin de la era del "crédito barato"? Estas preguntas parece que no caben en el discurso oficial tanto del Gobierno como de muchos analistas.
Por último, desde el lado del empleo, quizá sea esta la única previsión verdaderamente prudente realizada por el Gobierno. Una vez visto el comportamiento de las afiliaciones a la Seguridad Social de enero a junio y las previsiones para la EPA del segundo trimestre, es muy probable que la creación neta de empleo supere los 600.000 que prevé el Gobierno. Sin embargo, tan importante es el "cuánto" (la cifra de nuevos empleos) como el "cómo" (qué tipo de empleo se está creando).
La forma de crear empleo en España tiene varios aspectos contrapuestos. Por un lado, la economía española ha logrado detener la destrucción de empleo y, poco a poco, empezar a crearlo en aquellos sectores donde más se ha hecho sentir la crisis como la construcción o el turismo. Pero, por otro lado, la entrada de nuevos cotizantes temporales o fijos discontinuos con salarios decrecientes y bases de cotización cada vez más bajas supone un impacto negativo no sólo para la recaudación por impuestos como IRPF o Cotizaciones (los dos impuestos más importantes por volumen de recaudación) sino para la sostenibilidad de las cuentas de la Seguridad Social y el pago futuro de las pensiones.
Déficit y deuda, rémoras del crecimiento económico
Precisamente, este último punto conduce a una de las partes más imprudentes del Cuadro Macro, la referida al déficit y la deuda pública. A pesar de la reducción de un 4,4% del techo de gasto no financiero (pura reducción cíclica asociada a la reducción de los gastos propios de la crisis como intereses de la deuda o prestaciones por desempleo), el Gobierno quiere plantear un presupuesto expansivo en el que el gasto "social" siga siendo el motor de la política económica.
A la luz de estas intenciones, ¿puede realmente el Gobierno gastar más de lo que lo hace hoy? Desde luego, con un déficit público superior al 5% del PIB, no. España tiene el dudoso honor de ser el país que mayor déficit primario tiene de la Eurozona (déficit público al que se le descuentan los intereses de la deuda) con un 3% del PIB y de los que más déficit estructural tiene (en el entorno del 2,5%, descontando los gastos e ingresos derivados del ciclo económico).
En este sentido, la previsión de que se estabilice el nivel de deuda pública en el 98,5% tal como figura en el Cuadro Macro, es difícil de conseguir. Si esto fuera así, España necesitaría generar un superávit primario cercano al 2% del PIB, además de que el crecimiento económico sea superior al coste de financiación de la economía en términos reales (algo que sí es razonable con el nivel de intereses actual). Pasar de un déficit primario del 3% a un superávit del 2% es tanto como ahorrar más de 50.000 millones de euros en un año, algo materialmente imposible.
En suma, la preocupación sigue estando tanto en la evolución del mercado laboral como en las cuentas públicas. En vez de generar ahorro, el Gobierno opta por seguir gastando en año electoral sin ponderar la importancia de cuadrar (y ya) las cuentas públicas, por una sencilla razón: dejar de castigar al ciudadano con más impuestos, complejidad regulatoria y zancadillas burocráticas.
La semana pasada, el equipo de economistas del FMI liderado por el Nobel Olivier Blanchard revisó las perspectivas de crecimiento económico tanto a nivel mundial como en el detalle por países. En el caso de España, el FMI prevé que la economía española crezca (en términos reales) un 3,1% en 2015, mejorando su...
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Javier Santacruz Cano
Es economista y socio de China Capital.
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