Carlos Ugarte / Responsable de Relaciones Externas de MSF-España
“No hay vallas que puedan detener el impulso vital de los refugiados”
La ONG ha salvado desde mayo a 15.000 personas frente a las costas de Libia, en donde navegan tres barcos que “asumen una responsabilidad incumplida por los Gobiernos”
Gorka Castillo 14/09/2015
Carlos Ugarte, responsable de Relaciones Externas de Médicos Sin Fronteras-España.
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Treinta grados al sol. Ni una sombra en el horizonte de un mar Mediterráneo que entierra a sus víctimas bajo un color azul intenso. Maldita metáfora, comenta Carlos Ugarte (Bilbao, 1954), responsable de Relaciones Externas de la sección española de Médicos Sin Fronteras (MSF), una organización que ha fletado tres barcos que navegan frente a las costas de Libia porque no lo hacen los Estados, y que ha abierto clínicas móviles en Grecia, Macedonia, Serbia y Hungría para asistir a los protagonistas de una de las migraciones humanas más sobrecogedoras de la historia moderna en el continente. Para este abogado que hace 19 años decidió cambiar la toga por el trabajo humanitario en los lugares más sangrantes de la Tierra la crisis humanitaria que tanto alarma a Europa no ha hecho más que empezar. Y siente punzadas de vergüenza. Sobre todo al escuchar las narraciones atroces de los supervivientes de guerras no tan lejanas ni ajenas y compararlas con los mensajes lanzados por algún político europeo desmemoriado y sin cabeza.
¿Cómo describiría la situación que miles de refugiados viven ahora en Europa?
La crisis de refugiados no viene de ayer porque ya ha producido más de 25.000 muertos en el Mediterráneo. Lo que sí ha cambiado en estos dos últimos años es la causa del refugio. El 80% de las personas que ahora llegan a Europa no han podido elegir otra opción porque han sido expulsados, desplazados forzadamente o, simplemente, han salido huyendo de los conflictos bélicos que desde hace varios años asuelan sus países de origen.
Dice que la crisis actual no es nueva. ¿Cómo ha reaccionado la UE al flujo de refugiados que de manera constante ha llegado en los últimos años?
Fortaleciendo sus fronteras terrestres con un resultado catastrófico. En 2013 empezó en Bulgaria para evitar la entrada de refugiados sirios procedentes de Turquía. Luego construyó muros entre ese país y Grecia, más tarde reforzó la frontera en Ceuta y Melilla… En fin. Lo único que ha conseguido esta política es canalizar el flujo migratorio hacia un escenario mucho más peligroso para los refugiados como es el Mar Mediterráneo donde el número de víctimas es vergonzoso e inadmisible.
Durante los primeros cuatro meses de 2014, bajo el operativo Mare Nostrum, murieron ahogadas 250 personas mientras que en el mismo periodo de 2015, con ese operativo suspendido, han muerto cerca de 1.000
¿No ha existido previsión europea o se ha mirado hacia otro lado ante lo que sucedía en Siria, en Libia, en Sudán?
Existe una responsabilidad política. El ejemplo es que durante los primeros cuatro meses de 2014, bajo el operativo Mare Nostrum, murieron ahogadas 250 personas mientras que en el mismo periodo de 2015, ya con ese operativo de búsqueda, rescate y salvamento suspendido, han muerto cerca de 1.000 personas. Europa conoce desde hace mucho tiempo que los conflictos en Siria y Libia iban a producir cientos de desplazados forzosos y miles de refugiados.
Los países árabes del entorno, en concreto, las ricas monarquías petroleras como Arabia Saudí, no sólo no ayudan sino que producen refugiados con su política exterior en medio del silencio internacional.
Valorar la geopolítica en la región no es tarea de nuestra organización. Lo único que puedo asegurar es que el esfuerzo de algunos países del entorno como Líbano, Jordania o Turquía con los miles de refugiados que llegan es gigantesco. El 95% de los cuatro millones de sirios que ya ha cruzado la frontera vive hoy en estos Estados. Y voy a aportar un dato estremecedor: sólo el conflicto sirio ha producido ya más de 8 millones de desplazados internos, que son candidatos inmediatos a convertirse en refugiados. Por eso destaco el esfuerzo de los países del entorno y porque siguen encarando esta crisis humanitaria pese a recibir menos ayudas de la comunidad internacional para hacer frente a estas emergencias.
El esfuerzo de algunos países del entorno como Líbano, Jordania o Turquía es gigantesco. El 95% de los cuatro millones de sirios que ya ha cruzado la frontera vive hoy en estos Estados
Entonces, el punto crítico de esta crisis humanitaria aún no ha llegado.
Vivimos una suma de múltiples factores y circunstancias cuyo telón de fondo es ese sinfín de conflictos denominados de baja intensidad pero que siguen produciendo miles de refugiados a los que ahora se suman conflictos nuevos mientras continúan otros de larga duración como el de Afganistán, el de República Democrática del Congo o el de Somalia. Me refiero a esas guerras silenciosas que provocan desplazamientos de población como ocurre en Malí, en Sudán del Sur o ahora en Yemen, cuya carga de violencia es brutal, y que la comunidad internacional no soluciona por falta de interés o de capacidad. Repartirse a 140.000 refugiados, que es lo que ahora discuten los países europeos, no soluciona nada porque hay muchos miles más que llegarán. El problema europeo es que no hay una política común en nada.
¿Tiene capacidad Europa para absorber a tantos refugiados?
La presencia de 350.000 refugiados de guerra en Europa que tanta alarma ha provocado sólo representa menos del 0,1% del volumen de población total de la UE. Para que entendamos lo corta que se queda la respuesta europea, basta decir que en Líbano, donde las cosas están mucho peor que en Europa, uno de cada cuatro residentes es un refugiado sirio en estos momentos.
¿Ha reaccionado la UE?
Se ha producido una pequeña reacción pero mientras los Estados se ponen de acuerdo en la manera de aplicar las medidas y los tratados, el Mediterráneo continúa haciendo su papel. Es un gran cementerio.
MSF tiene tres barcos en permanente movimiento para auxiliar a refugiados que tratan de alcanzar la otra orilla del mar. Aquí no hay cámaras que registren lo que sucede, como ocurre en tierra. ¿Qué están encontrando?
En primer lugar, debo decir que estos tres barcos realizan un trabajo que deberían realizar los Estados. Asumimos con ello una responsabilidad incumplida por los Gobiernos y cubrimos el vacío porque nuestra función es salvar vidas aunque para ello hayamos tenido que formarnos en labores marítimas que eran nuevas. También quiero recordar que la tragedia en la que murieron ahogadas 900 personas de golpe provocó una cumbre extraordinaria en la UE que consistió en guardar un minuto de silencio pero no se adoptó ninguna decisión al respecto. Por eso lo que hoy ocurre en el Mediterráneo es terrible. Desde que en mayo empezamos este operativo hemos atendido a más de 15.000 personas en el mar, es decir, a 15.000 candidatos a ahogarse sin que nadie se entere. Los tres barcos navegan lo más cerca posible de la costa libia.
Hay que imaginar la desesperación de una persona que decide pagar el doble de lo que cuesta un crucero de lujo por el Mediterráneo para meterse en un bote de 12 metros de eslora junto a 150 personas y jugarse la vida
Ahora el foco de la noticia está en tierra firme.
Pues lo que sucede en el mar es mucho peor. Es una ruleta rusa. Un refugiado sirio que ha atravesado toda Europa nos comentaba el otro día que el momento de mayor miedo no fue sortear las fronteras terrestres sino llegar de Turquía a Grecia por el Peloponeso. Y eso que son unas pocas millas. Hay que imaginar la desesperación de una persona que decide pagar el doble de lo que cuesta un crucero de lujo por el Mediterráneo para meterse en un bote de 12 metros de eslora junto a 150 personas y jugarse la vida en las 300 millas que le separan de Lampedusa. Es la realidad.
Se ha hablado de operaciones militares para destruir los barcos que fletan las mafias.
Es inútil. La gente se subirá a barcos más pequeños y más rotos para realizar la travesía y aumentarán las víctimas.
Organizaciones como MSF están cubriendo responsabilidades de los Estados. ¿Creen que han delegado estas cuestiones en ustedes?
Sin duda, pero no queremos que así sea. Hay varios motivos. Ni tenemos la capacidad ni los recursos que tiene la UE para resolver el problema. Nuestra función es paliar el daño pero al mismo tiempo denunciamos que Europa no cumple con su trabajo.
Países como Hungría están actuando con extrema dureza con los refugiados, ¿Hay vallas suficientemente altas y concertinas suficientemente afiladas que puedan frenar a los refugiados?
Cuando alguien ha logrado sacar a su hijo de una ciudad como Alepo, en Siria, donde estamos trabajando, se convierte en una persona imparable. Les mueve el impulso vital por la supervivencia. Lo único que logran esas vallas y alambradas que ponen en su camino es desplazar el flujo migratorio a otro lugar que generalmente es más peligroso. Y esos discursos excluyentes que comienzan a escucharse en Europa sólo agudizan la vergüenza.
La imagen impactante del niño Aylan ha metido el drama de los refugiados en cada casa. En España, muchos ayuntamientos han decidido tomar la iniciativa ante la parálisis de un Gobierno enredado en las cuotas de refugiados asignadas. ¿Hacia dónde nos dirigimos o quieren dirigirnos?
No lo sé. Habría que preguntárselo a los políticos que hoy lideran esta comunidad que tenemos. La duda es si queremos una Europa de valores que no cotizan en Bolsa o al revés. Personalmente, la reacción de los municipios que se han movilizado en España, como la gente que ha salido a la calle en Austria y Alemania, me produce una enorme satisfacción porque demuestra que la sociedad civil europea tiene una capacidad de respuesta muy superior a la de sus gobernantes.
¿Mantiene la esperanza de que algún día se produzca una reflexión colectiva sobre situaciones como la que hoy se vive en el Mediterráneo pero dejando de lado los intereses económicos particulares?
Me encantaría que se produjera pero habría que borrar la realidad. Desde mi experiencia en zonas de emergencia humanitaria puedo decir que hoy estamos peor que nunca. Se bombardean lugares que antes se respetaban, la población civil es el objetivo militar de los combatientes, que utilizan sistemáticamente la violación como arma de guerra pero nada ocurre. Ahí están las cifras de ACNUR para corroborar el momento actual. Tenemos el mayor número de desplazados forzosos desde la II Guerra Mundial. Pero sueño, claro.
Treinta grados al sol. Ni una sombra en el horizonte de un mar Mediterráneo que entierra a sus víctimas bajo un color azul intenso. Maldita metáfora, comenta Carlos Ugarte (Bilbao, 1954), responsable de Relaciones Externas de la sección española de Médicos Sin Fronteras (MSF), una organización que ha...
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Gorka Castillo
Es reportero todoterreno.
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