Tuiteando vengo
Ese político del que usted me baila
Moe de Triana 14/10/2015
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Vaya tíos. Quieren acercarse al pueblo pero aplicando la ley del mínimo esfuerzo. Como quien intenta coger el mando de la mesa sin despegar el culo del sofá. Gesticulando inútilmente entre manotazos pendiente medio avergonzado de que nadie le esté mirando en ese exacto momento. La diferencia, claro está, radica únicamente en que nuestros personajes saben perfectamente que les observamos y que ello, en mayor o menor medida, les supondrá un rédito electoral. De la vergüenza en este caso mejor ni hablamos. Lo piensas un poco y, joder, es un tanto deprimente que entre tanto asesor, consejero, delegado y largo etcétera de cargos que trincan, básicamente por existir, no se les ocurra otro modo de aparentar proximidad a la gente que haciendo a uno de sus líderes marcarse un dancin’ en plena hora punta televisiva aunque, pensándolo bien y después de la terrorífica legislatura que va tocando a su fin, por poner un ejemplo, a ti te dan a elegir entre salir a dar explicaciones sobre las cifras de paro y los recortes en Educación, Sanidad y políticas sociales o menear el bullarengue al compás de la canción del verano, y a ver qué haces. Pues bailar cual poseso. Durante horas si fuese necesario. A lo Danzad, danzad, malditos de Pollack. Por necesidad. Porque sí. Por huevos. Intentando que no se note esa agónica angustia en la cara y haciendo llevadero el trago al tiempo que vas contando los compases para que llegue en chimpún que rompa en añicos el bochorno.
Algunos lo llamarán populismo mas, llegados al punto, convendría no olvidar, que eso de retener a veces se nos da un tanto regular, que vivimos donde vivimos y que las cosas aquí, por h, por b o por lo que sea, funcionan del modo en que lo hacen a todos los niveles sin excepción desde la época de Maricastaña. ¿Para qué esforzarse en mostrar empatía hacía una plebe que las está pasando putas pudiendo bailar? Si la plebe también baila. Música maestro. Que el ritmo no pare. De Queen o Bruno Mars. Movamos el body hasta descoyuntarnos la cabeza, el pie, la tibia y el peroné, que diría Alaska. Humanizar al político está chupado. El escrache televisivo es el modo más sencillo hallado por su cúpula de decirnos que están ahí; que son iguales que nosotros; que les necesitamos; y ante todo que nos necesitan, al menos cada cuatro años. Eso sí. Lo cortés no quita lo valiente. Se les da fenomenal ese baile agarrao del que hacen gala. Agarrao al clavo ardiendo de tener que hacer el o la imbécil en prime time para mendigar el puñado de votos que les perpetúe en el poder. Triste es de pedir pero más triste es de robar, dice el popular refrán, aunque para muchos de estos elementos, ambos pasos no son más que una sucesión natural a repetir las veces que sean necesarias. Demencial, cierto y muy español todo. Qué queréis que os diga, a mí, sinceramente, lo único que me fastidia de ver tanta parafernalia es comprobar, no sin cierto estupor, que ya no se molesten ni en mentirnos.
Vaya tíos. Quieren acercarse al pueblo pero aplicando la ley del mínimo esfuerzo. Como quien intenta coger el mando de la mesa sin despegar el culo del sofá. Gesticulando inútilmente entre manotazos pendiente medio avergonzado de que nadie le esté mirando en ese exacto momento. La diferencia, claro...
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Moe de Triana
Álvaro Ballén (Sanlúcar de Barrameda, 1983) Como técnico superior trabajo en el ámbito de la animación sociocultural y la integración aunque de vez en cuando intento pensar y me da por escribir. Desde CTXT oigo los latiditos de Twitter. A menudo blogueo en moedetriana.com.
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