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Wasim pasea por Madrid, ciudad en la que vive desde hace un año.
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Como otros muchos peticionarios de asilo en España, Wasim se encuentra en un limbo jurídico: sin poder volver a su país ni salir de España, sin permiso de residencia ni de trabajo, sin papeles, sin que su expediente se resuelva en un plazo razonable que le permita recomenzar su vida, integrarse en la sociedad, aportar su experiencia como profesor de lenguas.
No entró en Europa a través del corredor del Mediterráneo, sino, como otros muchos refugiados, a través de un aeropuerto. Hace ahora un año, en un vuelo de São Paulo a Ammán, Wasim hizo escala en el aeropuerto de Barajas, en Madrid, donde se presentó ante la policía y solicitó asilo. Su caso no puede “rechazarse en frontera”, ni ser objeto de una “devolución en caliente”, sino que ha de ser tramitado.
Wasim, como otros muchos peticionarios de asilo, se acoge al derecho que le asiste en virtud de la Convención sobre el Estatuto de los Refugiados, adoptada por Naciones Unidas en Ginebra en 1951, y de su Protocolo, en Nueva York en 1967, de los que todos los países miembros de la Unión Europea son Estado-parte. España lo es desde el 14 de agosto de 1978. Además, es España el país que ha de resolver la petición de asilo de Wasim en virtud del ahora en entredicho Reglamento de Dublín II (2003), que liga al peticionario con aquel país donde presentó su demanda, tanto si se trata de un Estado miembro de la Unión Europea como de Noruega, Islandia, Suiza o Liechtenstein, que también forman parte del ‘sistema de Dublín’.
Wasim estuvo seis meses en el Centro de Acogida al Refugiado de Alcobendas, Madrid. Allí recibió una cama, tres comidas diarias, 50 euros al mes y 280 para ropa que le entregaron al principio, una sola vez
Así las cosas, su petición de asilo fue admitida a trámite, y Wasim, derivado al Centro de Acogida al Refugiado de Alcobendas, en Madrid, donde estuvo seis meses. Allí, durante este tiempo, además de una cama, recibió tres comidas diarias, 50 euros al mes y 280 para ropa que le entregaron al principio, una sola vez. Aprovechó este tiempo para aprender español. Con la ayuda del C.A.R., se matriculó en la Escuela Oficial de Idiomas, que resulta todavía un puente eficaz para la integración de migrantes y refugiados (a pesar de los recortes y de las subidas de tasas, de más del 100% desde 2012).
Pero aquella ayuda estatal se extinguió pronto. En marzo de 2015, apenas cuando Wasim comenzaba a hablar español, hubo de dejar el C.A.R.. Recibió entonces ayuda durante tres meses más por parte de la Asociación Comisión Católica Española de Migraciones (ACCEM). Y ahí acabó todo.
Han pasado los meses y su expediente de solicitud de asilo no se ha resuelto, como el de otros tantos refugiados en España, de manera que Wasim es prisionero de una trampa administrativa, de un ensañamiento burocrático: aun sin recibir ninguna ayuda estatal, no puede ni salir de España ni trabajar en España. Está obligado a vivir de… ¿sus ahorros, la caridad, los envíos de dinero de su familia, la economía sumergida…? No parece ninguna de ellas la mejor opción para integrarse.
Pero a Wasim, sirio de Daraa –al sur de Damasco, donde comenzó en marzo de 2011 la revolución siria– carecer de papeles no le parece un problema insuperable. Se ha visto en situaciones mucho más comprometidas. Ve fácil, por tanto, la solución. Es cuestión de un sello, de un papel a lo sumo. ¿Qué importancia puede tener en comparación con los sufrimientos padecidos por él mismo y por muchos de sus compatriotas? Está dispuesto, por este motivo, a iniciar una sentada, no importa con quién ni durante cuánto tiempo. Estar sentado visiblemente en un lugar de tránsito hasta que las autoridades competentes solucionen su caso y el de otros muchos refugiados que ya están en España y sufren una dilación burocrática que solo tiene por objeto hundirlos administrativamente y desanimar a otros potenciales peticionarios de asilo. Es por este motivo por el que los refugiados prefieren Alemania o Suecia antes que España. No se trata de que sean países más ricos sino, sobre todo, de que allí no van a recibir las zancadillas administrativas que sí reciben en España.
Quienes vienen son personas con empuje, con preparación, con experiencia y con ganas de trabajar. Negarles el derecho a trabajar y, por tanto, a integrarse es crear un problema donde antes había una oportunidad.
¿Qué cree que no se comprende en Europa sobre la crisis de refugiados y la actual situación en Siria?
Europa no comprende bien que la gran razón de esta crisis de refugiados, la primera razón, es Bashar al-Assad, el régimen de Bashar al-Assad, que está bombardeando al pueblo sirio y que está cometiendo un genocidio contra el pueblo sirio. Y entonces si quieres acabar con la crisis de refugiados, tienes que terminar el tema de Bashar al-Assad.
Tengo muchos amigos que han muerto y otros que están en las cárceles de Bashar al-Assad y no sabemos nada de ellos
¿Podría volver a Siria?
No, no, no. No puedo porque si voy, el gobierno va a arrestarme.
¿Y qué consecuencias puede tener eso?
Pues es muy peligroso estar en una cárcel, en las cárceles de Bashar al-Assad, porque puedes morir, puedes morir. Miles de personas han muerto en las prisiones de Bashar al-Assad. Tengo muchos amigos que han muerto y otros que están presos y no sabemos nada de ellos.
¿Tiene familia en Siria?
Mi familia está en Daraa ahora, está en el sur de Siria y quieren salir del país. Puede ser que salgan a Turquía para estar seguros.
Me ha dicho que no puede volver a Siria. ¿Podría ir a otro país?
Tampoco. Ahora tampoco, porque no tengo papeles, no tengo pasaporte, no tengo nada. Estoy en España esperando mi caso, esperando ser aceptado como refugiado en España, y si tengo la residencia en España creo que puedo después ir a Turquía o puede ser a Jordania o…
Como otros muchos peticionarios de asilo en España, Wasim se encuentra en un limbo jurídico: sin poder volver a su país ni salir de España, sin permiso de residencia ni de trabajo, sin papeles, sin que su expediente se resuelva en un plazo razonable que le permita recomenzar su vida, integrarse en la...
Autor >
Alfonso V. Vázquez
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