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Owen Jones, “activista de izquierdas” que quiere cambiar el sistema que somete a la clases más bajas.
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“La democracia le complica las cosas a la élite financiera”. Esta es una de las sentencias que esboza Owen Jones (Sheffield, 1984) en El Establishment (Seix Barral). A sus 31 años ya ha publicado dos libros, y se define como un “activista de izquierdas” que quiere cambiar el sistema que somete a la clases más bajas. La presentación de su ensayo, invitado por el sindicato belga, le ha llevado a Amberes, epicentro del capitalismo medieval con Génova y Venecia.
Se confiesa cansado. Bosteza, no suelta su taza, le cuesta encontrar frases para firmar sus libros. Durante la entrevista no hay un minuto en el que su teléfono no se ilumine con un nuevo email. “Antes de escribir el libro no era nadie y ahora todo el mundo quiere hablar conmigo”, afirma sin queja, y reconoce que nunca hubiera esperado llegar a ser uno de los líderes de la izquierda británica. Jones recibe a CTXT en una sala con un mesa blanca y más café que luz, para charlar sobre la llegada de aire fresco al laborismo, las crisis que sufre Europa y la situación de la izquierda en el Viejo Continente, incluido Podemos.
En su libro arremete contra el papel del laborismo durante los últimos años, ¿dónde estaban hasta la llegada de Jeremy Corbyn?
La socialdemocracia en sí estaba en crisis porque aceptó los principios subyacentes de la austeridad. Había un vacío en miles de personas y Corbyn lo llenó. Ofreció una visión de esperanza y optimismo que despertó a la gente, al contrario que sus rivales. Pero este fenómeno ha de ser puesto en un contexto amplio de desilusión con las élites políticas en todo el mundo. En cada país han surgido alternativas a los fallos de la socialdemocracia. Podemos y Syriza han logrado desplazar el eje ideológico y cuestionar el sistema sin tratar de generar odio en la gente. Sin otra opción, los Donald Trump y los partidos de ultraderecha como el Frente Nacional o UKIP ganan adeptos por todo el mundo.
La campaña mediática contra el liderazgo de Corbyn seguramente será la más intensa de la historia británica
A Jeremy Corbyn aún le queda un largo camino por delante. ¿Qué debe hacer para mantener viva la llama del laborismo?
No cabe duda: a pesar de que esto ha sido un logro político increíble, era la parte fácil. Los herederos del Nuevo Laborismo tienen que afrontar ahora la tarea de introspección, que significará el rechazo de la negatividad y el nihilismo representados por los conservadores en los medios de comunicación. Los desafíos que enfrenta son enormes. Por ejemplo, la estrategia económica no debe ser simplemente antiausteridad, sino a favor de algo más, un plan para el futuro para modernizar las infraestructuras y promover las industrias de energía renovable del futuro.
También hay otros retos. Los tories están tratando de arruinar el Partido Laborista con una nueva legislación contra los sindicatos. Eso, por sí solo, es una amenaza importante porque este es el movimiento que ha catapultado a Corbyn. Además será imprescindible tratar de llegar a las personas que no votan, a los votantes de UKIP, del SNP [Partido Nacional Escocés, por sus siglas en inglés], a los votantes verdes e incluso a los conservadores.
Los 'tories' destinaron cada centavo del gasto de los trabajadores a rescatar a Lehman Brothers, pero repiten hasta la saciedad el mito de que fue el gasto excesivo del Gobierno el culpable del desastre económico
¿Lo permitirá la élite financiera y mediática?
La campaña mediática contra el liderazgo de Corbyn seguramente será la más intensa de la historia británica, y solo un gran movimiento popular organizado en comunidades en todo el país puede contrarrestarla. En sí la monopolización de los medios por una élite financiera es un ataque a la democracia. La mayoría de tabloides y televisiones serán hostiles por naturaleza a todo lo que haga la izquierda. Y no podemos resignarnos porque los necesitamos para llegar a otros públicos. Por muy grandes que sean nuestras manifestaciones, sin los grandes medios no lograremos atraer a aquellos para quienes la política es una preocupación pasajera. Alguna vez me han criticado por escribir columnas en periódicos cuya linea editorial varía mucho de mis creencias o por aparecer en Sky News. Pero si no conectamos con la gente mediante esos canales y les hacemos llegar nuestros mensajes, no podremos convencerles de que hay una alternativa firme.
¿Qué mensaje deberían lanzar estas nuevas alternativas?
El propio Ronald Reagan dijo que cuando tienes que explicar algo estás fallando. Y es verdad. Si estás a la defensiva, pierdes la discusión. La mayoría de los votantes no sigue con interés todo lo que pasa en Westminster, por eso los laboristas necesitan una estrategia clara y un mensaje disciplinado. Los tories destinaron cada centavo del gasto de los trabajadores a rescatar a Lehman Brothers, pero repiten hasta la saciedad el mito de que fue el gasto excesivo del Gobierno el culpable del desastre económico. Escribieron la historia y ganaron. A partir de ahora, cada vez que un portavoz conservador salga a escena, los laboristas deberían atacar su historial económico. Una y otra vez, machacando con que una recuperación cimentada en gente pobre deja a Gran Bretaña gravemente expuesta a la próxima crisis económica.
Lo más buscado en Google durante el debate de los candidatos en las pasadas elecciones británicas fue qué es la austeridad. La gente no lo sabe. Hablar con un lenguaje que entiendan es nuestra alternativa. Los tories enmarcan sus políticas comparando el déficit con los presupuestos familiares, lo cual es económicamente de analfabetos, pero eficaz. Por ejemplo, describen los recortes atroces en vivienda social como el "derecho a comprar” una casa. ¿Quién no apoya los derechos de las personas?
La patria nos ha hecho olvidar el robo del Estado del bienestar
¿Estamos aproximándonos a lo que en su libro llama el asalto a la democracia?
Los ciudadanos han pagado un alto precio para conseguir un sistema democrático, bien lo sabéis en España. El problema para la élite es que este concepto cuestiona la concentración del dinero y el poder en unas pocas manos. Por lo tanto, para un pequeño numero de personas, la democracia es un obstáculo que hay que derribar. La democracia lleva a una distribución de poder y riqueza. Y para eso hemos de tener una distribución justa de bienes, unos impuestos a las altas rentas, etc. Algo que tratan de impedir a toda costa. La élite económica tiene que encontrar formas de que la democracia no les moleste, y ahí aparecen sus escuderos. En Reino Unido están las firmas de relaciones públicas que representan a las grandes instituciones financieras. Si dices algo, te presionan. Y si eres un periodista financiero que mete demasiado el dedo en la llaga, tu trabajo corre peligro. Puertas giratorias bien engrasadas, influyentes think tanks y poderosos lobbies cierran el cinturón de poder...
¿Qué relación ha tenido la ideología liberal y la influencia de las grandes empresas en los gobiernos?
La influencia de la élite y la ideología van de la mano. Por un lado, la ideología ha servido para normalizar la injusticia. Hacer racional que el poder se tiene que concentrar en pocas manos y justificar que eso es bueno para la sociedad. Por otro lado, el interés corporativo y su autoridad en la toma de decisiones ha acelerado y perpetuado el proceso.
El establishment maneja sus tentáculos con éxito, lo vemos en Reino Unido y también en Europa. Negocian tratados que ponen en bandeja la privatización, esconden la desregulación con bellas palabras y cuestionan la soberanía nacional. El ejemplo más cercano y obsceno es el TTIP.
Gramsci y sus doctrinas están muy bien. Pero no hablamos de libros, sino de la gente
La clase dirigente en España ha ocultado las consecuencias de su gestión enfrentando a la sociedad en torno al concepto de la nacionalidad y la patria. ¿Es igual en Reino Unido?
Por supuesto. ¿Pero qué tiene de patriótico que los trabajadores de los supermercados británicos paguen con sus salarios la avaricia y el error de una pequeña élite? ¿O que cientos de miles de ciudadanos de uno de los países más ricos que jamás haya existido dependan de los bancos de alimentos porque no tienen dinero para poder comer? ¿Cuál es el lado patriótico de ayudar a apuntalar una dictadura asesina como la de Arabia Saudí, que exporta el extremismo que amenaza a nuestros ciudadanos? La patria nos ha hecho olvidar el robo del Estado del bienestar y el derecho a unos servicios públicos de calidad por los que nuestros antepasados trabajaron tan duro.
En España son dos los partidos que desafían el bipartidismo. Los liberales con Ciudadanos, y la izquierda con Podemos. ¿Qué papel cree que juegan ambos contra esa élite financiera?
La entrada de los liberales suele provocar nuevos consensos que hacen más difícil la lucha contra el establishment. En relación a Podemos, es obvio que necesitamos nuevos liderazgos que dirijan los movimientos de base para desafiar al sistema. Pero yo no creo en los cuerpos políticos sino en gente organizada en comunidades haciendo presión desde distintos flancos. Los intelectuales no solucionan los problemas de la gente corriente. Gramsci y sus doctrinas están muy bien. Pero no hablamos de libros, sino de la gente. Los movimientos contra la privatización de los servicios públicos no nacieron de grandes intelectuales, sino de activistas que movilizaron al sector y les transmitieron lo que estaba pasando con su servicio público de salud.
No solo Reino Unido y España están en crisis. La Unión Europea afronta ahora distintos escenarios que la cuestionan. Desde Grecia hasta la emergencia con los refugiados.
La crisis de los refugiados ha provocado que la gente vuelva a hablar de las injusticias sociales. Pero la respuesta que ha dado Europa ha sido pésima, y buena parte de la culpa la tienen los Estados. Suecia acoge tres veces más refugiados que Gran Bretaña. No obstante, nuestros dirigentes han establecido su discurso en la necesidad de militarizar las fronteras. Han tratado de criminalizar a los migrantes para ganar el debate. Los votantes han sido manipulados para sentir odio. Eso no se puede permitir. Periódicos derechistas cazan historias sesgadas de los refugiados y se apoyan en las estadísticas para titular con la palabra “asalto”. Tenemos que mostrar la realidad de los refugiados: sus nombres, sus caras, sus ambiciones y sus miedos, sus amores, aquello de lo que huyeron.
¿Han pagado los refugiados las consecuencias de la crisis financiera?
Nuestra economía ha sido destrozada por la élite financiera y los refugiados han pagado con guerras y miseria su expansionismo feroz. Aun así, no dejan de repetir que los refugiados son los culpables. Los ricos evasores de impuestos ni siquiera tosieron cuando los servicios públicos se redujeron, mientras que el británico de clase media pagaba cada centavo al fisco. Empresarios codiciosos dejaron a millones de trabajadores en la pobreza, no hay suficientes viviendas de protección oficial porque los políticos no las han construido, los puestos de trabajo ya no son seguros porque las reformas del gobiernos los han hecho más precarios. Estos son los verdaderos responsables de los desastres que afectan a Europa, no los refugiados.
“La democracia le complica las cosas a la élite financiera”. Esta es una de las sentencias que esboza Owen Jones (Sheffield, 1984) en El Establishment (Seix Barral). A sus 31 años ya ha publicado...
Autor >
Ekaitz Cancela
Escribo sobre política europea desde Bruselas. Especial interés en la influencia de los 'lobbies' corporativos en la toma de decisiones, los Derechos Humanos, la desigualdad y el TTIP.
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