Tensión en el Kurdistán turco en la recta final del proceso electoral
En esta región la campaña para las legislativas turcas ha estado atravesada por la violencia. La formación prokurda HDP, que obtuvo aquí el 78% de los votos en junio, ha suspendido sus mítines por temor a atentados
Hibai Arbide Aza Diyarbakır , 30/10/2015
Un niño hace el símbolo de la victoria en el barrio antiguo de Diyarbakir.
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Las balas de verdad no suenan como en las películas. Los disparos reales son mucho más agudos y secos. “No te asustes, son tiros al aire de la policía. Lo hacen cada día desde hace semanas. Para dar miedo y tensar en ambiente antes de las elecciones”, cuenta Delal. “Yo vivo cerca de un cuartel, me da miedo salir al balcón. Hace poco un policía mató a una niña y a su madre mientras colgaban la colada”.
Delal creció en Estambul, hija de madre turca y padre kurdo. Reside en Diyarbakir, la ciudad más poblada del Kurdistán turco, para acabar su doctorado en Sociología. Aquí no hay guerra, pero tampoco hay paz. Cualquier conversación deriva hacia los bombardeos en las montañas cercanas, la desmesurada presencia de blindados de la policía por toda la ciudad, la cantidad de muertos desde las elecciones del pasado junio --casi 500 entre víctimas del terrorismo de ISIS, guerrilleros del PKK, militares, policías y civiles a manos de estos--.
En el Kurdistán turco la campaña electoral que concluye hoy, viernes 30 de octubre, está completamente atravesada por la violencia. Aquí, en las anteriores elecciones, las del 7 de junio, la participación alcanzó el 90% y el Partido de la Democracia de los Pueblos (HDP) obtuvo el 78% de los votos. A pesar de este enorme apoyo, el HDP no puede hacer campaña. Se ha visto obligado a suspender los mítines previstos. Tras las bombas del mitin en Diyarbakir --4 muertos--, la concentración de Suruç --30 muertos-- y la manifestación de Ankara --128 muertos-- decidió no hacer actos multitudinarios.
Museyyen Akinci, miembro de la ejecutiva del HDP en Diyarbakir, explica el porqué: “No queremos darles más ocasiones a los terroristas. Sólo a nosotros nos ponen bombas en los actos políticos, a ningún otro partido. Pero, además, nuestros mítines y manifestaciones son siempre actos alegres, llenos de música y baile y... La verdad, en estos momentos no tenemos ganas de fiesta”.
El HDP, coalición de organizaciones kurdas y formaciones de izquierda fundada en 2012, se presentó por primera vez a unos comicios en las elecciones legislativas de junio. Obtuvo un resultado impresionante: la participación superó el noventa por ciento y recibió más del ochenta por ciento de los votos en las provincias kurdas. El buen resultado en las provincias del oeste --las regiones no kurdas-- le hizo alcanzar el trece por ciento de los votos totales.
Por primera vez, un partido prokurdo lograba superar en todo el país el diez por ciento exigido para tener representación parlamentaria. Ochenta escaños en total con grupo propio. La irrupción del HDP provocó que el AKP, el partido del presidente Tayip Erdogan, no lograra mayoría absoluta.
Erdogan no supo digerir los resultados. Inmediatamente después de las elecciones, detuvo el proceso de paz iniciado con el PKK (Partido de los Trabajadores del Kurdistán) en 2013 después de que el líder de éste, Abdullah Apo Öcalan, decretara un alto el fuego unilateral.
Las encuestas pronostican un resultado muy similar al de las elecciones de junio. El HDP no baja. Es más, algunas encuestas prevén una ligera subida. Tayip Erdogan ha definido el HDP como “el partido de los armenios, los ateos y los homosexuales”
Así lo explica Raci Bilici, presidente de la delegación de Diyarbakir de la Asociación Pro Derechos Humanos de Turquía: “El 24 de julio el Ejército turco comenzó sus operaciones contra el PKK. Al mismo tiempo, las fuerzas de seguridad comenzaron las detenciones políticas. Más de cien periodistas, centenares de activistas y treinta abogados y varios candidatos del HDP han sido detenidos desde entonces. Las acusaciones de colaboración terrorista se usan como excusa para callar cualquier voz discrepante. Para hacer frente a esta situación, varios pueblos se declararon en autogobierno. Es decir, declararon su desobediencia al Estado autoritario. Los militares respondieron con la guerra, causando decenas de civiles muertos en varios pueblos. Los bombardeos de las posiciones de la guerrilla en las montañas cercanas a estos pueblos se han convertido en algo cotidiano.”
Provocar otra guerra en Oriente Próximo puede parecer una locura. Sin embargo, esta estrategia de Erdogan responde a una lógica tan sanguinaria como racional. La intención del mandatario turco, obligado a repetir las elecciones por su incapacidad de formar una coalición de gobierno, es que el PKK rompa el alto el fuego. La maquinaria propagandística del AKP repite constantemente que el HDP y el PKK son lo mismo. La esperanza de Erdogan es que la guerrilla vuelva a las armas antes de las elecciones para que el HDP pierda votos en las provincias del oeste. Le da lo mismo que su apoyo se mantenga intacto en el Kurdistán, lo que pretende es que la violencia del PKK desmovilice el voto turco que necesita el HDP para superar el diez por ciento.
Las centenares de muertes con los que se jalona la presente campaña son el cálculo electoral de Erdogan.
Un partido feminista, ecologista y hegemónico
No parece estar funcionando. Las encuestas pronostican un resultado muy similar al de las elecciones de junio. El HDP no baja. Es más, algunas encuestas prevén una ligera subida. Erdogan ha definido el HDP como “el partido de los armenios, los ateos y los homosexuales”. Recientemente, en una conferencia de prensa, dijo que “se aprovechan del sentimiento de los kurdos. En Estambul se hacen amigos de los homosexuales, pero a nosotros no nos importan esos votos. En Diyarbakir y en la ciudad vieja [por Estambul], no es nuestro trabajo buscar el voto de los gais.”
Lejos de tomárselo como un insulto, Selma Metin, de la dirección del HDP en Diyarbakir, considera que eso es que ha entendido bien su mensaje. “Desde que empezamos nuestro viaje político, nuestro objetivo no es sólo representar a mujeres, jóvenes o discapacitados sino a todos. Es eso lo que ve en nosotros la gente normal. Nuestro partido no crece “a pesar de” apoyar a los gais sino que crece, precisamente, porque habla de todas las opresiones”
El movimiento kurdo estableció, a mediados de los 90, un sistema de coliderazgo paritario en todos los niveles, siguiendo la máxima de Abdullah Öcalan “Sin la liberación de las mujeres no habrá libertad para el Kurdistán". Cada organización tiene un presidente y una presidenta, o un delegado y una delegada, un alcalde y una alcaldesa, etcétera.
El Partido de la Democracia de los Pueblos no es una excepción. Concurre a las elecciones con el candidato Selahattin Demirtas y la candidata Figen Yüksekdağ. El cincuenta por ciento de sus cargos internos son varones y la otra mitad mujeres. La comunidad LGBT tiene una cuota interna del diez por ciento. En junio, en sus listas estaba Baris Sulu, el primer candidato abiertamente gay de Turquía. Ha decidido no participar en las elecciones de noviembre. La colíder Figen Yüksekdağ lamentó en un programa de televisión que en esta ocasión no cuentan con ningún candidato abiertamente homosexual. También la dirigente de Diyarbakir Selma Metin es autocrítica en este punto: “No puede volver a repetirse, tenemos que trabajar más en este punto”, dice.
Las elecciones del próximo domingo 1 de noviembre plantean muchos interrogantes. Turquía ya no crece como hace pocos años pero no ha entrado en recesión, ¿podrá eludir la crisis? Si Erdogan no obtiene mayoría absoluta, ¿será capaz de llegar a un acuerdo de gobierno con los socialdemócratas republicanos? Pero aquí, en Diyarbakir, una cuestión preocupa más que ninguna: “¿Nos encaminamos hacia una situación de guerra como la que ya sufren nuestros hermanos kurdos de Irak y Siria, o las elecciones harán posible que se retome el proceso de paz?”
El lema del HDP de estas elecciones no puede ser más elocuente: “A pesar de todo, PAZ”. Las bases del partido dicen que ese lema tiene dos lecturas. La primera, la evidente: a pesar de que Erdogan sea un autoritario, ellos están dispuestos a construir la paz con él.
La segunda lectura es la que despierta, al mismo tiempo, más inquietud e ilusión: si el Gobierno turco sigue en sus trece, la paz la harán ellos sin reconocer la autoridad de Ankara. Gulsen Olser, colíder del HDP en Diyarbakir, es tajante: “Nuestro pueblo ya ha dicho que no quiere más guerra, que quiere paz y democracia. Si el AKP sigue con estas políticas de guerra, nuestro pueblo responderá y la respuesta será el autogobierno. Nos autogobernaremos y defenderemos nuestra democracia. La solución no vendrá del gobierno sino de la gente”.
Las balas de verdad no suenan como en las películas. Los disparos reales son mucho más agudos y secos. “No te asustes, son tiros al aire de la policía. Lo hacen cada día desde hace semanas. Para dar miedo y tensar en ambiente antes de las elecciones”, cuenta Delal. “Yo vivo cerca de un cuartel, me da...
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Hibai Arbide Aza
Hibai Arbide Aza era abogado en Barcelona hasta que se fue a vivir a Grecia. Reside en Atenas, donde trabaja como periodista freelance para diversos medios, trata de acabar la escritura de un libro que se resiste, pincha tropical bass y monta en bici.
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