La democracia olvida a los musulmanes en Birmania
Más de 800.000 fieles de este credo, en su mayoría rohingya, han sido privados de sus derechos y sus políticos, vetados para participar en las elecciones del próximo domingo
Pablo L.Orosa Sittwe (Birmania) , 4/11/2015
En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí
En la bahía de Bengala la palabra democracia suena a cazuelas vacías. A cucharas rechinando sobre los restos de un arroz que sustenta el hoy. No hay mañanas que aguardar en los campos de Sittwe. Hace meses que los musulmanes que habitan en esta paupérrima región del oeste de Birmania huyen de la persecución genocida a la que son sometidos por la mayoría budista. Mueren de hambre. De simple gripe. Aquí la democracia no tiene palabras. Ni votos. Más de 800.000 musulmanes, en su mayoría rohingya, han sido privados de sus derechos como ciudadanos. Sus políticos, vetados para participar en los comicios del próximo domingo. Para los musulmanes de Birmania la democracia tiene sabor a olvido.
El 28 de mayo de 2012 tres musulmanes violaron a una joven arakan de 28 años en la localidad de Ramri. Cinco días después, a unos kilómetros de allí, en Toungop, una caterva de vecinos detuvo el autobús en el que viajaban diez musulmanes a los que golpearon hasta la muerte. En cuestión de semanas la violencia religiosa se esparció por todo el Estado de Rakhine, el segundo más pobre de Birmania, ya de por sí uno de los Estados más subdesarrollados del mundo. Grupos armados de ambas confesiones religiosas arrasaron y quemaron pueblos enteros. Más de 200 personas murieron y otras 140.000 tuvieron que refugiarse en los campos que rodean la bahía de Bengala.
Confinados, sin libertad de movimientos, de acceso a los servicios públicos y con sus derechos fundamentales suspendidos, la minoría rohingya, una de las más perseguidas del mundo según la ONU, malvive desde 2012 en condiciones que recuerdan al apartheid sudafricano: no pueden salir de los campos, los abusos policiales quedan impunes y la discriminación racial lleva a muchos médicos birmanos a no querer atenderlos. Es “una limpieza étnica”, asegura Chris Lewa, una de las mayores expertas mundiales en este colectivo.
En los últimos meses, al menos 100.000 rohingya han tratado de huir en los denominados ‘barcos fantasma’ que cruzan cada día las costas del mar de Andamán rumbo a Tailandia y Malasia
En los últimos meses, al menos 100.000 rohingya han tratado de huir en los denominados ‘barcos fantasma’ que cruzan cada día las costas del mar de Andamán rumbo a Tailandia y Malasia. Los que permanecen en los campos como el de They Chaung, apenas a unos minutos de Sittwe, la capital del Estado, van consumiendo sus esperanzas a la espera de que el próximo monzón se lleve por delante sus pequeñas cosechas y las chabolas que les protegen del sol abrasador del Índico.
La islamofobia de U Wirathu
Abdu Bakhin es uno de los pescadores más afamados de la bahía de Bengala. Es musulmán. Y birmano. Mas no rohingya. Pertenece a la etnia kaman, una de las confesiones de credo islámico sí reconocida por el Estado. Abdu Bakhin también vive como refugiado en Thay Chaung, junto a su mujer, sus dos hijas adolescentes y su único vástago varón. Llegaron aquí el 23 de octubre de 2012, después de que el discurso belicoso de los radicales budistas se extendiera contra toda la comunidad musulmana del país.
Los monjes del Committee for the Protection of Race and Religion, más conocido como el Ma Ba Tha --una reformulación del antiguo 969--, liderados por autoproclamado “Bin Laden Birmano”, Ashin Wirathu, llevan años predicando el odio religioso. Con la connivencia del presidente Thein Sein, el Ma Ba Tha se ha convertido en uno de los grupos más influyentes del país con capacidad incluso para redactar leyes que obligan a las mujeres musulmanas a espaciar sus embarazos cada tres años y les exigen un permiso administrativo especial para poder casarse con un hombre no-budista.
Al igual que la Radio Televisión Libre des Mille Collines animaba a los hutus a “exterminar a las cucarachas” tutsis durante el genocidio en Ruanda, el Ma Ba Tha utiliza los medios de comunicación --un programa vía satélite y una revista bimensual-- para hacer llegar a la población discursos plagados de invitaciones al exterminio de los rohingya, los “perros” como prefieren llamarlos, y los musulmanes.
El Ma Ba Tha se ha convertido en uno de los grupos más influyentes del país con capacidad incluso para redactar leyes que obligan a las mujeres musulmanas a espaciar sus embarazos cada tres años
“Wirathu está expandiendo la islamofobia en Birmania. Está intentando que los birmanos odien a los musulmanes. Eso va contra las enseñanzas de Buda”, lamenta U Gambira, uno los líderes de la Revolución del Azafrán contra la dictadura birmana de 2007. Aunque en su juventud el propio Gambira sucumbió al discurso xenófobo contra los musulmanes, hoy es consciente de que el país debe encontrar una solución a la violencia religiosa para construir una verdadera democracia.
“En una democracia real no se niegan los derechos de las minorías”, resume el político U Shwe Maung, quien en 2010 fue elegido parlamentario por el Partido de la Unión, la Solidaridad y el Desarrollo (USDP) del exgeneral Thein Sein. Cinco años después, U Shwe Maung ni siquiera va a poder participar en las elecciones. La comisión electoral del Estado de Rakhine rechazó su candidatura aduciendo que sus padres no eran ciudadanos de Birmania cuando él nació. Una estrategia que ha excluido de la cita electoral a casi la totalidad de los candidatos musulmanes del país --apenas una treintena entre los más de 6.000 aspirantes, según la prensa local--. Con los 800.000 rohingya sin derecho a voto y sin candidatos entre los políticos, las elecciones del próximo domingo son para los musulmanes, que representan alrededor del 5% de la población del país, una fórmula para legalizar su discriminación. “Quieren expandir un sentimiento antimusulmán, es un arma política que el Gobierno utiliza para ganar apoyo entre la mayoría birmana”, asegura U Shwe Maung.
Desde hace más de medio siglo, la Junta Militar y la élite económica anidada a su alrededor han alimentado el discurso xenófobo contra los musulmanes. En los años de dictadura castrense, los “inmigrantes ilegales” que cruzaban la frontera con Bangladesh eran la excusa perfecta. Alguien a quien odiar sin mala conciencia. Una cortina de humo frente a los acuciantes problemas del país. Hoy, los antiguos generales que dirigen el Gobierno de transición han vuelto a recuperar la vieja estratagema. “El régimen ha creado el problema. No es una cuestión entre budistas y musulmanes. La cuestión de los rohingya ha sido utilizada por algunos miembros del régimen vigente para que desembocara en episodios de violencia. Así nadie hablará de democracia o federalismo. Es una maniobra del Gobierno”, asegura en la terraza de su despacho de Yangon Aung Myo, uno de los portavoces del partido opositor Democratic Party for a New Society (DPNS).
En Thay Chaung, Abdu Bakhin le da la razón. “Es el Gobierno el que ha provocado este problema. Yo antes era dueño de un barco e incluso tenía empleados rakhine --de credo budista--, pero después de lo ocurrido en 2012 no he vuelto a tener contacto con ellos”. El odio religioso hace años que ha conquistado Birmania.
En la bahía de Bengala la palabra democracia suena a cazuelas vacías. A cucharas rechinando sobre los restos de un arroz que sustenta el hoy. No hay mañanas que aguardar en los campos de Sittwe. Hace meses que los musulmanes que habitan en esta paupérrima región del oeste de Birmania huyen de la...
Autor >
Pablo L.Orosa
Suscríbete a CTXT
Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias
Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí