Turquía, pendiente del siguiente paso de Erdogan
El conflicto kurdo, la represión interna y la política económica marcan la nueva legislatura del AKP, que ha recuperado la mayoría absoluta en el Parlamento
Grettel Reinoso Estambul , 4/11/2015
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Rostros sorprendidos observaban en los televisores de los cafés de Estambul el seguimiento del recuento de votos en las elecciones turcas del domingo 1 de noviembre. De un apurado 42% que le daban las encuestas, el Partido Justicia y Desarrollo (AKP) –actualmente en el poder-- se hizo con un 49,4%, recuperando la mayoría absoluta en el Parlamento.
¿De dónde salieron estos cuatro millones y medio de votos que no obtuvieron en los comicios de junio? Las cifras hablan por sí mismas. El ultranacionalista Partido de Acción Nacional (MHP) fue, puede decirse, el gran derrotado (11,%), a pesar de algunas predicciones que proclamaban el auge de un sentimiento nacionalista ante la intensificación del conflicto kurdo. Sin embargo, la indecisión del partido a la hora de formar coalición y la intransigencia y falta de carisma de su líder, Devlet Bahçeli, pueden haberse cobrado el voto de castigo de sus miembros, que fue a parar al AKP.
Pero lo que más ha sorprendido es la pérdida del voto masivo al Partido Democrático de los Pueblos (HDP) en las regiones del Kurdistán, que en junio le dieron a esta joven formación política un resultado sin precedentes, colocándola en el Parlamento. El regreso a las hostilidades de la guerrilla kurda del PKK parece haber pasado factura en las regiones afectadas y algunos clanes de kurdos suníes han devuelto su voto al AKP, probablemente en busca de la tan demandada estabilidad del país. El temor a declarar su cambio de voto en la comunidad kurda y la orientación de dicho cambio a nivel de clan pueden haber despistado a las encuestas, si bien en Turquía dichos sondeos son muy conocidos por su baja fiabilidad.
“El HDP estuvo sometido a condiciones injustas, desiguales y sin libertad en estas elecciones”, declaró en conferencia de prensa Selahattin Demirtas, líder del HDP, quien alegó también la imposibilidad de su partido para hacer campaña, por temor a atentados, y la presión a la que ha estado sometido en estos cinco meses, desde los pasados comicios de junio.
El temor a declarar su cambio de voto en la comunidad kurda y la orientación de dicho cambio a nivel de clan pueden haber despistado a las encuestas, si bien en Turquía dichos sondeos son muy conocidos por su baja fiabilidad
A pesar de que las cifras han dejado boquiabiertos a todos, incluso a los propios miembros del AKP, las teorías que apelan al fraude electoral no han tenido gran repercusión y los propios partidos de la oposición han aceptado los resultados.
Queda entonces especular por el futuro inmediato del país, a expensas de un gobierno de mayoría del AKP.
La gran duda es si el conflicto kurdo se mantendrá con la misma intensidad que antes de las elecciones, ahora que la violencia ya no sirve a ningún propósito para ambos bandos. En su primer gran discurso desde la victoria del AKP, Erdogan enfatizó que Turquía seguirá luchando contra los insurgentes kurdos “hasta que el último militante sea liquidado”, una decisión que puede ofrecerle mayores réditos políticos de cara a los votantes ultranacionalistas que se han pasado a las filas del AKP. Lo mismo podría considerar el PKK, que probablemente cancelará el alto al fuego electoral y seguirá presionando al ejército para obtener una mejor posición de reanudarse las negociaciones. Sin embargo, a medio plazo, el conflicto tiene un importante coste que no interesa a nadie. El problema, si la violencia sigue escalando, es que detener este tipo de escaladas puede resultar complicado.
Lo que casi nadie pone en duda es que se incrementará la represión contra la oposición, así como la persecución de los medios críticos con el Ejecutivo. El lunes 2 de noviembre, menos de 24 horas después de los comicios, la Oficina de la Fiscalía Pública de Estambul ordenó el secuestro judicial de la revista Nokta por “sedición” e “incitar abiertamente al pueblo a cometer un crimen”. La publicación sacó en su portada una foto de Erdogan bajo el titular: “Lunes, 2 de noviembre: comienza la guerra civil en Turquía”, una idea que ronda la cabeza de muchos turcos ante la evidente polarización del país, cada vez más pronunciada.
“Trabajemos juntos por una Constitución liberal, civil, y cambiemos la Constitución creada por el golpe de Estado”, dijo el primer ministro, Ahmet Davutoglu, el domingo en su discurso de celebración. Una idea que volvió a reiterar al día siguiente el portavoz del AKP, Ömer Çelik: “Una nueva Constitución es el primer punto de las políticas básicas que el AKP ha prometido a Turquía. La promesa de una nueva Constitución es su compromiso más reciente y sólido. Está en marcha”, aseveró.
El problema es que la creación de un texto constitucional implica una idea impuesta por Erdogan, que horroriza a la oposición: el cambio a un modelo presidencialista en el que se refuercen las competencias de dicho cargo, lo que incrementaría todavía más la concentración de poder en sus manos. De momento, el AKP carece de la mayoría necesaria para llevar a cabo esta modificación por sí solo, pero podría arrastrar el apoyo de unos pocos diputados opositores, los suficientes como para someter la idea a un referéndum que tendría muchas posibilidades de ganar.
Está por ver si el primer ministro, Ahmet Davutoglu, seguirá actuando a dúo con -y supeditado a- Erdogan, o se producirá una emancipación que, casi con seguridad, conduciría a cierto enfrentamiento con el presidente, al menos a nivel interno
La victoria, además, ha creado nuevas incógnitas sobre el papel que jugará el propio Davutoglu. Si durante el último año el primer ministro no ha logrado proyectar una imagen de actor político independiente, y muchos –tanto en la propia Turquía como en el extranjero-- lo consideran poco más que un peón de Erdogan, cabe atribuirle al menos una parte del mérito a la hora de recuperar la mayoría absoluta, lo que consolida su posición dentro del partido. Está por ver si seguirá actuando a dúo con –y supeditado a-- Erdogan, o se producirá una emancipación que, casi con seguridad, conduciría a cierto enfrentamiento con el presidente, al menos a nivel interno.
Por otra parte, las críticas a la política interna del gobierno turco han vuelto a llegar desde Bruselas, una gran interesada en los resultados de estas elecciones. Este miércoles, Johannes Hahn,comisario europeo de Ampliación y Vecindad advirtió a Turquía que la amenaza a la libertad de prensa y la intimidación a periodistas no hacen sino disminuir las posibilidades de adhesión de este país a la UE. Con estas palabras Hahn volvía a retomar el discurso crítico habitual de Bruselas, que se había moderado tras el anuncio de elaborar un plan conjunto con Turquía sobre la cuestión de los refugiados. De hecho, la Comisión Europea ha retrasado la publicación de su Informe de Progreso sobre este país –el informe anual que elabora esta institución sobre los países que buscan entrar en la Unión-, por temor a que su contenido crítico saboteara las negociaciones con Ankara. La Unión Europea tiene mayores preocupaciones respecto a Turquía que las políticas internas del AKP. Sus prioridades radican en estos momentos en poner freno al flujo migratorio. Por ello, se apresuró a asegurar que trabajaría con el nuevo Gobierno, recalcando que los comicios "han reafirmado el firme compromiso del pueblo turco con los procesos democráticos"
Al mismo tiempo, la economía, una de las principales cartas de triunfo del AKP, comienza a dar síntomas inmediatos de recuperación. Según el diario Hurriyet Daily News, la lira se reevaluó en casi cuatro puntos, hasta 2,79, con respecto al dólar, del mismo modo que los principales indicadores de la Bolsa de Estambul, que aumentaron en un 5,4%.
Según declaraciones de Inan Demir, economista principal del Finansbank, si bien se espera una recuperación del mercado, se mantienen ciertas interrogantes que inciden directamente en la economía, como el desenlace del conflicto kurdo, la próxima política económica del AKP y su actitud en el panorama nacional, en especial hacia rivales políticos y medios de prensa críticos con su gobierno.
Como mercado emergente, mientras tanto, los problemas profundos de Turquía continúan, aseguran los especialistas, incidiendo por ejemplo, en el turismo, un sector afectado por los últimos acontecimientos violentos en el país –que este año ha perdido 4.400 millones de dólares--. Ante este panorama, parece mantenerse la vieja esperanza de muchos de que sólo la economía podrá bajar a Erdogan de su trono; algo que no han conseguido ni los militares, ni las protestas, ni la corrupción, ni la violencia… ni las urnas.
Rostros sorprendidos observaban en los televisores de los cafés de Estambul el seguimiento del recuento de votos en las elecciones turcas del domingo 1 de noviembre. De un apurado 42% que le daban las encuestas, el Partido Justicia y Desarrollo (AKP) –actualmente en el poder-- se hizo con un 49,4%,...
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Grettel Reinoso
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