Turquía, unos comicios que tal vez no despejen las dudas
Menos ruido pero mucha más incertidumbre domina el panorama político previo a las segundas elecciones en cinco meses, marcado por el conflicto kurdo, la represión del Gobierno, el miedo y la importancia estratégica del país
Grettel Reinoso Estambul , 31/10/2015
Partidarios del Partido Republicano Popular (CHP) reparten propaganda electoral en las pasadas elecciones de junio.
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Incertidumbre, tensión, pesimismo son los elementos que conforman el ambiente previo a las segundas elecciones parlamentarias en Turquía en cinco meses. Tras la gran derrota en los comicios del pasado junio del Partido Justicia y Desarrollo (AKP) --que aunque sigue siendo el más votado de Turquía, no consiguió la mayoría necesaria para formar gobierno-- se creó un escenario de posibles coaliciones que no prosperaron. Desde entonces, Turquía anda “desgobernada”, y al desplome de la economía se le ha sumado una espiral de violencia de gran alcance en el conflicto kurdo, y el peor atentado de la historia del país, ocurrido en Ankara el pasado 10 de octubre, en el que murieron más de un centenar de personas a manos de suicidas del Estado Islámico.
No se respira una atmósfera electoral. En comparación con junio, esta vez hay mucho menos ruido. El Partido Popular Democrático (HDP), de base kurda, ha suspendido sus mítines por temor a posibles atentados (como el que sufrió durante la anterior campaña electoral en la ciudad de Diyarbakir), consciente de que las autoridades no se empeñarán a fondo para evitarlos. Incluso el normalmente omnipresente Recep Tayyip Erdogan, presidente de la República y fundador del AKP, anda más calmado por estos días. Y es que, según la mayoría de los sondeos, los resultados serán más o menos los mismos de junio. La cuestión es qué pasará después.
Estabilidad: ¿Coalición o mayoría parlamentaria?
Las encuestas y pronósticos no varían mucho respecto a los comicios de junio, y el punto clave de la cuestión es si el AKP logrará la mayoría para formar gobierno o se dará paso, una vez más, a un escenario de posibles coaliciones, que en esta ocasión, por motivos económicos y de estabilidad nacional, deberán hacerse realidad.
El AKP de Erdogan y su 'lobby' económico aseguran que la solución está en recuperar la mayoría absoluta. De hecho, el vicepresidente Mehmet Ali Sahin dejó claro que la posibilidad de una coalición no les resulta para nada atractiva
Ante dicho panorama, el 'juego de tronos' de la política turca parece no tener fin. Una cuestión importante es si el HDP logrará sobrepasar otra vez la barrera electoral del diez por ciento para entrar en el Parlamento, algo que se da como seguro. Sin embargo, el estigma de sus presuntos vínculos con la guerrilla kurda, y el regreso a la violencia de ésta, puede restarle el voto de muchos turcos que apostaban por este joven partido como el esperanzador homólogo de Syriza en Grecia o Podemos en España.
En el otro extremo, el conservador Partido de Acción Nacional (MHP), si bien puede capitalizar el resurgir del sentimiento antikurdo causado por la reanimación del conflicto, no se muestra sino como un leño más para el fuego que arde hoy en el país, con un líder poco carismático que ha entorpecido las posibilidades de coalición. El Partido Republicano Popular (CHP), en cambio, podría salir mejor parado de estas elecciones, y para muchos representa la opción más “deseable” para gobernar en coalición con el AKP, que haría más tangible la estabilidad que Turquía necesita.
En cambio, el AKP y su lobby económico aseguran que la solución está en recuperar la mayoría absoluta. De hecho, el vicepresidente Mehmet Ali Sahin dejó claro que la posibilidad de una coalición no les resulta para nada atractiva, al declarar que, de repetirse los resultados de junio, la convocatoria de nuevas elecciones “estaría en el horizonte”.
Pero además, otros truenos han caído sobre el Partido Justicia y Desarrollo en los últimos días. La escandalosa y espectacular intervención policial de un consorcio mediático (el holding Koza Ipek, conocido por sus vínculos con el grupo que Erdogan considera su peor adversario: la cofradía del teólogo Fethullah Gülen), así como la censura desatada, la creciente falta de libertades civiles y la escalada de violencia, puede haberle restado algún voto al AKP. “Este es el peor período de la historia del periodismo en Turquía. Yo llevo décadas en la profesión, y nunca he visto una presión semejante”, afirma Ergun Babahan, columnista del diario Millet, crítico con el gobierno.
Según el economista Mustafá Sönmez, “existe una razonable relación entre el Índice de Confianza del Consumidor (ICC) y los resultados electorales del AKP. En los últimos años este índice ha decrecido, y también lo han hecho los votos de ese partido"
Pero no sólo las reivindicaciones religiosas y sociales definirán el resultado de estas elecciones. Algunos especialistas aseguran que el principal elemento de intención de voto del AKP sigue siendo la economía. Y en ese ámbito el panorama también es incierto.
Según el economista Mustafá Sönmez, “existe una razonable relación entre el Índice de Confianza del Consumidor (ICC) y los resultados electorales del AKP. En los últimos años este índice ha decrecido, y también lo han hecho los votos de ese partido. No espero que eso cambie en estas elecciones. El AKP no tiene la solución al problema. Tanto los riesgos económicos como los políticos y geopolíticos son altos, y esto favorece la fuga de capitales extranjeros de Turquía. Dichos riesgos podrían disminuir con una coalición fuerte”.
Dependiendo de los resultados de este domingo, se habla incluso del surgimiento de un quinto partido, como resultado de una escisión del propio AKP y varios de sus fundadores, que han ido quedando al margen ante la fiebre de poder de Tayyip Erdogan.
Y mientras, muchas personas al margen del conflicto turco-kurdo o el fanatismo de partidos no encuentran otro incentivo para votar que la búsqueda de la paz y la estabilidad. Sólo que no saben cómo encauzar su elección para favorecerlas.
Celil Denktas, jubilado, recrea un panorama más bien desolador: “En caso de no contar con una coalición estable o un partido mayoritario, los problemas que se han ido solapando hasta ahora comenzarán a aparecer, lo que podría concluir con una intervención militar”. Sin embargo, afirma que no es del todo pesimista “pues poco a poco la gente ve y aprende, y tal vez se decida a cambiar la manera de hacer las cosas”.
Otros no ven el futuro con las mismas perspectivas. Turquía, a las puertas de Oriente Próximo, Siria y el Estado Islámico, a la par que miembro de la OTAN, es un país clave en la geopolítica del mundo actual. Lo tiene claro la Unión Europea, que ha preferido pactar con el ‘diablo’ y hacer ciertas promesas al presidente Erdogan a cambio de que Turquía ponga freno al flujo de refugiados que atraviesa su territorio en ruta hacia Europa. Se cree que la Comisión Europea ha accedido a aplazar la publicación de su Informe Anual de Progreso sobre el proceso de adhesión a la UE hasta después de las elecciones -un favor que habría pedido el propio Erdogan-, para “no interferir en el voto”.
“Si Erdogan pierde el poder podemos tener al Estado Islámico poniendo bombas contra un gobierno 'infiel', dado que hay miles de militantes en Turquía”, declara Babahan. “Las elecciones son una especie de referéndum en las que se vota: paz o guerra”.
Incertidumbre, tensión, pesimismo son los elementos que conforman el ambiente previo a las segundas elecciones parlamentarias en Turquía en cinco meses. Tras la gran derrota en los comicios del pasado junio del Partido Justicia y Desarrollo (AKP) --que aunque sigue siendo el más votado de Turquía, no...
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