Tuiteando vengo
La España de Rinconete y Cortadillo
Moe de Triana 11/11/2015
En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí
La actualidad es un rodillo continuo de charradas y a estas alturas pocas primicias tienen el don de sorprendernos una pizca al menos. Pero al igual que las perversas y noctámbulas meigas gallegas, haberlas haylas. A veces asoman entre la habitual marabunta desinformativa y nos invitan a leer detenidamente unos minutos o bien a subir el volumen de la televisión o la radio mientras aguzamos los sentidos aviesa y apresuradamente. La noticia en este caso, atención, era la que nos colocaba como sexta nación del mundo en la que más se hurta en los comercios. La sorpresa, imaginarán, no pasaba por otra circunstancia que no fuera saber qué cinco países eran capaces de superarnos en ese ranking del que dábamos por hecho un estrepitoso liderazgo español. Menudo chasco.
Para algo que llevamos cientos de años entrenando y van y nos pasan a velocidad de concorde mexicanos, holandeses, finlandeses, japoneses y chinos. En ese orden de llegada. Trepas y mangantes. Quedar en esa posición tampoco es que ennoblezca demasiado. Nos saca del podio, aunque a su vez dice bastante de la identidad que para mal arrastramos los españoles allá donde pisamos haciendo desaparecer ceniceros. Los atilas de la mala fama. Asumámoslo. Les ocurrió a nuestros abuelos; a los abuelos de sus abuelos, y así hasta remontar una generosa cifra de generaciones pasadas. Las raíces comenzaron a ahondar fuertemente durante los siglos XVI y XVII. Echen cuentas.
Irremediablemente, la picaresca y la pillería han sido desde entonces, duela o pese reconocerlo, las verdaderas señas de lo que ahora algunos se enorgullecen en llamar marca España, puesto que precisamente fueron las vidas de granujas y tunantes, a falta de otras, las que lograron por mérito propio alcanzar la inmortalidad gracias a su sobresaliente relevancia en aquel periodo histórico, convirtiéndose en las sublimes obras maestras de la Literatura Española que todos hemos leído, o deberíamos descubrir para entender mejor quiénes somos. El género supo crecer y hacerse fuerte en la angustiosa carestía de valores de la época. Hundido bajo las corruptelas que penduleaban de la nobleza a la Justicia dándole tajada al todopoderoso clero.
Carcomido por el sálvese quien pueda y el a Dios rogando y con el mazo dando, el país de la fachada y las apariencias se fraguaba a fuego lento en medio de presuntuosos hidalgos de boquilla y astutos estafadores de taberna urdiendo planes que les ayudasen a poder llevarse un mendrugo de pan a las bocas antes de que les sorprendiese la noche. El tiempo pasó, pero sólo el tiempo. La España de Pedro Rincón y Diego Cortado, la de Guzmán o el Buscón, nunca se fue. Se quedó para siempre oculta tras las esquinas de cualquier ciudad. Agazapada al acecho en sus recovecos. Omnipresente. Está en el tendero de tu calle; en el vendedor de cupones del semáforo; en el frutero de la plaza; en el político que sonríe; en definitiva, en nosotros.
Perdimos la elegancia del diálogo cervantino y la agudeza incisiva de Quevedo, pero no dejamos de ser, en potencia, unos bribones oportunistas que, siglos después del famoso Lazarillo, seguimos comiendo en silencio las uvas de dos en dos sumidos en la indolencia, y lo quizás aún peor, mirando a otro lado cuando vemos que otros también lo hacen.
La actualidad es un rodillo continuo de charradas y a estas alturas pocas primicias tienen el don de sorprendernos una pizca al menos. Pero al igual que las perversas y noctámbulas meigas gallegas, haberlas haylas. A veces asoman entre la habitual marabunta desinformativa y nos invitan a leer...
Autor >
Moe de Triana
Álvaro Ballén (Sanlúcar de Barrameda, 1983) Como técnico superior trabajo en el ámbito de la animación sociocultural y la integración aunque de vez en cuando intento pensar y me da por escribir. Desde CTXT oigo los latiditos de Twitter. A menudo blogueo en moedetriana.com.
Suscríbete a CTXT
Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias
Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí