Testimonio
Como en Egipto, en Túnez y en España
Michel Clavé 14/11/2015
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Viernes, 13 de Noviembre 2015
20h10. Jackie y su madre me vienen a buscar para ir a tomar algo antes de cenar por ahí. Después de estar un rato charlando y gastándonos alguna broma nos dirigimos a las 21h40 hacia un restaurante argentino. Me decido, sin mucho entusiasmo después de haber picoteado, por una carne a la parrilla. Comenzamos nuestros platos, dejando por mi parte la mitad por falta de apetito….
22h10. Recibo un mensaje de teléfono de mi mejor amiga preocupándose por mí, al mismo tiempo mi cuñada me manda otro mensaje también preguntando por mí. Me dispongo a contestar cuando Jackie me señala jocosamente que no es correcto responder a los mensajes cuando estamos acompañados. En ese mismo instante un amigo me pide que por favor conecte la televisión esté donde esté y me comunica que ha habido un tiroteo con 20 víctimas. Se lo comento a los demás comensales de la mesa sin que parezca alarmarles mucho. Salvo que mis mensajes se encadenan en 40 muertos, 60 muertos, y un posible atentado. Lo vuelvo a comentar y una vecina de mesa dice que no debemos alarmarnos, que en ese mismo momento ya se deben estar tomando medidas y que los refugiados sirios experimentan peores ataques.
Tras escuchar esto me revuelvo contra ella y le respondo que la situación parece grave y alarmante, algo que parece argumentar otra clienta que anuncia en voz alta que estamos en estado de guerra, dejando de esa manera petrificado a todo el comedor del restaurante.
No deseaba otra cosa que salir de ahí y regresar a casa, responder a todos los mensajes que cada vez eran más numerosos y, sobre todo, ponerme al corriente de la situación. Nos despedimos Jackie y yo un poco un poco fríos por la situación y regreso mi casa. Es en ese momento en el que me doy cuenta del verdadero horror, de la catástrofe, de la angustia de la gente.
Sábado, 14 de noviembre
01h00. No paran de llegar mensajes sin parar con más preocupaciones, apoyos y preguntas.
7h00. Mi teléfono suena. Un amigo de Túnez quiere saber dónde estaba anoche y está verdaderamente preocupado por si me ha pasado algo. Aún algo aturdido veo las noticias que informan de 120 muertos y muchos heridos, de los cuales 80 en estado crítico.
9h30. Mensaje de mi empresa que me anuncia que debo prepararme para anular agenda para los próximos cuatro días y tomar las medidas necesarias para tranquilizar a todos mis equipos de trabajo.
Este comienzo de día no ha sido más que un pequeño aperitivo de lo que iba a descubrir cuando decido salir a comprar a un barrio céntrico. Todo cerrado. Dejándome como único espectador frente a los escaparates ya de Navidad, sin música. Un macabro cuento de hadas para los niños. Sobre todo muy pocas personas para admirar una magia que no hace ningún efecto. La gente recorre las calles a paso ligero pero como no sabiendo a dónde ir. Los turistas desorientados y perdidos se preguntan qué podrían hacer en una jornada donde todos estamos de luto.
Yo mismo me encuentro muy solo, a la vez tranquilizando a mis amigos que continúan queriendo saber de mí, telefoneando a la gente de mi empresa para saber qué suerte han corrido. ¿Cómo explicarlo? Es como si te encontraras en una carretera brumosa y de repente no puedes ver más el horizonte, junto con el fuerte sentimiento de haber perdido a un ser amado, sentir el desamparo alrededor tuyo y aún así deber enfrentarte a todo ello sin solución alguna.
Ya son las 17h00, no tengo ganas de salir. Enclaustrarme en casa no por miedo sino por un sentimiento de apoyo a todas esas víctimas inocentes que han desaparecido por nada. Asesinados por cobardes armados hasta los dientes durante un concierto, un partido de fútbol o una copa con los amigos.
Lo mismo que pasó en Egipto, en Túnez, en España, para desestabilizar vidas.
Se dice que estamos viviendo una pesadilla y esperamos que dure poco, pero también sabemos que cuando termine todo esto no volveremos a ver a mucha gente.
Aquí está mi experiencia vivida en primera persona como un parisino normal.
Necesitaba enfrentarme a un folio en blanco quizá para marcar un punto que no olvidaré como tampoco uno se olvida de aquel 11 de Septiembre, a fin de que quede reflejada esta página triste de la historia.
Espero no volverme supersticioso, pues jamás un viernes 13 fue tan estremecedor.
Michel Clavé es director artístico en POTEL ET CHABOT, y lleva 30 años viviendo en París.
Viernes, 13 de Noviembre 2015
20h10. Jackie y su madre me vienen a buscar para ir a tomar algo antes de cenar por ahí. Después de estar un rato charlando y gastándonos alguna broma nos dirigimos a las 21h40 hacia un restaurante argentino. Me decido, sin mucho entusiasmo después de haber picoteado, por una...
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Michel Clavé
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