Fondo de armario
Destellos de belleza
Nabokov demuestra en ‘Risa en la oscuridad’ que se puede escribir una novela (casi) perfecta —frases certeras, humor, párrafos redondos— sin muchos aspavientos
Raúl Gay 2/12/2015
El escritor Vladimir Nabokov
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Risa en la oscuridad
Vladimir Nabokov
Traducción de Javier Calzada
Editorial Anagrama, 2000
241 páginas
La vida de un hombre se puede sintetizar en el espacio de una lápida, asegura Vladimir Nabokov. Pero a todo el mundo le gusta conocer pormenores, los divinos detalles, de los que habla en una de sus clases. Por eso dedica 250 páginas a la historia mil veces contada de un adulterio, pese a que la resume en una pocas líneas al inicio de la novela.
Érase una vez un hombre llamado Albinus, que vivía en Berlín, Alemania. Era rico, respetable, feliz. Un día abandonó a su mujer por una amante joven; amó; no fue amado; y su vida acabó en un desastre.
Nabokov es un maestro de la narración, y aquí lo prueba. Famoso por Lolita —donde no hay tanto sexo como quisieron ver— y las construcciones literarias que practicó en sus últimas novelas, demuestra en Risa en la oscuridad que se puede escribir una novela (casi) perfecta sin muchos aspavientos. Por momentos, parece que no le costase ningún esfuerzo, que esas frases certeras, esos párrafos redondos y esos toques de humor fueran un mero entrenamiento para lo que vendría después.
Estamos acostumbrados a medir a los grandes escritores por sus grandes novelas (Cien años de soledad, Moby Dick, Los detectives salvajes) pero tal vez sea en los trabajos más breves y menos ambiciosos donde demuestran su verdadera maestría (Bartleby, Crónica de una muerte anunciada, Nocturno de Chile). Textos aparentemente sencillos que sintetizan su arte y su estilo. Risa en la oscuridad es un buen ejemplo de esta hipótesis.
El lector de esta novela casi podría seguir su argumento leyendo el primer párrafo de cada capítulo. Nabokov presenta al protagonista, a la amante... resume las acciones en apenas unas líneas y sabe caracterizar a sus personajes con muy pocos elementos.
La madre era aún joven, pero estaba bastante estropeada también: una mujer zafia e insensible, cuyas palmas rojas parecían hechas para prodigar golpes. [...] Una pobre mujer, ciertamente, que no merecía ser en absoluto objeto de burlas.
La chica de la que se enamora el protagonista se llama Margot. Nabokov repasa su vida, de niña humillada en la escuela a adolescente con sueños de ser actriz y a joven que se acuesta con hombres a cambio de dinero. Una actividad que en la novela no es tanto la prostitución actual como la costumbre de antiguas amantes —y no tan antiguas— que saltaban de rico en rico para ser mantenidas.
Cierta noche, en un bar, un individuo viejo y gordo con una narizota que parecía una pera a punto de reventar de puro madura apoyó la mano arrugada en su rodilla enfundada en seda y dijo melancólicamente:
—Me alegra encontrarte de nuevo, Dora. ¿Recuerdas lo mucho que nos divertimos el verano pasado?
Ella se rió y le respondió que estaba en un error. [...] Ella le dio su número de teléfono. Cuando le hubo pagado el alquiler de su piso hasta noviembre, además de darle suficiente dinero para que se comprara un abrigo de pieles, le permitió que pasara la noche en el piso. Era un buen compañero de cama, pues se quedaba inmediatamente dormido en cuanto dejaba de jadear.
Cuando se le agotan estos señores con dinero, se ve obligada a trabajar de acomodadora en un cine; una forma, piensa Margot, de acercarse a su sueño de ser actriz. Allí conoce a Albinus.
El encuentro resulta casi incómodo para el lector. Un señor respetable conoce a una joven, la sigue, la sujeta del brazo en plena calle y, desesperado, trata de besarla. Ha caído en el embrujo, como después caerá Humbert Humbert. Si supiera que iban a colgarme por hacerlo, se dijo, seguiría mirándola.
Albinus está en situación de debilidad. Enganchado a Margot, cede en todo y entrega todo lo que ella le pide, aun a riesgo de su estabilidad. Una noche, la amante llama a su domicilio, sabiendo que puede contestar la esposa; y él reacciona de la siguiente manera:
En primer lugar quiero que sepas que no estoy enfadado contigo porque me hayas telefoneado, naturalmente que no. Pero te ruego, te suplico, que no vuelvas a hacerlo, querida, mi amor.
“Así está mejor”, pensó Margot.
Albinus le pone un piso, le da dinero sin medir la cantidad y Margot gasta sin parar. El pobre está ciego de amor y no ve que se aprovechan de él. El timo —llamarlo romance sería exagerado— destruye la vida de Albinus; mejor no leer la contraportada de Anagrama para evitar un spoiler clave. Que el buen señor iba a terminar mal lo sabíamos desde el inicio, pero disfrutamos igual viendo cómo va cayendo en las garras de Margot y cómo pierde la casa, el dinero y la dignidad.
Nabokov escribió esta genialidad en 1933, cuando tenía 34 años; lo hizo en su lengua materna, en ruso. Poco después fue publicada en inglés, pero no quedó conforme con la traducción. Propuso al editor traducirla él mismo y reescribió partes enteras (el párrafo inicial surgió en este momento). Fue su primera obra realmente escrita en inglés y, según dicen quienes han leído la primera versión, mejora en mucho la novela escrita años antes.
Leer esta novela lleva a pensar en los cientos de libros que cada año se publican, en su desigual calidad, en su rara permanencia en el tiempo... Es un gozo parar de vez en cuando en los clásicos y saborear la verdadera literatura.
Risa en la oscuridad
Vladimir Nabokov
Traducción de Javier Calzada
Editorial Anagrama, 2000
241 páginas
La vida de un hombre se puede...
Autor >
Raúl Gay
Periodista. Ha trabajado en Aragón TV, ha escrito reseñas en Artes y Letras y ha sido coeditor del blog De retrones y hombres en eldiario.es. Sus amigos le decían que para ser feliz sólo necesitaba un libro, una tostada de Nutella y una cocacola. No se equivocaban.
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