Ceremonias de interior
Ignacio Ferrando
Editorial Castalia, 2006
288 páginas

Ignacio Ferrando es el mejor secreto de la literatura española actual. Un ingeniero de 43 años que durante un tiempo trabajó por las mañanas a pie de obra mientras rellenaba folios de ficción por las noches. Hasta que se atrevió a dar el salto. Ahora imparte clases en la Escuela de Escritores y tiene 6 libros publicados. Tal vez porque su pasión es el cuento, no es muy conocido en este país de novelas. Hace 4 años, leí Sicilia, invierno y me asombró. Era una colección de relatos perfecta; no en vano, muchos de ellos habían ganado algún premio literario. Este año ha publicado su último trabajo, una novela (Nosotros H), y aprovecho para leer y recomendar su primer libro de cuentos, con el que obtuvo el el XVI Premio Tiflos de cuento.

Podría haberse titulado Por el amor de una mujer o incluso Mujeres fatales. La mayor parte de los relatos narran historias de hombres que aspiran a compartir un instante, una noche o una vida con una mujer. Y fracasan en el intento. No sólo fracasan: terminan destruidos (a veces literalmente).

El protagonista del relato que abre el volumen es un tipo que va en silla de ruedas y quiere aprender a tocar el saxo como Charlie Parker para conquistar a su vecina, una joven francesa sin brazos, que le recuerda a la Venus de Milo. Mientras practica en una escuela de tercera, esculpe sin parar estatuas en miniatura de mujeres mancas.

Un acróbata protagoniza el siguiente cuento. Ferrando dilata durante 20 páginas lo que sucede en apenas 30 segundos: mientras realiza un doble salto mortal, el hombre recuerda una larga relación. El amor de dos mujeres, el riesgo, la huida. Logra que sintamos auténtica tensión en el momento del salto.

Ignacio Ferrando se aleja del minimalismo y realismo sucio de Raymond Carver, tan explotado durante unos años. Tampoco es un escritor de cuentos breves con truco final. Prefiere los relatos densos, suficientemente largos para que sean una verdadera narración y no la fotografía de un instante. Sus relatos están muy trabajados, sus frases son largas y no busca que el relato tenga las palabras justas. En muchos encontramos la frase perfecta para su cierre, pero unos párrafos antes de que termine. Ferrando suele regalar una coda, unos minutos más con sus personajes. En cierto sentido, algunos de sus cuentos podrían pasar por novelas comprimidas.

A medida que avanza el libro, los relatos adoptan rasgos de fantasía. En uno, el protagonista es un anfibio que se encuentra a gusto en la bañera; en otro, una chica vive una historia de amor a través de un sueño muy real. El relato de una mujer-araña y el de una princesa dueña de un reloj muy especial son dos de los más logrados.

La mayor satisfacción de un escritor es convertir unas palabras que narran un hecho imaginario en realidad para quien las lee. Al menos, durante los minutos u horas que dura la lectura. Del mismo modo que el protagonista de un relato descubre la fórmula para esta transformación y puebla su casa de personajes literarios, Ferrando logra que el lector viva alguno de sus cuentos como si fuera lo único importante en la tierra. Un maestro.