Análisis
¿El germen de la próxima crisis financiera?
El mercado de deuda ‘high-yield’ (‘basura’) pasa por severos problemas de liquidez y la ‘gasolina’ monetaria --la cantidad de dinero en el mercado se ha multiplicado por 2,5 en menos de siete años-- ya no parece suficiente
Javier Santacruz Cano 16/12/2015
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Muchos son los mitos que circulan acerca de los remedios para el que bebe más de la cuenta, más si cabe en plena temporada de cenas navideñas. Desde el ibuprofeno antes de dormir hasta el chocolate con churros de primera hora, pasando por una cerveza que dicen que equilibra el pH, son varios os consejos que alguna vez hemos practicado con más o menos éxito.
Mutatis mutandis, algo así como la cerveza que se administra a alguien que ya ha bebido demasiado, se ha venido aplicando en los últimos siete años a un sistema financiero internacional con un exceso de liquidez sin precedentes. En este caso, la cerveza que regula el pH ha sido más dinero y en cantidades astronómicas hasta nuestros días, como es el caso del Banco de Japón, que sigue inyectando a una economía que no arranca ni a tirones 85.000 millones de yenes (638 millones de euros) ¡al mes!
Desde el minuto cero, los Bancos Centrales y los Gobiernos (quitando al de España que negó la crisis durante año y medio) decidieron plantar cara a la crisis con más gasto público y más oferta monetaria. La primera acabó en la generación de un volumen gigantesco de deuda, mientras que la segunda va camino de perpetuarse en el tiempo.
En menos de siete años, la cantidad de dinero en el mercado se ha multiplicado por 2,5 en todo el mundo –en el caso de Estados Unidos, se ha multiplicado por 6–, tanto de dinero físico (cantidad de billetes) como en dinero electrónico (anotaciones en cuenta, la mayoría de las transacciones en la actualidad). De esta forma, se consiguió controlar el riesgo de un hundimiento del sistema financiero a nivel global a costa de rescatar a innumerables agentes públicos y privados que, persuadidos por la era del dinero barato después del 11-S, decidieron acumular una enorme cantidad de riesgo.
Sin embargo, después de siete años volvemos a hacernos la misma pregunta: ¿estamos a salvo? ¿No será que estamos incubando la próxima crisis financiera? A estos temores contribuye de forma decisiva la intención de seguir activando la máquina de hacer dinero por parte de los Bancos Centrales. Sin ir más lejos, el Banco Central Europeo (BCE) seguirá inyectando 60.000 millones de euros todos los meses hasta marzo de 2017 mediante la compra de deuda pública y paquetes de hipotecas.
Antes de analizar los signos que nos advierten de riesgos financieros en el corto plazo, debemos hacer balance de los resultados de una política muy clara: intentar acabar con los problemas a golpe de talonario. En un primer momento, el dinero se canalizó a través de los bonos para acabar tanto en la Bolsa como en la renta fija más arriesgada, lo que llamamos high-yield. Gracias a esto, el índice bursátil más capitalizado a nivel mundial (el S&P 500) alcanzó su máximo histórico, mientras empresas americanas con un alto riesgo de quiebra pasaron de emitir bonos con cupón cercano al 13% a emitir por debajo del 7%.
En este sentido, uno de los mercados más beneficiados por las políticas monetarias expansivas ha sido el de la deuda high-yield o deuda basura. De todas las empresas cuyas emisiones están catalogadas por debajo del investment grade, las estrellas fueron las petroleras y las biotecnológicas. Mientras el petróleo estuvo por encima de los 100 dólares y las patentes se pagaban a precios astronómicos, estas compañías se beneficiaron de otro viento de cola: el apetito de los inversores por el riesgo.
El problema viene cuando todos estos vientos de cola no sólo han dejado de soplar sino que lo hacen en contra. El petróleo se ha hundido hasta mínimos de hace 9 años mientras la actividad investigadora tiene un nuevo competidor que está sacando patentes y productos como churros al mercado: China. A ello, se une un hecho que llevamos observando en los últimos meses, particularmente desde el verano, y es el poco apetito que los inversores tienen por el riesgo.
Precisamente, este repliegue de posiciones de riesgo ha provocado el cerrojazo de tres grandes fondos de inversión americanos basados en deuda high-yield. ¿Qué quiere decir? Que los fondos high-yield de Third Avenue Management (con 1.000 millones de dólares bajo gestión), Stone Lion Capital Partners (400 millones de dólares bajo gestión) y Lucidus Capital Partners (900 millones de dólares de patrimonio) han prohibido los reembolsos y traspasos de las inversiones de los partícipes hasta que la situación no se calme. El elevado número de peticiones de reembolso amenazaba con descapitalizar los dos fondos de forma rápida. Este es uno de los síntomas de que el mercado de deuda high-yield pasa por severos problemas de liquidez.
Estos movimientos reflejan las muchas incertidumbres que tienen los inversores a nivel mundial, descontando un riesgo evidente de inestabilidad financiera. La gasolina monetaria no es suficiente y parece que no lo será después de estirar tanto este chicle.
Muchos son los mitos que circulan acerca de los remedios para el que bebe más de la cuenta, más si cabe en plena temporada de cenas navideñas. Desde el ibuprofeno antes de dormir hasta el chocolate con churros de primera hora, pasando por una cerveza que dicen que equilibra el pH, son varios os...
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Javier Santacruz Cano
Es economista y socio de China Capital.
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