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Que sí, que nos cuesta horrores defender el bipartidismo, pero a ver quién no procede de él. Sí, levanten la mano que estoy deseando conocerlos. Ahora no mola la vieja política y el que los haya votado es un rancio que no está en la onda. Como nosotros, que hemos debido estar votando a no sé qué partido en las últimas juergas de la democracia. Si no, no se entiende. El hombre procede del mono y del bipartidismo, amigos. Sí, en esta España que se rompe a cada rato pero que no acaba de hacerlo, por mucho que a Rivera le hayan dado el Super Glue para salvarlo.
Ahora nos gusta renegar del pasado y hemos decidido, motu proprio, aparcar en un rincón del cerebro cuando votamos a Aznar, a Zapatero, a Rajoy… pero que se aparque allá por el hipotálamo no implica que desaparezca, y tengamos algo de prudencia al dar lecciones. Algunos es mejor que no demuestren, porque ya llevan la hoja del expediente llena de porquería, pero los nuevos (algunos no tanto), los ‘inmaculados’, que tampoco saquen pecho palomo. Que tienen todo por demostrar y queda soberbio.
Permítanme que les haga una confesión. Otra. A mí me han decepcionado muchos políticos (y lo que te rondaré, castaña), pero también los periodistas. Sin saberlo, en el oficio ha pasado como con el sistema, que se ha podrido. Estoy esperando la regeneración que no llega, porque somos los primeros que chapoteamos y medramos en este sistema un poco hediondo que luego denunciamos con suficiencia.
Desde la atalaya (qué preconstitucional suena esto) de una cabecera nos hemos permitido unas licencias atroces. Pedir dinero a cambio de entrevistas, aceptar publirreportajes encubiertos, dejar que nos corrijan los directores de marketing. Me confieso culpable de dos de estas tres malas prácticas, no se vayan a pensar que tiro la piedra y escondo las manos con las que tecleo. Les contaré un secreto: hace unos meses, a mi mejor amigo le pidieron dinero en una radio, máxima audiencia y magazine de la mañana, por entrevistar a su jefe. Dijo que no y me lo contó escandalizado, siendo él ya perro viejo acostumbrado a torear en las plazas más diversas pero no por eso menos perplejo por que uno de los que pontifica y pide certificado de pureza a los políticos desde su micrófono acabara pidiendo cuatro cifras por unos minutos de entrevista.
La semana pasada, desde la redacción de un periódico nacional, pude ver unos whatsapp escandalizados de uno de sus redactores. Exigiendo explicaciones, fotos mediante, de por qué uno de los regalos recibidos por Navidad era más pequeño que el de su jefe. Dan ganas de mandarlo todo al carajo, oiga. Y una desea que esa ruptura del bipartidismo, que también se ha dado en el periodismo (aquí no había sólo dos, pero ustedes me entienden), implique algo de decencia en los nuevos, o en los no tan nuevos, o en todos los periodistas en general. Ojalá una lista de indecentes como la de Montoro (¡Qué regalazo, Cristóbal!) pero de periodistas. Ojalá podamos analizarla hasta el último detalle. Y echarnos unas risas. Micrófono delante. Y sin cobrar.
Que sí, que nos cuesta horrores defender el bipartidismo, pero a ver quién no procede de él. Sí, levanten la mano que estoy deseando conocerlos. Ahora no mola la vieja política y el que los haya votado es un rancio que no está en la onda. Como nosotros, que hemos debido estar votando a no sé qué partido en las...
Autor >
Ángeles Caballero
Es periodista, especializada en economía. Ha trabajado en Actualidad Económica, Qué y El Economista. Pertenece al Consejo Editorial de CTXT. Madre conciliadora de dos criaturas, en sus ratos libres, se suelta el pelo y se convierte en Norma Brutal.
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