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Entre pitos y flautas, el 2015 ha acabado casi sin darnos cuenta. Y de todas formas, qué más da, si 2016 ha empezado como acabó 2015: sin saber qué va a pasar. Nadie sabe, por ejemplo, qué va a pasar con lo de Cataluña. “Lo de Cataluña” ha enfrentado a primos y cuñados de todas las provincias estas Navidades, consolidándose como trending topic en la sobremesa, justo entre las copas y la camisa desabrochada. Le sigue de cerca “lo de España”, que ha dado menos juego, pero que ha servido de cortapisa a las quejas sobre el menú y la elección del after.
De “refugiados”, la palabra del año, no se ha hablado tanto, porque da un poco igual y ya tenemos suficiente con los dramas primermundistas de la familia. Sí se hablado de lo que había en la tele en Nochevieja. José Mota volvió a convencer a los directivos de TVE para hacer el programa de humor con el contenido más crítico hacia el gobierno y los dirigentes del Partido Popular de todo el año en la cadena. En Antena 3 recuperaron la inversión del mes de publicidad a un vestido con 2.242.000 espectadores, solo superados por el impenetrable Ramonchu. En Telecinco salieron unas personas en ropa interior. En su línea. Y en Canal Sur se tomaron las uvas sin sobresaltos.
El caso es que, durante estas fiestas, además de comer y beber con gente a la que usted seguramente aprecia, llega el momento de darle vueltas a lo que uno quiere que sea su 2016. No obstante, querido lector, hay cosas que escapan a nuestra mano y convendría enumerarlas. Una lista de propósitos. Propósitos para el 2016. Ocho. Que alguien debería cumplir. Anímese.
1. Dejar de retuitear las penurias de Pedro Sánchez. Ha tenido bastante gracia, hay que reconocerlo. Alguien indagó en el Twitter del socialista y sacó auténtico petróleo. El “Ser malos! Buenas noches colegas” de 2010 tiene más de 16.000 retuits. Un simple “a la cama”, 14.000. “A casita que hace mucho frío”, de 2011, el más premonitorio, ha sido compartido por más de 7.000 tuiteros. El “Buenos dias in the morning”, más de 8.000. Pero ya está. Esto tiene que acabar en 2016, por su salud y la de todos.
2. Empezar a tener en consideración a Abraham Mateo. Vamos a ver. No es lógico que en España no se valore a Abraham Mateo. Pedimos un Justin Bieber o unos One Direction, y ahí está Abraham Mateo, no le den más vueltas. En su último disco ha sacado tres canciones completamente en inglés. Tres. En English. El de los currículums y los cursos intensivos. Piensen que a sus 17 años ya puede comunicarse con más países que toda la historia de presidentes de nuestra democracia. Poca broma con Abraham Mateo.
3. Poner fin al temita de los gin-tonics. No se equivoquen. Bébanlos, compártanlos, disfruten de su variedad de sabores; disfruten el momento gin-tonic, en general. Pero ya está bien del numerito de la cuchara y el gas de la tónica. Ya está bien de rozar los bordes con un trozo de corteza de limón. ¿Alguien ha caído en la ridiculez de ese movimiento de muñeca casi inapreciable que hace el barman cuando aromatiza el contorno de la copa con un trozo de corteza de limón? Un trozo de corteza de limón. Por favor.
4. Un crowdfunding para Alberto Garzón. El crowdfunding es un método de financiación por el que la gente puede aportar dinero a proyectos a cambio de futuras recompensas. La idea sería hacer una de estas colectas modernas para el dirigente de IU. ¿El propósito? Ponerle una centralita que desmienta las veinticuatro horas que va a disolver Izquierda Unida. ¿La recompensa? Nos evitamos tener que pasar por cosas como esta. Si sobra algo de dinero, se puede comprar algo de seriedad para el 2016, también en la prensa.
5. Nota de corte para entrar a Facebook. Frases sin dueño, chorradas que quitan el sueño. Facebook es un foco de desinformación, así que cuidado con lo que comparte. La solución pasa, inevitablemente, por hacer pasar al usuario por exámenes de acceso. Éste deberá ser capaz de señalar casos prácticos de ironía, sorteos falsos de iPhone, y fotos de familiares que no debe comentar con gracietas. Si, además, es capaz de opinar en un par de líneas sobre un tema que no conoce, conseguirá el doble certificado para Twitter y Facebook.
6. Ahorrar en gimnasio. Dicen los expertos en cosas que las inscripciones al gimnasio aumentan entre un 50% y un 70% en enero. El sentimiento de culpabilidad tras los excesos navideños se apodera de la población, que decide hacer una donación de entre 20 y 70 euros a una empresa que no verá aparecer a ese cliente por sus instalaciones en todo el mes. Algo tienen estos lugares que nos vuelven locos, pero nadie sabe qué es. Este año, que alguien vaya al gimnasio y nos cuente a los demás cómo es. Gracias.
7. Stop frases motivacionales. Del jijijaja con Paulo Coelho hemos pasado a la abducción completa de nuestros productos de consumo. Los “no te rindas” y “persigue tus sueños a toda costa” protagonizan bolígrafos, libretas, agendas, camisetas, sudaderas, palmeras de chocolate y detergentes. Eso de encontrarse con un “todo es posible en la medida que tú creas que es posible” en la taza del café a las ocho de la mañana quizás esté creando unas expectativas demasiado altas a nuestro alrededor. Un poco menos de intensidad para 2016.
8. Mandar a Artur Mas a la próxima temporada de Supervivientes. La evolución natural de todo personaje público español que se precie es acabar en la isla del programa de Telecinco, en una muestra de que la muerte social, televisiva o política no debe inhabilitar a nadie para tratar de destacar en otros campos. Hay que reinventarse, y el nuevo año es una oportunidad estupenda para que Mas cambie de aires.
Fuera de la lista se quedan cosas como enviar a Donald Trump al espacio, tarea a la que ya se ha ofrecido Jeff Bezos, el CEO de Amazon, en una muestra de que la solidaridad siempre es importante. Sean solidarios. Miren a Adam Sandler, por ejemplo. En 2015 ha protagonizado Pixels y The Ridiculous 6, dos películas horribles para dos productoras diferentes. Ahí está a la clave: aportar tu granito de arena y llegar al máximo número de personas posibles.
Tengan un feliz 2016 lleno de buenos propósitos.
Entre pitos y flautas, el 2015 ha acabado casi sin darnos cuenta. Y de todas formas, qué más da, si 2016 ha empezado como acabó 2015: sin saber qué va a pasar. Nadie sabe, por ejemplo, qué va a pasar con lo de Cataluña. “Lo de Cataluña” ha enfrentado a primos y cuñados de todas las provincias estas Navidades,...
Autor >
Manuel Gare
Escribano veinteañero.
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