Los bancos españoles castigan a los ahorradores
La gestión de fondos garantizados es una de las más caras del mercado, de las más complejas y de las más engañosas. Bajo el apellido “garantizado” se esconde un complejo proceso para mantener la tesorería de la gestora y el manejo de derivados financieros
Javier Santacruz 6/01/2016
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La polémica económica por excelencia de los últimos meses ha sido la subida de comisiones por sacar dinero de los cajeros automáticos y la “guerra comercial” emprendida por las principales entidades financieras para ver quién establecía las comisiones más altas. Después de varios días de hostilidades, el Banco de España sentenció que solamente podía cobrarse una comisión por servicio, cuando realmente no se estaba debatiendo esto sino si se trataba de un abuso o no el que se cobrara por sacar dinero a aquellos que no fueran clientes.
En este sentido, la regulación provoca un coste creciente para el usuario ya que, por un lado, empuja a que los consumidores utilicen cada vez más tarjetas de crédito –con el coste que eso supone en comisiones sean anuales o trimestrales por parte de la entidad emisora de la tarjeta– y, a la vez, les cobra cada vez más por sacar dinero de un cajero. En la época en la que las Cajas de Ahorros se llevaban medio bien, un cliente de una Caja provincial podía sacar dinero en otro dispensador de otra Caja a bajo coste o incluso nulo. Ahora ya, ni eso.
Sin embargo, los 3 ó 4 euros de comisión (como mucho) por sacar dinero del cajero no es el coste más importante ante el que se enfrenta un usuario, a pesar de que sea el más “ruidoso”. En los últimos años, los escándalos financieros más sonados han resultado ser los menos gravosos y, en muchas ocasiones, han ocultado cosas que sí son verdaderamente relevantes y que erosionan de forma silenciosa el bolsillo del ahorrador. Siempre, la mejor de las estrategias cuando hablamos de dinero es la más silenciosa de todas las posibles.
Mientras nos rasgamos las vestiduras con las comisiones de los cajeros, el ahorrador más tradicional está sufriendo una merma en su dinero de entre el 2% y el 3% (en el peor de los casos) al pasar de los depósitos corrientes a fondos de inversión que llevan el apellido “garantizado”. Cuando un ahorrador ve el término “garantizado” automáticamente piensa que su capital está siendo gestionado de forma eficaz y que además eso no le cuesta dinero.
La realidad es muy diferente: la gestión de fondos garantizados es una de las más caras del mercado, de las más complejas y de las más engañosas. Bajo el apellido “garantizado” se esconde una gestión enormemente complicada de cobertura diaria de posiciones para mantener la tesorería de la gestora (normalmente dependiente de un banco, pocas gestoras independientes tienen fondos garantizados) y el manejo de derivados financieros que permita cumplir con el compromiso adquirido de devolver al partícipe su dinero en el momento en que este lo solicite (o en la ventana de liquidez que el fondo permita para rescatar el capital sin penalización).
La gestión de fondos garantizados es una de las más caras del mercado, de las más complejas y de las más engañosas
Dentro de este mundo se ha sumergido una cantidad importante de ahorradores que han abandonado los depósitos y buscan productos financieros que le proporcionen más rentabilidad con bajo riesgo. Muy pocos saben cuánto les está costando dicha gestión porque si lo supieran y comparan con otros productos, sin duda, no optarían por fondos garantizados o incluso por fondos de pensiones, la mayor parte de ellos claramente ruinosos.
De 313 fondos de pensiones con más de 15 años de historia, sólo 21 han logrado batir al IBEX 35, mientras 58 de ellos han tenido rentabilidad bruta negativa en este período, según cuenta el profesor del IESE Pablo Fernández en su último estudio sobre este asunto dentro del mercado español. Si a ello sumamos los tres costes más importantes que existen –comisión de gestión, inflación e impuesto sobre el capital– el número de fondos que han batido al IBEX 35 se reduce a 10.
Este hecho muestra hasta qué punto los “costes silenciosos” importan (y mucho) a la hora de evaluar la rentabilidad de las inversiones y, particularmente, de aquellos que tienen menor capacidad de reacción: los pequeños y medianos ahorradores. Esto será más exacerbado conforme los bancos han encontrado en las comisiones de corretaje, gestión y comercialización de los fondos, un “maná” del que poder nutrirse para enjugar sus cuentas de resultados.
Por el momento, la sustitución entre depósitos y fondos de inversión se está produciendo de una forma acelerada, tal como muestran los tres gráficos siguientes:
Según los datos de la patronal de fondos y planes de pensiones (Inverco) el patrimonio total de los fondos de inversión a cierre de año es de casi 220.000 millones de euros, de los cuales las categorías que más patrimonio han acumulado en 2015 son las que menos rentabilidad generan: los fondos mixtos de renta fija (+82,5% de crecimiento de su patrimonio) y los de retorno absoluto (+72,7%). Poco menos de la mitad del patrimonio total está invertido en fondos que han generado una rentabilidad anual promedio en 2015 de entre el -0,05% y el 0,36% antes de impuestos y comisiones.
A la luz de estos datos, en suma, un ahorrador típico está perdiendo dinero año tras año con instrumentos financieros caros, en muchos casos con gestión pasiva (el gestor se agarra a un índice sin objetivo de rentabilidad) y que no consiguen ni siquiera batir a la inflación a largo plazo. Por si fuera poco, desde este 1 de enero, Hacienda incentiva fiscalmente el ahorro que se invierte en los peores productos financieros del mercado (depósitos y seguros bajo el formato de “Plan Ahorro 5”) mientras castiga duramente el ahorro en acciones o vivienda (eliminación de la exención de 1.500 euros por dividendos, un nuevo tramo para las rentas del capital, la eliminación de los coeficientes de abatimiento o la eliminación de la corrección por inflación).
Mientras un pequeño partícipe pierde dinero, Hacienda considera que un euro de hoy vale lo mismo que un euro del año 2000 o del 1994. Esta aberración económica es una de las últimas hazañas del Ministro de Hacienda en funciones contra unos ahorradores ya de por sí demasiado castigados y donde sigue siendo enormemente complicado meter algo tan sencillo en la cabeza: más rentabilidad, más riesgo.
La polémica económica por excelencia de los últimos meses ha sido la subida de comisiones por sacar dinero de los cajeros automáticos y la “guerra comercial” emprendida por las principales entidades financieras para ver quién establecía las comisiones más altas. Después de varios días de hostilidades, el Banco de...
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