La agonía del mediapunta
¡Virgencita, que me quede como estoy!
Éramos pocos y parió la FIFA. Malos tiempos para los representantes que ofrecen amores y mediapuntas de barra en barra y para los pregoneros de operaciones imposibles
Emilio Muñoz 20/01/2016
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Éramos pocos y parió la FIFA. Resulta que el organismo futbolístico mafioso internacional, muy en su papel de zorra guardando gallinas, nos condena a no poder llevarnos ninguna incorporación a la boca en los próximos dos mercados de fichajes. Ni un Rubén Micael siquiera. Prohibidos incluso los fichajes de parada y fonda. Los fichajes de una noche. Los fichajes olvidables que se hacen para olvidar y los que se formalizan con una copa de más. Los fichajes que sirven para calentar la cama de una pensión del centro. Los fichajes fugaces que se rompen al amanecer, cuando las ganas de desayunar desenmascaran tantas mentiras. Malos tiempos para los representantes que ofrecen amores y mediapuntas de barra en barra y para los pregoneros de operaciones imposibles. Lo mismo los Manoletes y otras hierbas se meten a analistas del cuore o del bajo vientre. Tablas tienen.
Saltaron las alarmas cuando se conoció el castigo y solo el paso de las horas nos hizo sustituir el agobio inicial por una sonrisa casi socarrona. Pensando en un escenario continuista, sin incorporaciones --si Gil levantara la cabeza, se volvía al hoyo ante tal atrocidad yerma de comisiones--, no parece merecer el asunto mayor drama. Equipo hay y alternativas también. La juventud de la plantilla, salvo contadas excepciones, augura que esa fase de estabilidad podría incluso venirle bien a un equipo todavía en fase de conocimiento carnal. Mejor acoplamiento, más logrados automatismos y el mayor poso que otorga la experiencia acumulada en batallas de altos vuelos. Pese a todo, seguía revoloteando nuestro alrededor una especie de inquietud que se resistía a evaporarse. Tras intentar espantarla a manotazos sin éxito y analizando irritados el porqué de su persistencia, a todos se nos fue un poco la mirada a la delantera. A la del equipo, se entiende.
De nuevo el asunto del nueve. Imaginaba la parroquia un futuro a medio plazo con Jackson poniendo a prueba las paciencias como hasta ahora y se helaba la sonrisa por momentos. Existían dudas, además, de la posición administrativa en la que quedaba Torres. Dado que su condición es la de cedido, el voluminoso fantasma de Cerci tomaba cuerpo. Más cuerpo si cabe. Tampoco este panorama se antoja capaz de arrojarnos en brazos de la depresión balompédica más profunda. Antes de dejarse caer a orillas del Manzanares, este Jackson era un ariete de rompe y rasga en la desembocadura del Duero. Uno vio algún que otro partido del colombiano en el Oporto --justo antes de que el equipo luso se convirtiera en el segundo equipo de la prensa deportiva madrileña-- y certifica que es un gran delantero. Jackson lo tenía todo: remate, desmarque, juego de espaldas y caída a bandas para crear desequilibrio. Su llegada fue una apuesta personal de El Cholo, que de esto algo sabe. El técnico le sigue mimando --demasiado, en opinión de algunos-- porque cree en lo que sus ojos vieron. Jackson puede que no llegue a ser Michael, pero tampoco es Marlon, el hermano que no sabía bailar de los Jackson Five. Esperemos que despierte, que ya es hora.
Diferentes deben ser las expectativas y las exigencias con Torres. Fernando, que con Simeone y la afición forman la actual santísima trinidad rojiblanca, debe ser a estas alturas de su carrera ponderado como un recurso, no como una única solución. El de Fuenlabrada aporta trabajo, goles para recordar en ocasiones especiales y, sobre todo, ascendente esté donde esté: en el banquillo, en la grada o sobre el campo. Torres es mucho más que un jugador. Es el mismo chaval hecho hombre que en su momento cargó sobre sus adolescentes hombros la ruinosa casa que ahora luce espléndida. Vino como guinda, nunca como base de la tarta. Quien le pida ser más de lo que puede ser ahora y en este Atleti tan diferente está siendo injusto. Mucho. Aun así, uno piensa que Fernando, sin estar del todo bien, ha tenido un mejor desempeño que Jackson con menos oportunidades, todo sea dicho.
Si llegados a este punto del artículo andan todavía ustedes soliviantados por esa inquietud que no para de posarse tan molestamente sobre sus miembros --con perdón-- y están a punto de dejarse llevar por la desesperación, les invito a fijarse en el delantero del Eibar: Borja Bastón. Sí, es él y es del Atleti. De pensamiento y de obra, aunque lleve unos años de Erasmus por esos estadios de Dios. En La Coruña, Zaragoza y ahora en la localidad guipuzcoana, pueden dar fe de su reencuentro con el gol, otrora puesto en peligro por una rodilla inoportuna. Retornará en verano, ya preparado para quedarse. Doctorado en arqueología goleadora, esa licenciatura otorgada a los que hallan en equipos pequeños goles semienterrados en escasas oportunidades. Ojalá sea un delantero para estar en la plantilla muchos años.
Una vez reposada la sanción, permítanme insistir en que nadie se suicide. No dejaremos de molestar tan fácilmente. Sí convendría analizar las causas de la misma y buscar responsables. Más allá de recursos, posibles medidas cautelares y los minutos de gloria que Xu Xin tuvo en el trofeo Carranza, de nuevo las leyes son un molesto trámite a eludir en los despachos del Calderón. Apuesto a que se pasará de puntillas sobre esto, como es costumbre. En lo deportivo, miren al equipo y siéntanse relativamente tranquilos. Despachen la inquietud a golpe de ráfaga de flis --adoro esa onomatopéyica manera de llamar a los insecticidas-- y siéntanse afortunados de que el bloque se mantenga en ejercicios venideros. Tal vez la imposibilidad de fichar mitigue las pulsiones de ventas veraniegas sin luz ni taquígrafos. “¡Virgencita, que me quede como estoy!”, está empezando a ser tendencia. También será tendencia Marlon Jackson ahora que el artículo acaba y pueden ir a YouTube para ver lo mal que bailaba el jodío.
Éramos pocos y parió la FIFA. Resulta que el organismo futbolístico mafioso internacional, muy en su papel de zorra guardando gallinas, nos condena a no poder llevarnos ninguna incorporación a la boca en los próximos dos mercados de fichajes. Ni un Rubén Micael siquiera. Prohibidos incluso los fichajes de parada...
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Emilio Muñoz
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