DIVERSIDAD
La homofobia en Madrid, un repunte aparente
Los ataques registrados contra las personas LGTB crecen desde que el grupo conquista nuevos espacios y pierde el miedo a denunciar
Francisco Pastor 27/01/2016
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Nacho no se decidía a acudir a la concentración, el sábado pasado, en el cruce de la madrileña Gran Vía con la calle de la Montera. Aunque le relajaron las enseñas arcoíris que adivinó según se abría paso por la avenida. Al acercarse más, atisbó decenas de manos en alto, manchadas de pintura roja. Esa esquina, en la que más de un centenar de activistas custodiaban una gran bandera de seis colores tendida sobre el suelo, despierta en él cierta repudia, también a plena luz del día. Allí, hace nueve meses, y mientras le increpaban por ser gay, le golpearon durante una noche de fiesta. En lo que va de 2016 se han notificado, al menos, siete agresiones como la suya.
“Madrid está cambiando” arrancaba una crónica, hace pocos días, al respecto de estos ataques a las personas LGTB. No es el diagnóstico de Yago Blando, coordinador de Arcópoli, la entidad que organizó el encuentro: “Ni la ciudad es menos segura, ni repunta la homofobia. Estas agresiones empiezan a contarse ahora, y nosotros nos mostramos donde antes no lo hacíamos”. Esa esquina es uno de los puntos calientes en el mapa de la violencia contra gais y lesbianas, que no sueltan las manos de sus parejas al abandonar el aledaño Chueca. Según Arcópoli, solo uno de cada siete ataques llega hasta la comisaría. Estas expresiones de homofobia podrían estar decreciendo y las denuncias, en cambio, aumentando; la concentración junto a la Gran Vía hizo hincapié en las agresiones de enero, aunque es una convocatoria anual.
Parte de la indignación, también entre los convocados el sábado, cundía al pensar que algunos episodios de violencia habían tenido lugar en el corazón de la capital. Javier Barbero, concejal de Seguridad del Ayuntamiento de Madrid, comparte la impresión de que no constan incidentes en distritos más alejados porque allí las minorías no se muestran. Además de un ataque ocurrido en Chueca, algunas de las primeras agresiones de 2016 han tenido lugar en Chamberí, Tetuán, Salamanca o el céntrico barrio de Lavapiés. “Hemos dejado de bajar la cabeza, y este es el precio de la libertad”, resumía la activista transexual Carla Antonelli, hoy diputada socialista en la Asamblea de Madrid, presente en la concentración.
El verano pasado, cuando las noticias acerca de agresiones homófobas fueron encadenándose en los medios de comunicación, el equipo de Manuela Carmena se comprometió a crear oficinas específicas contra los delitos de odio, integradas en las comisarías. La pareja de jóvenes que insultó y golpeó a Nacho y sus amigos lo hizo en dos ocasiones la misma noche, hasta que intervino la policía municipal. Los agentes llegaron a tomar los datos de los atacantes, pero les dejaron marchar, después de pedir a unos y otros que caminaran en direcciones diferentes. Los dos agresores increparon al grupo de gais por tercera vez, cuando estos caminaban a la comisaría a poner una denuncia. Barbero se escandaliza al escuchar esta historia.
En Madrid, los homófobos están cada día más arrinconados, y quizá por eso andan más iracundos
“No puedo prometer que negligencias como aquella no vayan a volver a ocurrir”, reconoce el edil. Poco después de que atacaran a Nacho y sus amigos, el Gobierno de la ciudad viajó desde las manos de Ana Botella hasta la izquierda de Ahora Madrid. “Se diagnostica aquello que se imagina, y vamos a formar a los agentes para que se pregunten, antes de tomar decisiones, si se encuentran ante un caso de maltrato o de discriminación”, apunta Barbero. Este aprendizaje correrá a cargo, en parte, del policía José Francisco Campos, conocido por su trabajo con las diferentes etnias de Fuenlabrada, y con formación internacional al respecto. En las prometidas oficinas habrá personal dedicado, concretamente, a la atención de las minorías.
Blando reclama protección también a la Comunidad de Madrid y al Estado, y recuerda la violencia contra las mujeres: “Los crímenes machistas no han aparecido de la nada, ni mucho menos de las leyes por la igualdad. Existían de siempre y se les ha prestado atención ahora”. A partir de una directiva europea, Interior presentó el año pasado su segundo informe sobre delitos de odio: la homofobia ocupa dos de cada cinco agresiones contra las minorías, y los 513 ataques anotados en 2014 en España suponían un 13,5% más de los registrados en 2013. Las asociaciones reiteran su prudencia al abordar las cifras. El juzgado clasificó como una falta, y no como un delito de odio, la agresión contra Nacho. A él le tranquilizó conocer que sus asaltantes no figuraban en ningún grupo organizado.
“Esta violencia no está premeditada. Ocurre de noche, cuando el atacante se ha tomado alguna copa de más. En Madrid, los homófobos están cada día más arrinconados, y quizá por eso andan más iracundos”, reitera Blando, más de once años después de que el Parlamento aprobara el matrimonio para todos. Barbero no descarta enviar más unidades de policía a los alrededores de Chueca: “Quizá si ocurren allí es porque anden a la caza. Vamos a por esta gentuza. Hablamos de delincuentes, que agreden a las personas por lo que son, no por lo que hacen. No mostraremos ninguna tolerancia”. El arquetipo del agresor, según el Gobierno, es un varón que ronda los 30 años y, en tres de cada cuatro ocasiones, cuenta con la nacionalidad española.
Vamos a por esta gentuza. Hablamos de delincuentes, que agreden a las personas por lo que son, no por lo que hacen
En 2014, el guarda de un local de comida rápida de la madrileña plaza de los Cubos pidió a una pareja de chicos, que se estaba besando, que abandonara el restaurante. “Esas cosas antes no ocurrían, claro. ¡Hace una década muy pocos gais o lesbianas se darían muestras de afecto allí!”, reitera Blando. Una de las activistas junto a la Gran Vía suscribe sus palabras: “Ahora somos más visibles, porque estamos saliendo de Chueca”. Arcópoli coincide con el equipo de Carmena en que “nunca, de ninguna manera” recomendará a nadie que deje de mostrarse, esquive ciertos barrios o conserve una especial prudencia. El Consistorio lanzará campañas de visibilidad que animarán a las minorías a denunciar.
Flanqueado por Puri Causapié y Begoña Villacís, las portavoces en el Ayuntamiento de Madrid del PSOE y Ciudadanos, respectivamente, Blando recuerda que la primera vez que su asociación celebró la convocatoria, en 2013, apenas acudieron 17 personas. Su organización es también quien, antes de que los delitos de odio figurasen en los informes de Interior, difundía las agresiones entre los medios de comunicación. El caso de Juan, golpeado hace seis años y ausente en la Gran Vía aquella tarde, nunca llegó hasta los diarios. Tampoco cuando se absolvió a sus atacantes, ya que la víctima, el día de la vista, no supo identificar cuál de los tres se había abalanzado sobre él en primer lugar.
Nacho verá a quienes le agredieron durante el juicio de faltas: “No quiero que se disculpen, ni quiero decirles nada. Quiero que paguen la sanción y se corra la voz: que pegar a alguien al grito de maricón no queda impune”. Cuando la concentración empieza a disolverse, una mujer anciana pregunta qué significa la bandera tendida en el suelo. Su gesto se entristece cuando le cuentan que hay quienes atacan a los gais y las lesbianas por las calles de Madrid. Algo más lejos, camina una pareja de chicos, cogidos por la cintura. No advierten la enseña, ni las manchas de pintura en los dedos de los congregados.
Nacho no se decidía a acudir a la concentración, el sábado pasado, en el cruce de la madrileña Gran Vía con la calle de la Montera. Aunque le relajaron las enseñas arcoíris que adivinó según se abría paso por la avenida. Al acercarse más, atisbó decenas de manos en alto, manchadas de pintura roja. Esa esquina, en...
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Francisco Pastor
Publiqué un libro muy, muy aburrido. En la ficción escribí para el 'Crónica' y soñé con Mulholland Drive.
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