Zoe Konstantopoulou / Expresidenta del Parlamento griego
“Los partidos de la izquierda radical no deben esperar nada de los viejos poderes políticos”
Amanda Andrades / Daniel Córdoba 24/02/2016
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Zoe Konstantopoulou (Atenas, 1976) ha participado en Madrid durante el fin de semana del 19, 20 y 21 de febrero en las jornadas de presentación del Plan B, un movimiento que quiere repensar Europa y plantear una alternativa a las políticas de austeridad tras “el golpe de Estado financiero” en Grecia.
La expresidenta del Parlamento griego se expresa en ese impecable inglés que comparte la élite intelectual de Syriza, la del primer ministro, Alexis Tsipras, y el actual ministro de Finanzas, Euclides Tsakalotos, y la del anterior ocupante de este sillón, Yanis Varoufakis. Hasta la aprobación el 16 de julio de 2015 del memorándum del tercer rescate de Grecia, o la capitulación del Gobierno griego, depende de quién nombre el momento, los cuatro parecían remar en el mismo barco. Hoy son adversarios no sólo políticos, sino también ideológicos.
Konstantopoulou, una de las escasas mujeres con un papel público relevante durante el primer Gobierno de Tsipras, dio su apoyo a los disidentes de Syriza, Laikí Enótita (Unidad Popular), la escisión liderada por el exministro de Energía en el Ejecutivo de Syriza, Panagiotis Lafazanis. También se sumó Varoufakis. En las elecciones de septiembre de 2015, Unidad Popular sólo obtuvo el 2,89% de los votos y no logró entrar en el Parlamento.
Es una mujer fuerte. Una de esas políticas a las que no es posible apartar de su discurso. Y a estas jornadas ha venido con un mensaje muy claro, la defensa de los trabajos del Comité sobre la Verdad de la Deuda griega, que ella puso en marcha, y la crítica a la "traición" de Tsipras, que insiste en que tenía opciones ante el “chantaje” de las instituciones europeas. Estos dos ejes han centrado sus intervenciones públicas durante el pasado fin de semana en Matadero (Madrid) y sobre ellos pivotan casi todas sus respuestas en esta entrevista.
Cuando se le pregunta por la política española y por la posible participación de Podemos en un gobierno de coalición con el PSOE, se muestra prudente. Se escuda en que no está aquí para “dar consejos a otros movimientos o formaciones políticas”. Tira, sin embargo, de su experiencia griega para lanzar un mensaje admonitorio: “Los partidos radicales de izquierda no tienen nada que esperar de los viejos poderes políticos, que han aceptado sacrificar a la gente para mantenerse ellos mismos en el Gobierno”.
En enero de 2015 Syriza ganó las elecciones y llegó al Gobierno, ¿qué significó esto para el statu quo en Europa?
En enero de 2015 hubo un auténtico avance porque por primera vez hubo un mandato claro por parte del pueblo griego al Gobierno y al Parlamento para acabar con el memorándum, para acabar con estas homicidas políticas que funcionaban matando a la sociedad, aniquilando la democracia y desterrando la esperanza de los países y sus poblaciones. Fue una elección democrática. Fue un mandato popular, independientemente de que no fuese respetado por los acreedores, por la Comisión Europea, por el Eurogrupo, por el Banco Central Europeo.
¿Y qué implicación tuvo esta victoria para el resto de países periféricos y para los movimientos sociales?
Syriza representó esperanza. Syriza representó democracia. Syriza representó un cambio real para Europa. Yo estaba muy contenta y orgullosa de formar parte de esa Syriza. Desgraciadamente, ésa no es la que Tsipras tenía en mente porque tomó una decisión, la de estar de acuerdo en todo lo que se puso sobre la mesa incluso si esto violaba, en lo central, el mandato popular y su compromiso, nuestro compromiso, el que habíamos adquirido en las elecciones de enero con la gente.
El hecho de que el Gobierno de Tsipras se viera obligado a aceptar el acuerdo con la troika ¿qué implicaciones tuvo para los movimientos sociales que luchan por un cambio en la orientación de las políticas europeas?
Es un acuerdo desastroso, un acuerdo destinado a matar las esperanzas y expectativas no sólo de los griegos sino también de aquellos que vieron Grecia como la pionera que podría traer la democracia de vuelta en Europa. Tenemos, sin embargo, que ser honestos, el Gobierno no fue forzado a aceptar. Fue chantajeado, pero decidió perdonar este chantaje. Tenía opciones para no hacerlo. Y muchos de nosotros rechazamos ser chantajeados, rechazamos totalmente estas medidas asesinas y antidemocráticas.
Dice usted que el Gobierno griego podría haber actuado de otra manera, pero en ese momento, el 13 de julio, con los bancos cerrados debido al corte de liquidez por el BCE, ¿qué tendría que haber hecho concretamente Syriza? ¿Salir del Gobierno? ¿Salir del euro?
El informe del comité especial del Ministerio de Finanzas sobre la reparación del daño causado por Alemania en la Segunda Guerra Mundial que demostró que Grecia tenía derecho a reclamar entre 278.000 y 340.000 millones de euros
Tsipras tenía en sus manos tres poderosas herramientas que nunca utilizó. Una de ellas era el informe del Comité sobre la Verdad de la Deuda griega que mostraba que era ilegítima, ilegal, odiosa e insostenible. No usó este informe. Y era tan poderoso que obligó al FMI a admitir en junio y en julio de 2015, por primera vez, la insostenibilidad de la deuda griega. La segunda herramienta que tenía en sus manos era el informe del comité especial del Ministerio de Finanzas sobre la reparación del daño causado por Alemania en la Segunda Guerra Mundial que demostró que Grecia tenía derecho a reclamar a Alemania entre 278.000 y 340.000 millones de euros. Tsipras tampoco usó esto, lo que es inexplicable cuando Grecia debía devolver una deuda de 325.000 millones de euros. Tsipras tenía en sus manos una tercera herramienta, la de activar las demandas por casos de corrupción, un eslabón también de la deuda griega. Estos casos afectan principalmente a empresas extranjeras como Siemens o compañías armamentísticas alemanas. El Estado griego podía reclamar miles de millones de euros que se perdieron por corrupción. Se ha probado que la deuda griega no es el resultado de un exceso de gasto del sector público entre 1980 y 2010.
Por eso, no hay absolutamente ninguna excusa para que Tsipras nunca usara estas herramientas. Tenía la opción de usarlas. Eligió no hacerlo. Había decidido que quería llegar a un acuerdo incluso a espaldas de la gente, incluso a costa de la democracia.
Sí, pero si, tal como afirma, tenía varias opciones, en ese momento en el que estaba presente la amenaza de sacar a Grecia del euro, ¿habría usted estado de acuerdo con esa salida del euro? ¿Había otro plan?
Lo que sucede el 12 y el 13 de julio de 2015 no fue nada que no pudiera haber sido previsto antes. Teníamos la experiencia de Chipre en marzo de 2013. Y por supuesto, aquellos que formaban parte de las negociaciones sabían muy bien qué estaba en juego. Hubo un referéndum en Grecia el 5 de julio con un resultado cristalino, el no a estas medidas. No hay absolutamente nada que justifique darle la vuelta a un no en un sí. No hay absolutamente ningún dilema falso o verdadero con el que justificar dar la espalda a la democracia y a la gente.
¿Tiene el Gobierno griego todavía en la agenda lograr la cancelación de la deuda?
El Gobierno griego firmó un acuerdo que aceptaba la deuda. Es muy difícil imaginar cómo vas a intentar obtener una cancelación cuando firmas su aceptación. Desde septiembre, el nuevo presidente del Parlamento ha hecho todo lo posible para parar al Comité sobre la Verdad de la Deuda griega. Yo le di los cuatro informes, los dos preliminares del Comité sobre el carácter ilegal de la deuda, el de la reparación alemana y el del caso Siemens. Todos estaban en la web del Parlamento. Fueron eliminados. Luego les quitó las oficinas a los miembros del Comité y decidió parar sus trabajos. Todo esto ocurre mientras el experto independiente de Naciones Unidas en deuda soberana y derechos humanos, Juan Pablo Bohoslavsky, visitaba Grecia y hacía público un informe alabando el trabajo del Comité y diciendo que éste debería continuar. Por lo tanto, es muy difícil imaginar que, tras esta caza de brujas, este gobierno quiera hacer algo para disminuir la deuda.
El Gobierno griego firmó un acuerdo que aceptaba la deuda. Es muy difícil imaginar cómo vas a intentar obtener una cancelación cuando firmas su aceptación
¿Va a continuar el Comité sus trabajos?
Los miembros del Comité han decidido no abandonar al pueblo griego porque fue recibido por éste con los brazos abiertos. Actualmente, tras ser echado a patadas de sus oficinas son los ciudadanos los que están ofreciendo espacios para alojarlo sin ningún coste. El Comité se reunirá el 1 de marzo en Bruselas para transformarse en una nueva entidad y continuar su trabajo a pesar de no contar con recursos logísticos ni presupuesto pero sí con mucha determinación y devoción de sus miembros.
En España, sea cual sea el gobierno que se forme, éste tendrá que enfrentarse a recortes impuestos por la Comisión para reducir el déficit en 10.000 millones, ¿qué podría hacer un gobierno que pretenda obtener más justicia social para luchar contra estas exigencias?
Estos recortes contravienen directamente las obligaciones internacionales en derechos humanos de los Estados miembros de la Unión Europea. Esto es un terreno no negociable, no debatible y debería de estar claro desde el principio que no son negociables más recortes. También debería quedar claro desde el principio que la troika no es un órgano legítimo. No tiene absolutamente ninguna legitimidad y no puede reemplazar a los representantes elegidos democráticamente por la gente.
¿Sería recomendable para Podemos o cualquier otro partido de izquierdas entrar en el Gobierno con el PSOE?
No estoy aquí para dar consejos a otros movimientos o formaciones políticas. Sólo puedo contar cuál ha sido mi posición cuando estaba en Syriza y cuál era mi postura en Grecia. Porque en Grecia ha habido coaliciones entre los llamados socialistas y partidos de derecha e incluso con formaciones de extrema derecha para poner en marcha los memorandos. En 2012, cuando no podía formarse gobierno, algunos pidieron a Syriza que participará en una coalición con estas fuerzas. Mi opinión entonces y ahora es que los partidos radicales de izquierda, los movimientos democráticos, no tienen nada que esperar de los viejos poderes políticos, que han aceptado sacrificar a la gente para mantenerse ellos mismos en el Gobierno. Ésta fue y es mi postura para mi país. Por supuesto que hay analogías, pero también diferencias. Sólo puedo esperar que las decisiones que salgan de esta situación sean buscando el interés de los españoles y de los europeos.
¿Por qué es necesaria una iniciativa como el Plan B y qué impacto cree que tendrá en las políticas europeas?
Estoy segura de que la solidaridad está en ascenso, de que la solidaridad internacional, transnacional, interpopular, es esencial y además soy de la opinión de que, para proteger a la gente de las maquinaciones de la troika y el memorando, necesitamos de verdad observar con mucho cuidado el plan que están poniendo en marcha en Europa empezando por Grecia desde 2010. Es un plan que quiere destruir Europa y necesitamos levantarnos con un plan muy específico que permita a los pueblos europeos prosperar, vivir, respirar, crear y beneficiarse realmente del respeto de los derechos y de sus vidas.
¿Cómo pueden transformarse las instituciones europeas en un sentido democrático?
En primer lugar, reclamando la democracia como nuestra, no dándose por vencido, y participando. Una Europa más democrática sólo puede vivir si los ciudadanos europeos van todos juntos a reclamar derechos y participación.
Zoe Konstantopoulou (Atenas, 1976) ha participado en Madrid durante el fin de semana del 19, 20 y 21 de febrero en las jornadas de presentación del Plan B, un movimiento que quiere repensar Europa y plantear una alternativa a las políticas de austeridad tras “el golpe de Estado financiero” en...
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Amanda Andrades
De Lebrija. Estudió periodismo, pero trabajó durante 10 años en cooperación internacional. En 2013 retomó su vocación inicial. Ha publicado el libro de relatos 'La mujer que quiso saltar una valla de seis metros' (Cear Euskadi, 2020), basado en las vidas de cinco mujeres que vencieron fronteras.
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Daniel Córdoba
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