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Uno de los peajes de la era digital es sin lugar a dudas considerar que lo que está escrito en Internet es la pura verdad. A veces incluso parece que hay que recordar a cada momento que la sentencia es incierta, y efectivamente no viene mal refrescar el tema de vez en cuando para intentar abrirle los ojos a algún inocente incauto que navega sin rumbo y sin filtro por las ondas de la Red.
"Necio es quien nunca lee el periódico y más aún quien siempre le hace caso", decía al respecto el escritor alemán August von Schlözer allá por 1800, la friolera de doscientos años, y es que la desinformación no es un arma nacida en el seno de la informática. Imaginen si es útil y si interesa a quienes custodian ese poder.
No son pocos quienes viven a merced de tan vil desinformación. De la patraña agrupada en párrafos que nadie necesita leer, porque el titular que los encabeza ya es de por sí demoledor y capaz de envenenar a cualquiera que no se cuide de moverse en estas lindes con pies de plomo. Enlaces así recorren día tras día nuestras redes sociales de cabecera, aquellas a las que a menudo acudimos con la ávida intención de saber qué está sucediendo a nuestro alrededor. Y a nuestro alrededor precisamente lo que sucede es que descubrimos que la falacia ha llegado para quedarse alojada tras las pantallas de móviles y ordenadores. Quién no tiene un padre, un tío, un primo o un amigo que no comparta ocasionalmente en sus cuentas una noticia falsa sobre la que descargan a diario iras y prejuicios. Quién no se ha sorprendido de que ese cuñado --que ni pintado el parentesco-- haya caído en la trampa de los medios que lanzan al aire conjeturas sin corroborar. Esa media sonrisa os delata. Sé perfectamente lo que se siente.
Los señores de la mentira han conseguido que todos los días sean 28 de diciembre en sus webs creando contenidos sensacionalistas, amarillentos y por supuesto falsos que abarcan desde la crisis de los refugiados hasta la financiación de Podemos pasando por declaraciones de políticos o personalidades sacadas de contexto, fomentando cazas de brujas y azuzando a unos contra otros, convirtiendo estas cacerías 2.0 en el nuevo deporte de prestigio entre su círculo social.
Si usted se identifica en primera persona con la situación que describo, permítame que le certifique que vive terriblemente intoxicado. De la cabeza a los mismos pinreles. Hasta el mismísimo tuétano. Eso sí, tranquilo, como todo no van a ser malas noticias, le daré una que seguro le reconforta y le devuelve al sosiego. Sólo usted posee el remedio a tanto embuste y tanto bulo: lea, contraste, sopese y tome sus propias conclusiones. Sea inteligente, responsable, demuestre criterio y, por favor, evite caerse de bruces en el fango donde quien se lo lleva crudo con sus visitas y likes chapotea feliz y se vanagloria de su mediocre éxito, mientras salpica de mierda su conciencia y la palabra Periodismo. Recuérdelo.
Uno de los peajes de la era digital es sin lugar a dudas considerar que lo que está escrito en Internet es la pura verdad. A veces incluso parece que hay que recordar a cada momento que la sentencia es incierta, y efectivamente no viene mal refrescar el tema de vez en cuando para intentar abrirle los...
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Moe de Triana
Álvaro Ballén (Sanlúcar de Barrameda, 1983) Como técnico superior trabajo en el ámbito de la animación sociocultural y la integración aunque de vez en cuando intento pensar y me da por escribir. Desde CTXT oigo los latiditos de Twitter. A menudo blogueo en moedetriana.com.
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