Los turistas podrían ser el principal enemigo de los museos, al menos, en Francia. Le Monde estudia las largas filas de visitantes que se acumulan a las puertas del Louvre y se pregunta hasta qué punto la masificación desmerece el recorrido. En España, El País menciona que el trasiego del público, entre otros ingredientes, está erosionando las pinturas de Altamira.

Por el taller han pasado, recientemente, los óleos de El Bosco, de quien apenas se conservan 25 lienzos. La galería holandesa Noordbrabants reune la mayoría de ellos, exhaustivamente restaurados, hasta el 8 de mayo. Según el New York Times, esta muestra será, junto a la que comenzará en el madrileño Museo del Prado pocos días después, una de las exposiciones del año; aquel en que se cumplen cinco siglos desde la muerte del autor. El Museo de Arte Moderno de Villeneuve-d’Ascq, mientras tanto, y como anota Le Monde, se entrega a Modigliani. La galería ha encontrado su trabajo, disperso entre marchantes de todo el mundo, que han pagado hasta 150 millones de euros por él. El coleccionismo conoció también, hace pocos días, el archivo secreto de Bob Dylan, vendido por 20 millones de euros, apunta el New York Times. 

Y aunque el tiempo y los viandantes arañen la pintura, no retocan su legado. El beso, de Klimt, es la obra que, según los lectores de Jot Down, mejor recoge el significado del amor. En su podio también figuran Toulouse-Lautrec, Van Gogh o Banksy, autor de El amante bien colgado. Este autor anónimo podría, curiosamente, dejar de serlo: matemáticos y criminólogos están recurriendo a sendas ciencias, cuenta The Guardian, para adivinar el rostro del artista contemporáneo.

El único español que figuraba en el podio era Enrique Simonet. Y solo un libro en castellano asoma entre las lecturas recomendadas del Independent: Travesuras de la niña mala, de Mario Vargas Llosa. Entre otros, el diario recomienda dos trabajos de Hemingway, la Lolita de Nabokov, Rebecca, de Daphne du Maurier y El guardián entre el centeno, de Salinger. Reino Unido e Irlanda celebran su homenaje a las letras el primer martes de marzo, aunque el Día Internacional del Libro sea, también en memoria de la muerte de Cervantes, el 23 de abril. Recientemente, el Diário de Notícias reunió a autoridades diplomáticas españolas y portuguesas para hablar de la amistad entre Camões y el autor de El Quijote.

Más curiosa fue, según el New Yorker, la relación entre Svetlana Alliluyeva, una de las hijas de Stalin, con Norteamérica. La gigantesca sonrisa con la que aterrizó en Nueva York se ofreció en los medios de comunicación occidentales como una victoria del llamado mundo libre. Solo cuatro años pasaron desde aquel viaje, en 1967, hasta que el ingeniero Raymond Tomlinson decidiera, en 1971, emplear la arroba (@) en las comunicaciones informáticas: con ella separaría el nombre del destinatario del lugar donde este se encontrara. Los panegíricos publicados tras su reciente muerte –uno de los más completos, el del Diário de Notícias– le encumbran como el padre del email.

Ya cuando Internet tocó el mercado comercial, allá por los noventa, se hablaba, sin demasiada idea, de realidad virtual. Ese sueño podría estar  más cerca, y relacionado con el periodismo, si atendemos a Yorokobu: la grabación de vídeos en 360 grados nos permite movernos por el escenario de una noticia como en un juego. La publicación también nos anima, aunque aún a golpe de fotografía y letra, a conocer cómo las ciudades contemporáneas han dejado de dar la espalda a sus ríos. Junto al puerto de Copenhague, los viandantes se pueden bañar saltando desde un trampolín. Quizá uno así, en el parisino río Sena, aliviara los alborotos del Louvre.