CÓMIC
Fukushima, en viñetas y en persona
Kazuto Tatsuta, pseudónimo de un antiguo trabajador de la central, documenta en ‘Ichi Efu’ la limpieza y la vida en la zona afectada tras el accidente nuclear y el tsunami de hace cinco años
Manuel Gare 16/03/2016
Viñeta de Ichi Efu, firmada bajo el pseudónimo Kazuto Tatsuta.
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Integrar el cómic occidental en el estrato cultural ha llevado su tiempo, pero quizá llevará más que las editoriales se atrevan a tentar al consumidor de viñetas europeas y americanas se atreva con las de origen nipón. El manga, fuera del marco común que integra al aficionado al cómic, y que en última instancia acaba consumiendo todo tipo de productos, sigue sin consolidarse más allá de autores y títulos muy específicos. “Japón es el único país del mundo en el que el potencial del cómic como medio de comunicación se consigue explotar de forma completa”, dice Marc Bernabé, traductor y experto en manga.
Bernabé explica cómo el manga casi cubre la totalidad del espectro de la vida japonesa. “Cualquiera puede encontrar una obra con la que se sienta identificado, vibre o consiga que le aporte algo”, añade. Plantea estas reflexiones a partir de Ichi Efu, la serie que Norma Editorial acaba de empezar a publicar: un manga documental sobre el desastre de Fukushima, cuyo autor, escondido bajo un pseudónimo (Kazuto Tatsuta), es en realidad un antiguo trabajador de la central.
Para el traductor sigue existiendo "una idea preconcebida del manga como producto de escaso valor artístico y/o argumental. La mayor parte del manga y el anime que nos ha llegado ha sido de corte infantil o juvenil”. Con todo, Bernabé cree que esto se debe a que el mercado, hasta hace relativamente poco, no estaba preparado para obras de corte más amplio y adulto, como en el caso de Ichi Efu. “Esto, afortunadamente, va cambiando poco a poco y ahora este tipo de mangas también empiezan a tener cabida”, termina.
El cómic pone de relieve a los grandes olvidados de la crisis nuclear: aquellos que continúan trabajando en la zona de exclusión de Fukushima
En Ichi Efu, este antiguo empleado documenta los procesos de limpieza de Fukushima I y la vida alrededor de estos trabajos, en el que es uno de los pocos documentos gráficos que se tienen tras el fatal accidente de la central nuclear. El desastre, ocurrido ahora hace cinco años, se cebó con la región japonesa de Tôhoku: miles de muertos, desaparecidos y heridos en el mayor golpe recibido por el país en su historia reciente. Le siguieron un terremoto y un tsunami que, además de todas las consecuencias humanas directas, atacarían el país también a largo plazo.
El considerado mayor incidente nuclear desde Chernóbil sigue coleando, dado que la situación en la central, operada por TEPCO, dista de estar controlada. Solo en los últimos días se ha hablado de la detección de una fuga continua de elementos radiactivos, así como del fracaso en el diseño de unos robots preparados para retirar combustible. En cualquier caso, la labor documental de Ichi Efu no pasa por hablar de esto. El cómic pone de relieve el trabajo de los grandes olvidados de la crisis nuclear: aquellos que aún hoy continúan realizando trabajos en la zona de exclusión de Fukushima.
Una central nuclear, paso a paso
Con un aire casi periodístico, en el que el detalle y la precisión en la representación es enorme, la obra hace una distinción entre quienes, como el autor, acuden a la central en busca de trabajo motivados por una retribución económica alta, y aquellos que, como la mayoría de los presentes en la central, son habitantes de la propia región: personas que lo perdieron todo y pelean por paliar una situación que, aunque peligrosa, queda retratada por el autor con cierta normalidad, enmarcada en el día a día de los trabajadores.
Ichi Efu critica el sensacionalismo de los medios de comunicación en torno a lo ocurrido en Fukushima. Nada nuevo. Lo que desconocíamos eran las condiciones laborales del personal de la central, la manera en que se selecciona, sus distintas labores y la distribución de zonas y empresas implicadas en el proceso, con muchas más complicaciones de las que podríamos esperar.
La mayoría de los presentes en la central lo perdieron todo y pelean por paliar una situación peligrosa
Descubriremos el funcionamiento de los mecanismos de seguridad, desde cada una de las partes de los trajes antirradiación a cómo se controlan los niveles diarios de radiación que puede soportar cada individuo, o los empleos menores que ha generado el nuevo ecosistema de Fukushima. Un paraje inhóspito en el que la naturaleza gana terreno y que Ichi Efu llena de humanidad a través de la normalidad de sus trabajadores, pieza clave en el proceso de limpieza de la central. Y no es que la viñeta le haga perder importancia, al revés.
Ichi Efu se ubica en la obra documental para no dejarnos olvidar que allí hay alguien peleando por algo de lo que el resto del mundo ya se ha olvidado. Personas reales que lo dejan todo para trabajar en Fukushima I y que, motivados por unas intenciones u otras, luchan por un futuro mejor. Una representación idónea de la sociedad japonesa que ahora cobra más sentido que nunca: la unión y el bien colectivo para hacer frente a una catástrofe que solo el tiempo y la lucha del hombre podrá sobreponer.
Integrar el cómic occidental en el estrato cultural ha llevado su tiempo, pero quizá llevará más que las editoriales se atrevan a tentar al consumidor de viñetas europeas y americanas se atreva con las de origen nipón. El manga, fuera del marco común que integra al aficionado al cómic, y que en...
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Manuel Gare
Escribano veinteañero.
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