En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí
Durante un tiempo, el actor Jorge Cabrera, parte del reparto de Dorian en La Pensión de las Pulgas, no se quedó a escuchar los aplausos del público. Cuando su personaje moría, salía corriendo hacia el Teatro Lara, donde se reunía con su compañía, La Partida, y se metía en otro papel diferente. Llegaba 20 minutos antes de que empezara la obra. “Y hay gente que ha compaginado mucho más que yo. Es algo generalizado en el teatro”, cuenta el intérprete, nominado como mejor actor revelación en los premios de la Unión de Actores por Paquito, lágrimas, mocos y sangre, la obra a la que llegaba corriendo. Según el último estudio de AISGE, en 2014, solo un 27% de los actores españoles vive de la interpretación.
A los 48 años el barcelonés ha pisado el freno: “Este año he decidido rechazar varias cosas y filtrar al máximo. Si hago teatro en esas condiciones, que sea porque me va la vida en la historia o porque es un proyecto de mi compañía. Si no, prefiero no hacerlo, en este momento no me compensa. Esto sólo contribuye a que andemos todos como pollo sin cabeza”.
Cabrera se refiere a las condiciones del teatro off, un circuito de salas independientes que han proliferado en los últimos años en grandes ciudades como Madrid y Barcelona -donde según la SGAE se concentra el 53% de la actividad de los teatros de España-. Esto ha supuesto una auténtica explosión en lo creativo, pero también ha normalizado una forma de trabajar precaria (pagos en B, actores sin cotizar a la Seguridad Social) en la que salas y compañías hacen lo que pueden para sacar a flote sus proyectos. De hecho, una de sus principales características es que se realizan en salas pequeñas y con entradas a un precio bajo, en torno a los 10 euros.
Marcos Fernández Alonso es actor y autor de la obra Off, una comedia de enredo que se está representando en la sala Nuevo Norte de Madrid –de la que también es socio– en la que se muestra lo que supone formar parte de este circuito. “Al principio no nos lo tomábamos en serio porque había trabajo en el teatro on y en televisión”, señala. “Yo participaba en episodios de varias series, todos teníamos trabajo. Decidimos formar la compañía en 2008 cuando nos quedamos todos en paro. Había dos opciones: o quedarnos en casa y llamarnos por teléfono para llorar o montarnos nuestro propio texto y probar”.
Siempre han existido espacios de teatro independientes pero, en periodo de crisis, debido a la bajada de alquileres de los locales y a la ausencia de trabajo en grandes producciones, muchos actores se aventuraron a abrir su propio espacio. Fue el caso de Crismar López y Joaquín Navamuel, propietarios de la sala Biribó en Madrid. Tras año y medio han decidido cerrar definitivamente el próximo 27 de marzo, coincidiendo con el Día Mundial del Teatro. Lo anunciaron a través de un vídeo que en apenas cinco días ha tenido más de 43.000 visualizaciones. En él explican los números de su actividad y piden una reflexión sobre el sector off y la precariedad que está provocando.
“Hicimos mal los números”, apunta Crismar. “Queríamos ofrecer una serie de condiciones que veíamos necesarias, sobre todo para las compañías: que pudiesen dar de alta a sus miembros en la Seguridad Social, tener un salario digno, recuperar la inversión inicial... Pero luego, nos dimos de bruces con la realidad: tenemos un aforo muy pequeño –50 butacas– y con unos precios tan bajos, es imposible sacar beneficio. Ni siquiera teniendo un aforo de 100, porque no tienes garantías de poder llenarlo todos los días”.
Otro fenómeno distinto es el de los grandes teatros, como es el caso del Teatro Lara, en el que además de su sala on tienen su sala off. Muchas compañías señalan que, aunque no sean las mejores condiciones, se busca actuar allí para ‘dar el salto’ a los grandes escenarios. Y se remiten a los hechos: de allí han salido muchos de los grandes éxitos de los últimos años del teatro español.
En el teatro off desaparece el término caché. Lo más habitual en los porcentajes entre sala y compañía es que se reparta la taquilla al 50%, después de que la sala haya hecho una hoja de reparto de la que se descuenta, entre otras cosas, el 21% de IVA, el porcentaje que recaudan instituciones como la SGAE para el autor y el porcentaje de los intermediarios de venta. El más habitual es Atrápalo.com, que se lleva un 10%. Algunas salas están empezando a trabajar con otras plataformas como Entradium, que cobra mucho menos, aunque reconocen que renunciar al gigante de la venta de entradas es prácticamente un suicidio, porque cuenta con miles de clientes fidelizados.
Multiprogramación
Una de las características del off que más ampollas levanta es la multiprogramación: tener varias funciones de varias compañías en la misma sala. Algo a lo que Biribó se negó tajantemente desde un principio: “Al final la producción baja de calidad y todo el mundo se queda sin ganar un duro. Y tenemos que empezar a decir que no por el bien del propio sector”.
Esta forma de simultanear varios espectáculos para poder ganarse la vida exclusivamente con la interpretación ha dado lugar a la figura de un tipo de actor y actriz muy característico del teatro off. “Es el caso de uno de los actores de nuestra compañía”, señala Marcos F. Alonso. “Los fines de semana tiene bolo fuera de Madrid, los viernes está con nosotros, los miércoles hasta hace nada estaba en el Teatro Alfil. Al final, acaba consiguiendo lo equivalente a un salario. Y ya lleva una temporada larga viviendo solo de ser actor. Pero es el único que lo ha logrado, y somos cinco en la compañía”. El resto, como la mayoría de quienes participan en el circuito off, tiene un segundo trabajo.
Falta de unión
Otra de las demandas frecuentes es la falta de consenso entre salas, productoras y compañías para sacar adelante proyectos comunes y poder regular el sector: “En Biribó organizamos unas reuniones junto a la revista Godoff y la gente mostró una falta absoluta de interés. En una de ellas íbamos a tratar el Convenio de Actores, y en concreto hablar de sus planes para el off. Queríamos que los actores cotizasen, pudiesen tener un sueldo y pudiesen actuar en una sala off. Todo el mundo le reprochaba cosas a todo el mundo. Y fue la reunión a la que menos gente vino. No sobrepasamos las 25 personas”, apunta Joaquín Navamuel, socio de la sala, indignado.
“A todos se nos llena la boca mentando a Lorca, diciendo que hay que cuidar el teatro. ¿Cómo no me voy a preocupar por el bienestar y la tranquilidad de una compañía cuando son los que van a hacer el trabajo? Y si está bien hecho, me van a reportar público y beneficios, y viceversa. No tiene sentido”, reitera Navamuel. Pese al intento de salas como la suya por mejorar las condiciones de trabajo, lo habitual no es solo que los actores cobren en negro, sino con una triquiñuela: figurando como asociación cultural.
Los propietarios de Biribó señalan que hay una notable falta de autocrítica: “No podemos pedir a la Administración que nos subvencione más si luego no cumplimos con nada de lo que la Administración exige. Para pedir primero tenemos que dar y exigirnos a nosotros mismos: programación de calidad, un precio digno de las entradas, no pagar en negro, dar de alta en la Seguridad Social y cuidar de las compañías”.
Inversión pública y privada
La bajada del 21% de IVA es un clamor, pero el mundo de la interpretación no mira solo al Estado: “Deberíamos intentar implicar más al sector privado, atraer a empresas de otros sectores a invertir en teatro”, apunta Cabrera. “Está pendiente la ley del mecenazgo, que eso ya es cosa de la Administración. Pero conozco el ejemplo de obras que, como trataban la temática inmobiliaria, han pedido financiación a Idealista.com y han cubierto así una parte de la producción. Debemos incluirnos en el tejido social real, el de la empresa, tenemos que construir industria y ser rentables. El off de Broadway está muy fuerte porque Broadway es muy fuerte y el Festival de Sundance es fuerte porque Hollywood es muy fuerte. Aquí no está fuerte nada, el problemón lo tenemos todos, aunque se note más abajo. Esto es la jungla: todos nos movemos por instinto”.
Durante un tiempo, el actor Jorge Cabrera, parte del reparto de Dorian en La Pensión de las Pulgas, no se quedó a escuchar los aplausos del público. Cuando su personaje moría, salía corriendo hacia el Teatro Lara, donde se reunía con su compañía, La Partida, y se metía en otro papel...
Autor >
Patricia J. Garcinuño
Periodista y proyecto de fotógrafa. Me crié en la Cadena SER. Ahora, en CTXT y en 'Murray Magazine'.
Suscríbete a CTXT
Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias
Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí