Tribuna
La mano que mece la cuna
Salva Dorado 30/03/2016
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Seguramente a los mineros ingleses que desembarcaban en Huelva a finales del siglo XIX jamás se les hubiera pasado por la cabeza que ese pequeño juguete que empezaba a hacerse popular en su país y al que ellos llamaron “foot·ball” acabaría siendo mucho más preciado que el propio mineral que extraían de las minas de Riotinto.
Poco a poco, lo que a estos británicos les servía como distracción al terminar el agotador trabajo cristalizó en la fundación del primer club de fútbol en España: el Huelva Recreation Club, formado por un grupo de amigos que vestían su camiseta con orgullo y por pura diversión y que charlaban distendidamente con sus adversarios en esas primeras pachangas por el sur de España.
En esos años, el Recreativo era conocido directamente como ‘El Club’, así en mayúsculas, un espejo en el que el resto de incipientes movimientos balompédicos se miraban. El Recre empezó a forjar entonces una identidad humilde que llevó por bandera en los campos de Segunda y Tercera. Joaquín Caparrós consiguió sacarlo del pozo de Segunda B en 1998 y sentó las bases de un club digno de su historia. Ya en 2002 fue Lucas Alcaraz el que formó un aguerrido grupo para subir por segunda vez en la historia a Primera División y alcanzar una impensable final de Copa.
En 2006, en la tercera experiencia onubense en la élite, el Recre paseó su tronío a la par que el joven Santi Cazorla destapaba el tarro de las esencias y (don) Marcelino García Toral impartía clases de fútbol. Las coreografías albiazules en la secretaría técnica intentaban ser imitadas. Huelva era querida y respetada. El Recre tocó techo con aquel 0-3 en un Bernabéu que miraba atónito cómo Casillas, Sergio Ramos, Cannavaro, Beckham, Raúl, Ronaldo y Roberto Carlos se veían desbordados por unos onubenses que venían abatidos por la trágica muerte de cuatro de sus aficionados camino de Madrid.
Lo cierto es que el Recre siempre ha sido un club atípico; una entidad entre la sierra y la costa, un estadio entre dos ríos. Un sentimiento que fue salvado por el exalcalde, Pedro Rodríguez (PP), en el último minuto antes de desaparecer y que pasó a ser un producto más del merchandising electoral de un partido al que le bastaba recordar esa maniobra para convencer en las urnas. "Huelva en lo más alto", rezaba uno de los eslóganes de campaña coincidiendo --casualmente-- con el ascenso a Primera. La conversión a Sociedad Anónima Deportiva se confirmó como el pacto con el diablo que a la vez que te salva te condena.
Y, efectivamente, todo acabó volando por los aires. Lo que parecía un club saneado pasó a ser un hierro incandescente imposible de asir. Cuando el rédito deportivo empezaba a no valerle a la clase política, el señor alcalde le vendió el club al primer mercader que pasaba bajo el balcón del ayuntamiento gritando sus bondades.
"Son unos uruguayos con dinero", "esta gente sabe de fútbol", "tienen un proyecto de futuro", "gran maniobra del alcalde". Los castillos en el aire se convirtieron en el Marina D'Or de media Huelva: la ciudad de vacaciones donde los problemas desaparecen bajo unas rodajas de pepino puestas en tus ojos.
El concurso de acreedores encauzaba las aguas revueltas que corrían bravas río abajo. La deuda se iba reduciendo y los acreedores veían la luz. En unos años tendríamos de nuevo un club saneado. Sin embargo, "los uruguayos" aceleraron la salida del concurso alegando su compromiso con el calendario de pago y su músculo financiero mientras pegaban un monigote de "inocente" en la espalda de los administradores que se marchaban sorprendidos de vuelta a Madrid.
Al principio todo rimaba en consonante. Luego se descubrió que los versos estaban huecos.
Estos uruguayos colocaron al frente de la nave blanquiazul a un socio en quien delegar toda la parte ejecutiva: Pablo Comas Mata Mira, la mano que mece la cuna del Decano. Pablo Comas es un tipo engendrado por el mal del fútbol-negocio y criado a espaldas de los aficionados y del sentimiento de este deporte. Y lo peor es que por desgracia hay otras manos por España que siguen manejando los designios de sus clubes a su antojo. Unos dirigentes que, como el caballo de Atila, dejan el terreno de juego yermo a su paso.
El señor Comas, tras tres años de nefasta gestión, tiene hoy por hoy secuestrado al Recreativo de Huelva. Pide un rescate para liberarlo: seis millones de euros; una jugosa cantidad teniendo en cuenta que supuestamente sólo llegó a invertir tres y habida cuenta de que se ha cuadruplicado la deuda desde su llegada. Hasta su socio, el uruguayo Víctor Hugo Mesa, abandonó despavorido Huelva al ver tropelía de tal calibre.
Buscando respuestas a todo este caos, hoy volvemos a mirar a Inglaterra, donde está brotando una primavera de colectivismo deportivo. Han nacido los “trust de aficionados”, plataformas que encapsulan ese sentimiento primigenio y lo cargan de significado y coraje para luchar contra los grandes sinsentidos de este deporte.
Del estudio de sus hermanos británicos nació el Recreativo Supporters Trust, que hoy cuenta entre sus filas con un millar de valientes que está arrinconando y amenazando al gran ogro con un proyecto sin mácula inspirado en los albores del football. “Somos como un rompehielos soviético”, suelen decir los directivos de la plataforma en sus apariciones públicas. Un año de vida de este colectivo que espera plantar la bandera en la Galia onubense mientras soporta estoicamente los envites de los ejércitos del Imperio.
En este primer año, el Trust se ha convertido en una de las asociaciones de aficionados más numerosas y activas del panorama nacional. Su incesante trabajo y su ardua labor de fomento del recreativismo a través de distintas acciones sociales y benéficas le ha hecho merecedor del respeto de los suyos y las críticas de sus oponentes. Buena señal.
En abril de 2015 sacó a unas 3.000 personas a la calle bajo el lema “Recre Solución YA”, reclamando ya por aquel entonces una mejor gestión a los dirigentes del Recreativo. Meses más tarde, en septiembre, aprobó en asamblea hacerse con un paquete propio de acciones (425) que le permitiera acudir físicamente a las Juntas de Accionistas (el actual Consejo había determinado que sólo podían asistir aquellos accionistas que tuvieran en su poder un mínimo de 400 acciones). No obstante, uno de los grandes hitos del colectivo se alcanzó el pasado octubre cuando la convocatoria de manifestación “Huelva por su Recre” consiguió movilizar a unos 10.000 onubenses, siendo noticia a nivel nacional.
Las presiones del colectivo y esa presencia continua en medios de comunicación locales, nacionales e internacionales (recientemente el periódico británico The Guardian les dedicaba un reportaje), entre otros factores, ha hecho que el Consejo de Administración del club haya dimitido en bloque, siendo los empleados de la entidad los que administren el día a día, a pesar de llevar cerca de nueve meses sin cobrar. Curiosamente, ahora en cada partido en casa, el Trust pasea por la grada del Nuevo Colombino el escudo tradicional del Recre y lo coloca en el palco –vacío-- como señal de su lucha.
Actualmente el Recreativo Supporters Trust ha pasado a la acción en el ámbito legal. Hace unas semanas, acogiéndose al artículo 169 de la Ley de Sociedades de Capital, solicitó en el Registro Mercantil la convocatoria de Junta de Accionistas para aprobar las cuentas del ejercicio 2015, que debieron ser aprobadas en plazo el pasado diciembre. Además, en la última asamblea se decidió por amplia mayoría emprender acciones legales contra el actual accionista mayoritario del Recreativo, Pablo Comas, y el resto de consejeros, por supuestos delitos de administración desleal, falsedad documental, apropiación indebida y asistencia financiera. Pues bien, días atrás el Registro Mercantil recibió la notificación del club de la nueva fecha para la Junta de Accionistas (24 de mayo) y el juez admitía a trámite la querella. Nuevos horizontes.
Recientemente ha unido sus fuerzas a FASFE, una red de organizaciones que lleva ya varios años trabajando por un fútbol en que los aficionados y sus intereses estén debidamente representados y se tengan en cuenta en los procesos de gobierno.
Con toda esta actividad parece que el recreativismo ha despertado del letargo al que Pablo Comas había sumido a toda Huelva inoculando su veneno. En el último partido en casa se pudo volver a ver un estadio Colombino con más de 20.000 personas en sus gradas aclamando a su Decano, lo que hizo que las mariposas del estómago revolotearan apasionadamente. Ese día en Huelva se registró la séptima mejor entrada de toda España, por encima de tres campos de Primera y de todos los de Segunda. El Recreativo estaba de nuevo en los informativos gracias a esos inquebrantables empleados declarados ya abiertamente en rebeldía, que decidieron unilateralmente vender las entradas a un euro.
Queda por delante un intenso final de liga donde el Recre deberá salvar la categoría deportivamente para, en segunda instancia, solucionar el futuro institucional. Y para eso llegará el momento en que necesitemos la ayuda de todos. Lo que tenemos claro es que la única forma de que tanto el Recreativo como el resto de clubes de fútbol tengan historias bonitas que contar es devolviendo este deporte a los aficionados. Permanezcan atentos.
Antes de terminar no quiero dejar pasar la oportunidad de contar cómo nace mi recreativismo. A principio de los años 90 solía ir al viejo estadio Colombino con mis dos abuelos, que me paseaban de la mano orgullosos mientras cantaban de memoria la alineación. Cada partido iba con un abuelo, así no se enfadaban y mitigaban los celos. Mi abuelo materno era un humilde obrero que usaba una guita de esparto como cinturón para sus pantalones. Un señor que olía a pescado, con heridas en las manos de trabajar en la mar. Un caballero que siempre se quería sentar “con el culo en la piedra porque así se siente mejor el fútbol” (una parte de la grada del viejo estadio permanecía aún sin butacas). Mi abuelo paterno, con traje y sombrero, renovaba cada temporada su abono en Tribuna junto al palco presidencial “porque así es como se disfruta el juego”.
Dos maneras de entender el fútbol. Dos argumentos totalmente válidos. Un mismo sentimiento. El profundo cariño hacia mis abuelos me hizo, curiosamente, abrazar esa pasión: al Recre hay que cuidarlo porque es el abuelo de todos.
Y es que, Decano, “contigo empezó todo”, robándole la ya mítica frase a Gerard Piqué. Por eso no vamos a dejarte morir. Libraremos esta batalla en las calles, en los juzgados, en los medios de comunicación y en los organismos públicos.
Ya hemos hecho amigos en las trincheras.
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Salva Dorado. Responsable de Comunicación del Recreativo Supporters Trust.
Seguramente a los mineros ingleses que desembarcaban en Huelva a finales del siglo XIX jamás se les hubiera pasado por la cabeza que ese pequeño juguete que empezaba a hacerse popular en su país y al que ellos llamaron “foot·ball” acabaría siendo mucho más preciado que el propio mineral que...
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