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Imagine que esta mañana se levanta y escucha que una famosísima presentadora de televisión ha declarado: “No quiero que mis impuestos vayan a que esto se convierta en Venezuela, o se destinen a titiriteros que dan goras a ETA. No quiero a Podemos y no me caen bien los que les votan”. Y ahora pronuncie la primera palabra que se le viene a la cabeza. ¿Fascista? ¿Idiota? ¿Intolerante, acaso? Ya, seguro que se le ocurren palabras más gruesas.
Bienvenidos a ‘El mundo al revés’, el juego de una niña de ocho años en su colegio que por casualidad es mi hija. Porque en realidad esas declaraciones nunca se han pronunciado, porque lo que dijo Cristina Pedroche este domingo en una entrevista en Papel es: “Quiero que mis impuestos vayan a Sanidad y Educación, no a que me roben. No quiero al PP y no me caen bien los que siguen votándole”. Qué alivio, se queda usted mucho más tranquilo, ¿verdad? Cristina, esa chica de Vallecas, con lo que nos gusta el barrio, atizando a la derechona. Como debe ser.
Sí, reconozco que todo esto tiene sus matices. Porque esto aún no es Venezuela ni Madrid se ha convertido en sóviet, pero sí parece más que demostrado que bastantes miembros del PP han metido la mano en la caja, manzanas podridas, casos aislados a patadas y en diferido, y puede parecer complicado de entender, seas de Vallecas o de Ortega y Gasset, que se les siga votando. Pero ni la primera frase corresponde a una fascista ni la segunda es la de una choni analfabeta que se ha ganado su hueco en prime time sólo a base de desparpajo y muslazos.
Si es que acaso siguen leyendo después de esta cosa tan pueril por mi parte, sigamos jugando. Félix de Azúa es un señor con la lengua muy larga (no sabemos si la falda muy corta) que ha tenido a bien decir que Ada Colau debería estar despachando pescado. A mí me merece el máximo respeto limpiar boquerones, cuidado, pero Ada no es una señora como otra cualquiera, resulta que es alcaldesa de la segunda ciudad más importante de España. Y lo peor es que la RAE, ésa que acoge a Azúa en uno de sus sillones, es una institución cuya mitad de financiación pagamos con los impuestos de todos, los de Ada, los míos e incluso los de las pescaderas. Aunque el mayor desprecio se lo ha lanzado a los 176.337 votantes de Barcelona, donde ganó las elecciones. Pero ahora imagine que ese profundo desprecio (otro caso de la desfachatez intelectual de la que nos habla Sánchez-Cuenca) se lo hubiera dirigido a Ana Botella o a Rita Barberá.
Hombre, eso entonces igual hasta hace gracia. Mucha. Porque ya el hecho de haberse casado con Aznar es una broma pesada, ¿verdad?, y lo de las manzanas y las peras, y ese discurso en Buenos Aires…. la de risas que nos hemos pasado, por favor. Y encima ahora van y la nombran asesora de la Organización Mundial de Turismo. ¡A la del relaxing café con leche! Pero si no sabe idiomas, si no tiene ni idea de nada, decimos nosotros con nuestros bilingüismos y múltiples alcaldías a nuestras espaldas. Los mismos que hace tiempo denunciamos a los que criticaban el nombramiento de Leire Pajín y Bibiana Aído en organismos internacionales. Ah, las instituciones giratorias. Ah, nuestras incoherencias. El mundo al revés.
Imagine que esta mañana se levanta y escucha que una famosísima presentadora de televisión ha declarado: “No quiero que mis impuestos vayan a que esto se convierta en Venezuela, o se destinen a titiriteros que dan goras a ETA. No quiero a Podemos y no me caen bien los que les votan”. Y ahora...
Autor >
Ángeles Caballero
Es periodista, especializada en economía. Ha trabajado en Actualidad Económica, Qué y El Economista. Pertenece al Consejo Editorial de CTXT. Madre conciliadora de dos criaturas, en sus ratos libres, se suelta el pelo y se convierte en Norma Brutal.
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