
Israel Elejalde, en una fotografía promocional de Hamlet.
EMILIO MUÑOZEn CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí
Después de 20 años como actor profesional, con una carrera teatral de impecable regularidad, en la que no han faltado tampoco algunas incursiones en cine –fue nominado a los Goya el año pasado por su trabajo en Magical Girl, de Carlos Vermut–, a Israel Elejalde (Madrid, 1973) el papel de Hamlet le ha llegado en un momento tristemente oportuno. La reciente pérdida de sus padres le ha llevado de forma inesperada hasta los umbrales del dolor, como al príncipe de Dinamarca, para asomarse al negro abismo de la orfandad.
Y es allí, y por medio de esa infausta concomitancia, donde el actor y el personaje parecen haberse conocido en profundidad, y se han fundido de manera excepcional en este montaje que Miguel del Arco ha dirigido para la Compañía Nacional de Teatro Clásico y que ahora inicia su gira por toda España. Es este un Hamlet como el de siempre, pero algo distinto; se diría que, sin perder la potencia lírica de Shakespeare, se ha impregnado de la reflexiva humanización de algunos personajes de Ibsen o Chéjov.
Acaba la temporada de Hamlet en el Teatro de la Comedia y empieza una gira. ¿Le ha ayudado en lo personal este encuentro con un personaje al que usted ha definido como “un hombre atravesado por el dolor”?
Estoy muy satisfecho y emocionado con este viaje. Era un reto profesional, por un lado, y también un pequeño réquiem, por mi historia personal. En ambos casos, creo que puedo hablar de satisfacción. Enfrentarse a este personaje supone mirar el fracaso muy de cerca; pero esa sensación de estar delante del precipicio a mí me gusta, siempre que no salga demasiado malherido, claro.
“Estamos viviendo tiempos bastante radicales. Los más extremistas de todos los bandos se extreman todavía más”
¿Y cómo lo está recibiendo el público? Parece que las opiniones están más divididas que en otros trabajos de Miguel del Arco.
Hay que distinguir entre el público y la profesión. El público ha llenado día a día la sala y lo ha recibido muy bien, es algo que se nota en el aplauso y también en los silencios. Dentro de la profesión sí ha habido alguna discrepancia, aunque creo que son muchas más las voces a favor. Pero entra dentro de lo normal, ya que Hamlet es una obra que está un poco dentro de la imaginería de cada uno, todos la comparan con otros montajes previos que, de alguna forma, conservan grabados. Es normal. Cuando empiezo a decir el “ser o no ser” hay en la sala un silencio absolutamente sepulcral, y noto que el público está conectado con la obra.
¿Son ustedes conscientes de que esta compañía, Kamikaze, ha entrado de lleno la fama? Todo lo que haga va a ser mirado con envidia.
[Risas] Creo que la gente nos exige mucho, esperan mucho de nosotros. En ese sentido, creo que somos unos privilegiados. Yo me siento querido por el público y por la profesión, y creo que a Kamikaze, cuando se le ha criticado algo, se ha hecho en general con respeto. ¡Porque yo leo todas las críticas! [risas]. Es un género que me gusta.
¿Hay ya además algún otro proyecto en cartera a título particular?
Sí, voy a dirigir El idiota, de Jordi Casanovas, con Gonzalo de Castro y Elisabet Gelabert.
¿Se ve volcado en la dirección, en un futuro?
Siempre me ha interesado, pero, desde luego, eso no irá en detrimento de mi trabajo de actor. Creo, además, que ejercer de director de vez en cuando es bueno para mi carrera, me hace aprender desde fuera del trabajo de tus compañeros.
Estos días hemos visto de nuevo el terrorismo internacional, justo cuando en el Teatro Español se representa Ana el once de marzo. ¿Son el teatro y el arte útiles realmente para perfeccionar moralmente al hombre?
De alguna manera, sí. El arte es también un vehículo para educar, para abrir conciencias y para llevarnos poco a poco hacia otros lugares mejores. Sé que esto es un poco utópico, pero es que el teatro y la utopía van de la mano. Al menos, siempre puede ser útil para calmar el alma, para reflexionar, para intentar entender o, simplemente, para compartir el dolor con otros.
“Creo que todo [lo político] está dejado a la improvisación”
Poco antes de todo esto, unos titiriteros eran detenidos en Madrid. ¿Qué nos está pasando? ¿Nos está el miedo radicalizando?
Estamos viviendo tiempos bastante radicales, y eso hace que los más extremistas de todos los bandos se extremen todavía más. Yo defiendo que la ficción o el arte pueden ser buenos o malos, convenientes o inconvenientes, pero no creo que se pueda encarcelar a nadie por hacer ficción. Habría que quitar entonces muchos libros de nuestras bibliotecas y encarcelar a muchos autores. Lo de los titiriteros no daba para más que para decirles “sois medio tontos y no os vamos a contratar más”, pero ya está. Es verdad que todo lo que está pasando hace, como tú dices, que nos radicalicemos y que no nos paremos a pensar. Son tiempos inciertos.
Como persona dedicada a la cultura, ¿qué le gustaría que cambiase en España con el próximo gobierno, sea cual sea?
En las últimas elecciones nadie habló de cultura. Ni siquiera de educación. Me gustaría que eso fuera importante para ellos, que a su vez el pueblo percibiera también esa importancia. Y me gustaría que se sintiera que es necesario tener un modelo de cultura, sea el que sea. De lo del IVA ya ni hablo, porque todo el mundo sabe que es ridículo que tengamos el más alto de Europa. El Partido Popular se ha cargado el modelo anterior para hacer, supuestamente, un nuevo modelo de mecenazgo al estilo anglosajón, pero nunca ha llegado a hacerlo. Yo no creo en ese modelo, pero, si ellos sí creían y tenían la mayoría: que lo hubieran hecho. Que hagan algo. Y con lo que viene ahora tengo la misma sensación. Creo que no le importamos a nadie realmente y que todo está dejado a la improvisación.
Después de 20 años como actor profesional, con una carrera teatral de impecable regularidad, en la que no han faltado tampoco algunas incursiones en cine –fue nominado a los Goya el año pasado por su trabajo en Magical Girl, de Carlos Vermut–, a Israel Elejalde (Madrid, 1973) el papel de...
Autor >
Raúl Losánez
Suscríbete a CTXT
Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias
Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí