La agonía del mediapunta
Sin adjetivos
Emilio Muñoz 19/04/2016
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Andaba uno, tras el partido, intentando ralentizar los pulsos que seguían a punto de nieve. La cuestión era encontrar una pizca de serenidad para irse a la cama con ciertas garantías. Dado que la empresa se antojaba complicada, cuando no imposible, servidor de ustedes tuvo la necesidad de sentarse frente a un papel en blanco. Escribir. Contar, dentro de mis posibilidades, lo vivido a lo largo de otra noche ya guardada en la memoria, en la estantería de los recuerdos que perdurarán. Las palabras brotaban fluidamente pero, mediado ya el primer párrafo, me di cuenta de que no encontraba ningún adjetivo que pudiera explicar lo que había ocurrido en el Calderón.
Busqué en los cajones en los que suelo guardar los adjetivos y encontré todo tipo de palabras: verbos, sustantivos y artículos se apelotonaban allí, mas no fui capaz de encontrar ningún adjetivo. Me dirigí a la cocina, no fuera ser que hubiera puesto los adjetivos, sin darme cuenta, en el jarrón en el que confino a las monedas de uno y dos céntimos. Nada. Ni rastro. Volví al salón turbado ¿De qué manera puede uno describir la belleza del estadio, la comunión entre jugadores y afición, el orgullo que destila cada uno de los seguidores atléticos cuando ve cómo defienden la camiseta los integrantes del grupo creado y dirigido por Simeone sin servirse de adjetivos?
Reflexionaba sobre la levedad de un texto desadjetivado cuando desde la mesa del comedor llamaron mi atención. Eran dos adjetivos de uso infrecuente. Se presentaron educadamente como portavoces de todos los adjetivos usados y por usar que pueblan los textos de juntaletras de toda condición. Ante mi sorpresa, expresaron su disconformidad por las condiciones laborales de sus compañeros cuando tienen que trabajar en un texto que glosa los méritos del Atleti. Continuaron su alegato exponiendo que los adjetivos que acompañan las aventuras de este Atleti de nuestros amores se sentían insuficientes nada más posarse sobre cualquier papel o procesador de textos. Reivindicaban una revisión salarial y la concesión de un complemento de peligrosidad revisable, dada la posibilidad, nada desdeñable, de tener un accidente por redundancia a la vuelta de cualquier artículo. Se acogieron a su derecho de huelga sin ocultar su malestar por el abuso al que les sometíamos los que narramos las hazañas del equipo rojiblanco: demasiados épicos, muchos heroicos, un montón de grandiosos y gloriosos salpican las páginas que del Atleti estamos escribiendo.
Todavía impactado, les di la razón, no podía ser de otra manera. A modo de disculpa argumenté que los hitos a los que nos está llevando el equipo colchonero tienen aparejados esos riesgos. Es cierto que los que intentamos poner palabras a las proezas de los pupilos del Cholo nos excedemos con los adjetivos, que los repetimos hasta la saciedad y que notamos, nada más usarlos, que se quedan cortísimos ante tanta gesta. Presa del arrepentimiento, aun tuve la osadía de rogarles que, solo por esta vez y como servicios mínimos adjetivales, me dejaran utilizar alguno como legendario, como fabuloso o como maravilloso. Estaba convencido de que no habría manera de poder transmitir lo de anoche de otra forma. No sería posible reproducir las sensaciones. No existiría otro medio para ilustrar la piel de gallina que no se había marchado, la ronquera heredada tras los gritos de celebración, los innumerables abrazos recibidos, sin adornar esas vivencias con adjetivos. Se negaron firmemente y se despidieron, no sin antes advertir que los paros se prolongarían indefinidamente hasta que articulistas, blogueros y toda clase de plumillas, fuéramos capaces de crear oraciones y frases que pudieran glosar cada una de las epopeyas rojiblancas sin que los adjetivos que las poblaran se sintieran tan insuficientes y tan manoseados.
Les vi alejarse y a pesar del desánimo, terminé este artículo sin adjetivos que ahora ustedes tienen entre manos de forma precipitada, con el sueño apretando firmemente. Una vez lo di por concluido, comprendí el enfado de los representantes sindicales de los adjetivos y acepté que tenían toda la razón. Aquellos que estamos intentando dibujar con palabras el viaje del Atleti por las distintas competiciones estamos condenados a quedarnos cortísimos. Como cualquiera de los adjetivos que utilicemos.
Andaba uno, tras el partido, intentando ralentizar los pulsos que seguían a punto de nieve. La cuestión era encontrar una pizca de serenidad para irse a la cama con ciertas garantías. Dado que la empresa se antojaba complicada, cuando no imposible, servidor de ustedes tuvo la necesidad de sentarse frente a un...
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Emilio Muñoz
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