Que alce la mano quien sinceramente se haya escandalizado a cuenta de la reciente detención de Miguel Bernad, líder de Manos Limpias. Bueno, y del jefazo de Ausbanc, Luis Pineda. Ambos casi en pack por usar sus influencias y su frenética actividad en los juzgados para, presuntamente, extorsionar de lo lindo a todo aquel que pensaban que podría sacudirles pasta tras sus amenazas. Iniciativa que aplaudiría de pie hasta la mismísima camorra siciliana.

Sería jodido que alguien pusiese el grito en el cielo preguntándose "oh, Dios mío, ¿pero cómo ha podido ser?, jamás lo habría imaginado”, mientras cabecea incrédulo con la mirada perdida. Tranquilos, eso no va a pasar, nunca. Y es que al hablar de Manos Limpias debemos recordar que estamos ante uno de los sindicatos más chanantes y con peor pinta del panorama nacional, y es que tirando memoria, de hemeroteca o de lo que queramos, en su ametralleo de denuncias contra lo que no consideran tradicional o españolísimo, podemos encontrar algunas tan locas como la que señalaba directamente a Los Lunnis por realizar una boda homosexual hiriendo así los sentimientos —según ellos— de los miles de niños que vieron esas imágenes. Esa misma cruzada homófoba también pasó por denunciar al cuerpo de la Guardia Civil por permitir que las parejas homosexuales pudieran vivir en las casas cuartel al igual que las heterosexuales.

En el terreno político destacan las dislocadas querellas dirigidas a Monedero y Pablo Iglesias —al que compararon con Hitler o Pol Pot entre otros— por pertenencia a una organización criminal e incluso su petición de ilegalizar la CUP, sin olvidar la demanda de hacer lo mismo con Bildu por el fatídico hecho de no recibir a los Reyes Magos en el Ayuntamiento de San Sebastián. 

Dicho esto, si ahora resulta que la asociación adalid de la Justicia, por intentar enriquecerse mediante la coacción de iniciar procesos judiciales o por la extorsión para ponerles fin, resulta ser la criminal, el bumerán que lanzaron hace décadas sobrevolará peligrosamente sus cabezas a una velocidad desmedida. Aunque, qué demonios, viendo el morro que durante años le han echado al asunto, no es de extrañar que confesaran que si han estado haciendo lo que curiosamente han reprochado a otros, ha sido básicamente para hacerlo con conocimiento de causa. Y yendo a lo que vamos, limpias o no, las manos bien arriba, que yo las vea: menuda venganza se están cobrando Los Lunnis.