ESCRITO A CIEGAS
Refinado salvaje
José Luis Merino 27/04/2016
En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí
Nada más pisar el caótico estudio del pintor irlandés Francis Bacon, empiezas a entender el extraño magnetismo de su arte. Verás en sus lienzos figuras descoyuntadas, con aparentes alaridos feroces. Parecen momias envueltas sobre su propia piel desnuda y ácida, y aun macerada, además de agónica.
La profundidad de su pintura nació cuando el espectáculo del arte dirigió su lenta sombra hacia el hombre y comenzó a mirarle a los ojos.
Esas bocas aulladoras, salvajemente acuchilladas de luz y truculencia, corresponden a cuerpos retorcidos, en una suerte de restos orgánicos informes. Los cuerpos, casi sin modelar, posan tumbados en divanes severos, ubicados en habitáculos siniestros, sórdidos, de insondable negritud, pero sin dejar de producir la belleza sombría del caos. Allí todo se presenta de manera inestable y vertiginosa, donde se entreveran sangre, sexo y violencia carnívora en un continuo rompimiento de la imagen. Esa violencia imperante de las figuras se incrusta en el armazón geométrico del espacio.
Pintura fulgurante como la cópula, con intensas bocanadas de sadomasoquismo. Frente a gestaciones estridentes, surgen pinceladas a la manera de los zarpazos de un refinado salvaje. Por más que esas pinceladas busquen aplastar las formas, quizá en ese aplastamiento se producen los trazos más felices de todo su arte. Lo compulsivo ha sido domado por la tremulante magia de la factura.
[Francis Bacon murió el 28 de abril de 1992. Su arte sigue fabricando adeptos]
Nada más pisar el caótico estudio del pintor irlandés Francis Bacon, empiezas a entender el extraño magnetismo de su arte. Verás en sus lienzos figuras descoyuntadas, con aparentes alaridos feroces. Parecen momias envueltas sobre su propia piel desnuda y ácida, y aun macerada, además de agónica.
Autor >
José Luis Merino
Suscríbete a CTXT
Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias
Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí