Decía Jesús Ibáñez que los políticos y los sacerdotes comparten formato de discurso: “Mañana, cadáveres, gozaréis”. La política tal y como la conocimos era una postergación, algo que sucedería en algún momento en el futuro.

La esperanza es la confianza en que algo bueno vendrá gracias a algún elemento exterior a nosotros mismos. Lo que sucedió el 15 de mayo de 2011 es un fenómeno sin esperanza. No aspiraba a que nadie lo recogiera y lo llevara en volandas hacia el futuro. Era punk, en ese sentido del punk de decir “No Future”, o esa otra forma de punk que decía “No vas a tener casa en tu puta vida”. Es decir, no hay otro mundo posible. Este mundo cansado, vulnerable, jodido, injusto, bello, lleno de potencias, es lo que hay. Es como asumir que te vas a morir y decidir qué vas a hacer con lo que te queda de vida.

Pero tomar el presente entre las manos es algo que podría haber sucedido en una clave reaccionaria, reactiva, de cierre. Creo que el elemento fundamental del 15M es que reconoce en su desarrollo la necesidad de las otras personas para hacer posible la vida. Es decir, pasa por el reconocimiento de que la vida, y uno en la vida, es frágil. No hay vida digna sin los otros, sin los hombres y mujeres que forman nuestro mundo. Cuidarla, cuidarnos, no es una elección, es supervivencia.

El tercer elemento sería el reconocimiento de que esa vida necesita de un sostén material, de unos derechos, de una posibilidad. Primero pedimos democracia, luego nos dimos cuenta de que no hay democracia sin tiempo para ejercerla y ese tiempo depende de las condiciones de vida, es decir, de los derechos.

Por eso, el 15M es mantener, cinco años después, que no hay futuro. Que el futuro es siempre hoy, que lo importante es hoy. Mantener vivo el 15M es mantener abierta la posibilidad de no mirar al futuro, de enterrar la esperanza y apostarlo todo a la alegría.

Esta tarea no tiene una forma concreta o un tipo de persona concreta que la encarne. Todo intento de encerrar esta lógica en un lugar, aparte de la sociedad en general, está abocado al fracaso, el 15M es un algo entre las cosas. Una relación, quizás.

Por tanto, yo, que estoy ahora en una institución ejerciendo de concejal, me digo que mi hacer 15M pasa por no prometer nada, no dar esperanzas. Trabajar silenciosa y continuamente para que mañana siga siendo hoy. Para que los elementos mínimos necesarios para que cuidarnos sea materialmente posible estén a la altura de cualquiera.

El 15M es, por último, la expresión de un dolor. Del dolor de todo lo que no podemos hacer y todo lo que hemos perdido. Es algo que permite descomponer las diferencias que construían la soledad de una forma de presente y recomponer los elementos comunes que construyen la compañía de otra forma de presente.

Es hoy.

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Guillermo Zapata es concejal presidente de los distritos de Fuencarral-El Pardo y Villaverde, Madrid, por Ahora Madrid. El 15M participaba en el Patio Maravillas, era guionista de series de televisión y escribía en distintos medios de comunicación. Ha publicado dos novelas y dirigido varios cortometrajes.