Crónica Parlamentaria
Oteging
El sentido y el protocolo de la visita del político vasco al Parlament fueron raros. Pero la CUP logró llenar de vida el Procés desde su izquierda y sembrar la contradicción en el Govern
Guillem Martínez 21/05/2016
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Cuando voy al Parlament paso por el Institut Verdaguer. Es uno de los pocos edificios del siglo XVIII que quedan por aquí de cuando esto era una fortaleza militar. Era la residencia del gobernador de aquella Barcelona del siglo XVIII, que era una suerte de Belfast. Los otros dos edificios son el Parlament --era el polvorín; de ahí las paredes de dos metros; hoy en día, en un parlamento del siglo XXI, ese aislamiento es redundante--, y la capilla --una iglesia sencilla, neoclásica, divertida; cuando ves una iglesia o una chica así, dan ganas de casarte--. En las obras olímpicas se encontraron, por cierto, restos de un cuarto edificio. Una torre que hacía de calabozo mangui. En la pared de una celda se encontró, además, el grafiti hecho por un preso, al lado del agujero que hacía de ventana. Era el dibujo de la Barcelona que el autor preso veía desde ese boquete. Poca cosa y, al fondo, Montjuïc, otra fortaleza --sí, Barcelona era una joya--. Era maravilloso. Fue destruido inmediatamente, en 3, 2, 1, cero. Ese grafiti, por cierto, podría haber sido de Giacomo Casanova. Estuvo unos días en esta torre, por tirarle la caña a la querida del gobernador militar, una italiana que quitaba el hipo. Casanova, el hombre que se hizo famoso en Europa por fugarse de I Piombi --la terrible cárcel veneciana--, reconocía en sus memorias, años después, que en Barcelona lo tuvo, en verdad, más chungo.
Bueno, el sentido de pasar al lado del Institut Verdaguer es un preciosismo burro. Si tienes suerte, como es el caso, puedes escuchar cómo suena el timbre que indica cambio de clase, y eso, a todos los usuarios de instituto que en el mundo han sido, nos pone las pilas. El Institut Verdaguer, por cierto, durante la República fue el Institut-Escola, la escuela republicana I+D, y uno de los do de pecho de la escuela republicana catalana, una línea que arranca con Ferrer y Guardia y que eclosiona bajo la forma de escuela universal, pública y catalana en la República. En el 36 se reformula bajo criterios más libertarios, si bien no tanto. Los pedagogos anarquistas razonaron, durante la única revolución anarquista europea que tuvo éxito, que los niños no estaban preparados aún para una escuela libertaria ad hoc. Eran grandes, esos tipos. Anyway. Hay muchas descripciones del Institut Escola. Maria Aurèlia Campmany, exalumna, explica que, por fin, fue una escuela e instituto con niños y niñas mezclados, en la que, además, no había niños y niñas raros. Es decir, que lo raro, y cualquiera de sus accesos y velocidades, era normal. Algo importante. Por aquí abajo, en fin, a los niños raros se les mata a boinazos desde hace siglos. Últimamente, las boinas son modernísimas y de colores. También explicaba que el alumnado estaba obsesionado por las greguerías de Ramón --"una escarola es una lechuga con enaguas", "tenía un tic, pero le faltaba un tac. Por eso no era un reloj", "los niños se sacan las ideas por la nariz", "Cuando una mujer se quita la arena de la pierna en una playa, parece que se quite una media", "el cerco de una taza de café sobre la página de un libro es el sello que indica que ese libro ha traspasado la frontera de tu intimidad"; brrrr, no puedo parar--. Las leían, las copiaban, las inventaban, las repetían. Una República, una ruptura cotidiana y perceptible hasta en el insti, debe de ser algo divertido. Sabes que no vives en una república, incluso si vives en una república, porque la cotidianidad no es divertida. Hoy, precisamente, voy a un parlamento que no sólo no es divertido/republicano, sino que, en un plis, se pelará un poco toda esta pedagogía y modo del que les hablo. Rayos, les estoy haciendo un spoiler. Me pongo la pilas. Vayan corriendo al siguiente párrafo, en el que ya he accedido al Parlament y estoy sentado en mi sillita, y les explico, a ver si me aclaro.
Sesión de controlZzzzzz. Coscubiela --CSQEP-- e Iceta --PSC-- suben banda y dan espectáculo en sus preguntas, que sembrarían la contradicción gubernamental, si eso existiera. Pero no existe. A estas alturas del partido, un Gobierno del Sur no tiene problemas entre lo que dice y lo que hace. Es más, un Gobierno del Sur no debe de decir lo que hace, o nos volveríamos majaras. Básicamente, emiten unos presupuestos restrictivos que impiden que lo que dicen --democracia, bienestar-- tenga relación con lo que hacen. Quizás, todo esto se materializa en un no parar de decir. La macropolítica --en el caso de Catalunya, el Procés-- es una construcción oral, continua. Y la micropolítica --la chica cotidiana que van entregando a la prensa, para que fabrique sensación de que pasan cosas-- pues también. Desde hace una semana, la chicha ha consistido, por cierto, en un debate en el seno de JxS entre los chicos ERC, que defendían un IRPF más gore con los tramos altos, y los chicos CDC, que defienden más leña al mono asalariado que, en efecto, es de goma. Detrás de este debate --lo dicho, oral--, fluye la sospecha de que la propuesta final será la normal y la esperada en nuestro estadio de posdemocracia, en el que el IRPF no es un elemento para repartir la riqueza. Hummm. Quizás el debate real del sign of the time no se produce en esta sala, sino en lugares inesperados. Consiste en que, coincidiendo con su refundación, CDC está buscando una pista de aterrizaje no indepe, a la que descender de las alturas indepes. Esta misma semana, por ejemplo, el conseller Santi Vila --no indepe y uno de los candidatos a liderar la futura CDC-- ha presentado libro, en el que plantea, entre otros preciosismos, desmovilizar el "soberanismo" --lo llama "soberanismo", y no "independentismo"-- movilizado non-stop desde 2012. Es decir, plantea volver a ese antes de 2012 que tanta felicidad ofreció a CDC desde los 80's. Al acto de presentación fueron todos los chicos y chicas CDC. Fue presentado por un líder mediático del independentismo/un Jiménez Losantos indepe. La mar de contentos. En el pack gubernamental indepe, los individuos se diferencian, en fin y lo dicho, sólo por lo que dicen --soberanismo, indepe--, no por lo que hacen.
Visto lo visto, esta sesión parlamentaria modulada por el tertulianismo --emitir sofismas gubernamentales, eléctricos, si bien no verificados en la realidad-- sólo se animará por la tarde, cuando una delegación de la Assemblea Groga --groc/ga es amarillo/a en catalán; llevan camiseta amarilla; es la marea de Educación-- presente su propuesta de ILP y hable de la realidad. Pero tampoco será así. Otro hecho virtual modulará el día. Se trata de la visita de Otegi al Parlament, invitado por la CUP.
Que Otegi venga a este parlamento no es nada del otro jueves. No sorprende, no indigna, no hace que la parroquia haga chiribitas. Es un hecho normalizado por una sociedad que ha sabido discernir ‘-incluso en épocas de intensificación propagandística-- entre violencia y política. Recuerden, por ejemplo, la mani multitudinaria celebrada en Barcelona con motivo del asesinato de Ernest Lluch, en la que los manifestantes, ante un Aznar corrido, exigieron, además de rechazo a la violencia, diálogo. Pero eso no quita que la visita de hoy, a pesar de su normalidad --PSC no la ha impugnado; sólo PP y C's han emitido estupor y temblores-- haya quedado raruna.
Hay dos cosas rarunas. Por una parte, el sentido de la visita. Contrariamente a lo emitido por la prensa, no se trata de un homenaje. Pero tampoco es un acto nítido. Otegi viene a A) entrevistarse con la Comissió d'Exteriors, que hoy no se reúne, pues hay pleno. Al reunirse, indica con ello que el pleno no vale un pito. Una cosa virtual --virtual: su importancia no es ella misma, sino su interpretación-- se comerá la cosa ILP de la Assemblea Groga. La otra cosa raruna la ofrecen los chicos/as de PP y C's. Contraprograman la visita de Otegi con un B) pase de víctimas. Es decir, con un encuentro con un par de asociaciones de víctimas pro-gubernamentales, esa cosa que no existió en Irlanda. Vamos, que por A) o por B), hoy constará como día no lectivo. Un parlamento del Sur, en fin, no ofrece ninguna lógica propia. Es la continuidad de la lógica propagandística exterior. Ah. También hay otra cosa rarísima. El protocolo mismo de la vista. Primero tenían que venir las víctimas. Luego, se tenía que ir Puigdemont. Y, sólo después, tenía que llegar Otegi. Tanto protocolo incomprensible es más de peli de Kurosawa que de un parlamento.
Sobre el pack víctimas. Se trata de la hermana de Miguel Ángel Blanco y del líder de la asociación catalana. Antes había otro. Un hombre al que lo de Hipercor le tocó de pleno. En los años de máxima apropiación gubernamental de la víctima, ese hombre se mantuvo alejado del Gobierno y el PP. Tal vez por ello fue sustituido por otra víctima más homologada. Bueno. El acto consiste en un reunión en una sala con PP y C's. Nos dejan pasar a verlos. Se dejan fotografiar, mientras ponen cara de gravedad. Esa cara del futbolista cuando escucha el himno. Luego, nos dan una rueda de prensa, para explicarnos lo que han hablado en esa sala. Que resulta un compendio de léxico creado hace varias décadas, cuando la realidad era otra. La rueda de prensa, por cierto, supone un choque cultural. Los periodistas barceloneses, en fin, estamos acostumbrados a otros itinerarios de propaganda. Sinopsis: se nos agradece nuestro apoyo --no estamos apoyando nada; estamos, como siempre, en la sala de prensa, currando--. Se emiten mensajes sencillos, casi consignas, muy parecidas a las que luego emiten Albiol y Arrimadas, codificadas, lo dicho, en los 90's. Son tan antiguas que explican antes una mentalidad dilatada en el tiempo que una realidad. Una política antes que una pérdida --suponiendo que la pérdida sea el hecho narrativo de la víctima--. Curiosidad: después de cada intervención, ellos mismos se aplauden. Por aquí, nunca, en una sala de prensa, ni siquiera en la del Barça, se aplaude. Las preguntas de la prensa, a su vez, despistaron un poco a los preguntados. Verbigracia: se preguntó a Albiol por la prohibición de la estelada en la final de la Copa Elvis --o del Rey--, comunicada por el El Mundo hacía pocos minutos. Incluso Albiol alucinó. Por aquí abajo nunca habrá una derecha estable, porque siempre se supera por su derecha.
Otegi compareció ante la prensa horas después. Para entonces, ese egregio Parlament ya se había pelado la ILP de la Assemblea Groga. Les explico cómo se la pelaron.
Presentó la propuesta una usuaria de la Assemblea ante un parlamento medio vacío. Se retrotrajo a la tradición pedagógica republicana catalana. Explicó que la ley catalana del ramo no difiere mucho en su mentalidad de la ley Wert. Rebajó la ILP. No se trataba tanto de hacer otra ley como de discutir de educación en el Parlament. Bromeó sobre el Procés --ya sólo se lo creen los profesionales de la política o de la fe; hay muchos; la fe parece que será un gran motor en el siglo XXI, glups--. E hizo un llamamiento personal explícito a Lluis Llach --de JxS--, aduciendo que no se comprendería que un cantante chachi no apoyara ese republicanismo implícito, y esa lucha por la igualdad. La pobre mujer, snif, ignoraba lo que es un cantautor/intelectual hispano. Anyway. PP alegó su voto negativo a través de datos erróneos extraídos del informe PISA. Con un par. Nivelón. JxS alegó su voto negativo aduciendo que no era el momento, que cuando seamos Estado eso será la pera. Pero que antes, pues no. La ILP, una costosa iniciativa ciudadana, desapareció en la nada, como un ninja, con los votos de PP y JxS. Por JxS votó no hasta el gato/cantautor.
En la rueda de prensa de Otegi, después del ILPcidio, LLuís Llach estaba al lado de Otegi. Quizás, con este acto, accedía a una suerte de desodorante, que le quitaba el tufo de su no a una iniciativa popular razonable. La política oral, en fin, es una sustancia que limpia la política real. Por lo que está llena de futuro. Mientras Otegi hablaba, Llach modulaba una cara que me recordaba algo. Era la cara, otra vez, del futbolista escuchando el himno. Socorro.
Sobre Otegi. Otegi vino con un séquito de Bildu. No tengo ni idea del pack Euskadi. Arturo Puente, un periodista de Navarra, me explica que se trata de veteranos. Es decir, de personas que, junto con Otegi, deberán de desaparecer del mapa para sellar el acceso a una nueva realidad. Debería de pasar lo mismo en el PP, supongo. No creo, snif, que pase. Otegi, por cierto, ha practicado cierto aggiornamento --era palpable en sus tuits y en las entrevistas realizadas en la cárcel--, y utiliza retórica e imágenes que se han creado en la sociedad en estos últimos cinco años. Por ejemplo, más que reivindicar la independencia, reivindica la soberanía frente a Europa. Para, sic, "dar poder a las personas". Utilizo esas frase y otras, que aparecen --otro snif-- en la lápida de Syriza. Otegi habló del Procés. Explicó que había acabado con España, que era un éxito, y que sería deseable reproducirlo en Euskadi. Supongo que este era el objetivo de CUP. LLenar de vida el Procés desde su izquierda, y sembrar la contradicción en un Govern que, como ha quedado dicho, no se contradice jamás, pues su campo semántico es más amplio que el de Ruiz Mateos, por citar un ideólogo. Ejemplum: después de arropar a Otegi, para desarropar, sin que nadie lo vea, una ILP, el pack JxS seguirá buscando la pista de aterrizaje ésa que les comentaba. Mañana, en fin, será otro día.
Cuando voy al Parlament paso por el Institut Verdaguer. Es uno de los pocos edificios del siglo XVIII que quedan por aquí de cuando esto era una fortaleza militar. Era la residencia del gobernador de aquella Barcelona del siglo XVIII, que era una suerte de Belfast. Los otros dos edificios son el Parlament --era...
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Guillem Martínez
Es autor de 'CT o la cultura de la Transición. Crítica a 35 años de cultura española' (Debolsillo), de '57 días en Piolín' de la colección Contextos (CTXT/Lengua de Trapo), de 'Caja de brujas', de la misma colección y de 'Los Domingos', una selección de sus artículos dominicales (Anagrama). Su último libro es 'Como los griegos' (Escritos contextatarios).
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