Crónica parlamentaria
Una, ejem, putada
El President presenta 45 leyes, el pack de la Presión no se pone de acuerdo, Puigdemont inicia una línea de diálogo de besugos con Rajoy... La fórmula de la decadencia de este Govern. O de todo lo contrario, la fórmula de su éxito
Guillem Martínez 23/04/2016
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Hola. Parlament. Es jueves. Hay sesión. Ayer, también. Divertida. Pack control y pack explicar políticas de gobierno. El President Puigdemont explicó sus políticas. El caso de la cosa consistirá en 45 leyes nuevas. Ni 44, ni 46. No está mal, si pensamos que, desde 1980, este Parlament ha emitido menos de 700 leyes, lo que da una media de 60 y pico por legislatura. Las medias molan. Pero, como sabe todo el mundo que se ha puesto, o ha quitado, unas, son frágiles. De hecho, en este Parlament ha habido legislaturas con 20 leyes. Y esta legislatura, pinta que no será muy fructífera en ese negociado. A saber: será una legislatura corta. De hecho, y este parece ser el intríngulis de la cosa, el Estatut fija que, tras unas elecciones anticipadas, como han sido las últimas, no puede haber elecciones hasta un año después de la formación de Gobierno. En esto, el sistema catalán es una copia del sistema español, que a su vez es una copia del sistema alemán. Lo que es, ahora que lo pienso, snif, otro fósil que explica el legado de las fundaciones alemanas en el proceso constituyente de los 70's. Vaya. Me estoy saliendo de madre. Salten al otro párrafo, a ver si lo enderezo.
La sensación es que la legislatura se arrastrará hasta esa fecha mágica y germánica, para la que faltan menos de 12 meses. Vamos, nada. Todo un éxito, si pensamos que lo natural hubiera sido repetir elecciones a los tres meses de las anteriores. No se hizo. Por razones culturales. Es decir, por presiones palpables, difíciles de describir, y alejadas de la política, si pensamos que la política son itinerarios tendentes al logro de un objetivo. La presión cultural, que fabricó un anillo capaz de unir a ERC, CiU y CUP, era la cosa Procés, o Catalunya, o el cataluñismo --algo nuevo en la plaza; un sentimiento desorganizado y autosuficiente, y alejado, creo percibir, del catalanismo y, me temo, del independentismo; catalanismo e independentismo son, al fin y al cabo, sendos programas; esto, pues no--. Esa presión, esa fuerza, ese loqueseaísmo, no ha aportado ningún movimiento en el Procés. Pero ha logrado su objetivo: un Govern. Y está logrando esta legislatura, que durará hasta que el reglamento permita que este Parlament salte por los aires, que es lo que le pide el cuerpo. No se puede esperar mucho, lo dicho, de esta legislatura. Ni siquiera las tres leyes rupturistas esas, planificadas para durar unos 18 meses que, todo apunta a ello, no existirán. Quizás lo que está pasando está pasando fuera de este Parlament. Tampoco es gran cosa. Es lo que está pasando desde 2012, momento en el que CDC asumió como suyo un Procés ciudadano. Está pasando la refundación de CiU, y están pasando los intentos para que pueda seguir existiendo una presión, un objeto cultural potente, capaz de crear cohesión social y política, en la dirección opuesta a la ruptura/el fin de la austeridad y de las lógicas que la hicieron posible.
Hace una semana, por ejemplo, se produjo la asamblea de la ANC / Assemblea Nacional de Catalunya. Un objeto que debe su vida a la presión esa que les comentaba. A saber: la ANC no existiría en su actual forma, glamour y función si no hubiera una presión que posibilita ver antes su autodefinición épica que su funcionamiento y su rol real. Muy yuyu, por otra parte. Tras unas elecciones que, el año pasado, renovaron su cúpula, la ANC acabó siendo presidida por la persona que quedó en cuarto lugar en votos. Se supone que los tres candidatos anteriores declinaron su puesto por la presión esa, que hace percibir a los presionados lo que tienen que hacer. O por pasta. Es posible que por ambas cosas. Lo bueno de la presión es que impide ver lo de la pasta, incluso, a sus usuarios. El sistema español es, básicamente, eso. Cruzadas políticas e improbables, que impiden ver las políticas reales y la corrupción que hay en segundo término. Anyway. En la asamblea de la Assemblea --unas bases amplias y diversas, netamente democráticas, y una élite seriamente vinculada, glups, a CDC--, la ANC empezó a fabricar presión. Es decir, a emitir la idea de que para las próximas elecciones debería repetirse una lista única, un cacharro que sólo beneficia a CDC. CDC, en fin, está a medio refundarse. Está, vamos, frágil, como esos cangrejos que han cambiado el caparazón viejo, pero que aún no han formado el nuevo, por lo que necesita el caparazón de una lista única, que impida verle su corrupción y su apuesta por la austeridad. La propuesta, sea como sea, fue rechazada por las bases. Pero sigue ahí, en las élites, que incluso defienden que no fue rechazada. Con un par. La lista única, me temo, será una de las formas de la Presión --así, en mayúsculas--, durante los próximos meses. Por sí sola no supone un avance en el Procés, más paralizado que --otro snif-- la defensa del Barça. Supone, simplemente, que CDC siga protagonizando legislaturas. Incluso legislaturas como esta.
Legislaturas-como-esta, sinopsis. Ayer, lo dicho, Puigdemont presentó 45 leyes. Suponen un alto en la austeridad, un giro socialdemócrata, una defensa de todo lo que CDC se cargó. Será difícil, no obstante, que esas leyes existan. No hay pasta. La Gene está intervenida. Es una España en miniatura. No dispone de un gran margen para elaborar sus presupuestos. Además, la división del grupo gubernamental --JxS --es decir, ERC, CDC e independientes, más a la greña de lo que se cree-- y CUP es patente. Va a costar mucho votar conjuntamente algo. De hecho, literalmente, aún no se ha votado nada. Es decir, no se ha promulgado ninguna ley. Que tiene guasa, en el trance de proponer 45. El gran qué será la Ley de Presupuestos. En tiempos, cuando la política era una meseta, los parlamentos, de hecho, sólo aparecían en la tele cuando votaban gobierno y presupuestos, o cuando a algún diputado le daba un ataque de risa. No parece que será fácil votar presupuestos. O sí. Vete a saber. La CUP, en ese sentido, es impredecible. Verbigracia: esta semana ha anunciado que no votará los primeros presupuestos municipales de Barcelona, propuestos por el equipo Colau. Alegan premura en su presentación, si bien con mayor premura votaron, en el Parlament, a Puigdemont, esa garantía de presupuestos manguis all day long. La CUP, en fin, es un lío. Hay chorrocientas CUP, lo que no es malo, sino una buena idea, y la garantía de su futuro. La de Barcelona es rara. La del Parlament, difícil de comprender para el tipo que firma estas líneas. La de Manresa, por cierto, esta semana ha propuesto que el Ajuntament potencie el, sic, sagnat lliure/sangrado libre. No es el uso de sanguijuelas en los Centros de Atención Primaria, sino el de productos higiénicos alternativos en el trance de la menstruación, esa cosa que no tiene todo el mundo, ni siquiera todas las mujeres. Quizás todo ese cup-sutra, todo ese conjunto de posicionamientos sincrónicos y contradictorios, explica lo difícil que es, para las izquierdas, emitir discursos políticos verificables, en esta época en la que la política institucional carece de autonomía, y en la que es difícil ya emitir políticas democráticas sin rozar o sobrepasar los límites de lo posible. Es difícil emitir, participar de la política cuando, en fin, la política institucional es, en sí, todo aquello que se pretende cambiar.
La derecha lo tiene más fácil. Puigdemont, hace unos días, inauguró una línea de diálogo con Rajoy. Por todo lo alto. De todos los tipos de diálogo posibles en el mundo, han optado por el diálogo entre besugos. Una sabia decisión, que les posibilitará a ambos tener la razón y satisfacer las expectativas, épicas pero baratas y fáciles de contentar, del españolismo y al cataluñismo. Por cierto, Puigdemont ya se ha metido de pleno en el papel de Presi de la Gene, por lo que antes y después del encuentro con Rajoy sustituyó la alocución Estado-independiente por la de Estado-propio, una forma de Estado --Utah, Baviera, Buenos Aires DF-- que no tiene por qué ser indepe. Por lo que veo, los usuarios de la Presión no encuentran ese cambio importante. La derecha, brrrr, siempre juega en casa.
El PSC/PSOE también lo tiene difícil para emitir discursos. Hace unos días salió del armario la noticia de que un PSC sin soberanía, dependiente de un PSOE con las manos atadas por otra Presión, habló de celebrar un referéndum --nítido, con pregunta clara-- con En Comú Podem, que sigue emitiendo esa propuesta. Me temo que en solitario. La Presión españolista se niega a esa solución sencilla. Sencillamente, la encuentra inadmisible. La Presión cataluñista, pues también. Tal vez por el mismo terror a la democracia directa, pero con un discurso diferente: la casilla del referéndum ya pasó. Tal y como está el patio, abogar por un referéndum me parece la postura más realista y democrática, diría. Y me atrevo a asegurar que la más cargada de futuro en una cultura en la que los referéndums se han emitido, básicamente, para controlar sus resultados.
Bueno. Hoy es jueves. Se votan propuestas de los grupos. De las chorrocientas que se van a votar, les describo una, que puede describir, a su vez, la legislatura. Bueno. No es una. Son dos. PSC, por un lado, y CSQEP --rayos, parece uno de los nombre de Prince después de ser Prince-- presentaron dos propuestas. La del PSC se llamaba "Moció subsegüent a la interpel·lació al Govern sobre els projectes de lleis de Presupostos i mesures fiscals". La de CSQEP tenía, paradójicamente, un título más corto. Salvo en tres puntos, estaban calcadas. Lo que entraña cierta coordinación. Ambas, además, se presentaron en el hemiciclo en el último momento, de manera que no hubo tiempo, casi, de leerlas. Básicamente era, y así se podrían haber titulado, una putada. En lenguaje parlamentario, una "Putada Subsegüent a la interpel·lació, etc".
La cosa consistía en una moción --bueno, lo dicho, dos--, pidiendo al Govern que se ponga las pilas y emita presupuestos. Y, por el mismo precio, apuntaba sendas propuestas estéticas sobre ellos. El resultado fue puro pitote. Para poder votar la cosa, se optó --como viene siendo habitual-- por votarla punto por punto. Es ya imposible que CUP y JxS voten cualquier cosa al mayorista. Deben votarla al detallista. El pack JxS está tan sometido a contradicción --cuando el tema no es la Presión, sino lo que esconde-- que también empieza a tener problemas para ejercer de bloque. A lo largo de la mañana, por ejemplo, también se votó una moción para retirar la pasta a las escuelas concertadas que opten por la segregación de sexos. ERC y CDC votaron por separado. La propuesta no fue aprobada porque Junqueras votó con CDC. Y porque C's, según explicó C's, se equivocó con uno de sus diez dedos y votó la opción más reaccionaria por puro error. C's son grandes. Cuando sean inmortales recordaremos el periodo 1978-2016 con añoranza, como una Edad de Oro de la ética. No te digo más. Bueno. Volvamos a la "Putada subsegüent a la interpel·lació etc".
Se dividió la moción en sus 18 puntos. ERC, CDC, en ocasiones JxS y CUP votaron diferente en muchas ocasiones. De las 18 votaciones de la propuesta, JxS perdió 11. El pack de la Presión no se puso de acuerdo en el momento de votar cosas como una quita de la deuda, la reducción de cargos de confianza, limitaciones salariales, o replantearse la subvención a los medios de comunicación. El giro social o, incluso, el giro hacia un saqueo menor, quedó seriamente contradicho. Y, lo más divertido, también quedó claro que no sería sencillo emitir presupuestos y que estos sean votados.
Que no sea sencillo, por cierto, no significa tampoco que sea complicado. Símplemente será escenográficamente costoso. JxS y CUP ya han pactado, hace meses, cuando se aceptó Puigdemont como animal de compañía, lo más complicado. Una decisión que delimitaba los límites de lo posible en esta legislatura. Resultaban, por cierto, tremendamente estrechos. Quizás, para lograr una votación afirmativa de otros presupuestos crueles y de postdemocracia, sólo tienen que volver a prometer lo prometido, emitir un documento sin rango de ley --como el del 9N-- asegurando que esto es un Proceso independentista, y no de eliminación del bienestar. O, yo que sé, apostar de manera definitiva, de una vez por todas y con todo el peso de la decisión, por el sangrado libre.
Bueno. Esta crónica se acaba. Espero haberles descrito la fórmula de la decadencia de este Govern. O de todo lo contrario, la fórmula de su éxito. En ese sentido, cuando todo acabó, un ideólogo de CDC valoró las votaciones. Da igual si votamos juntos o no, vino a decir el genio. Lo importante es la independencia. O, lo que es lo mismo: da igual lo que hagamos, lo importante es otra cosa. Un chollo.
Todo el mundo anda preocupado porque en el Estado no hay Gobierno, cuando lo sorprendente, en esta situación de ausencia de soberanía y de capacidad para emitir políticas, es que los haya. Catalunya, en ese sentido, enseña el camino.
Hola. Parlament. Es jueves. Hay sesión. Ayer, también. Divertida. Pack control y pack explicar políticas de gobierno. El President Puigdemont explicó sus políticas. El caso de la cosa consistirá en 45 leyes nuevas. Ni 44, ni 46. No está mal, si pensamos que, desde 1980, este Parlament...
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Guillem Martínez
Es autor de 'CT o la cultura de la Transición. Crítica a 35 años de cultura española' (Debolsillo), de '57 días en Piolín' de la colección Contextos (CTXT/Lengua de Trapo), de 'Caja de brujas', de la misma colección y de 'Los Domingos', una selección de sus artículos dominicales (Anagrama). Su último libro es 'Como los griegos' (Escritos contextatarios).
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