Una aldea gala en la Costa Brava
La UE Llagostera es un club atípico. No puede jugar en su campo por no cumplir con la normativa y trabaja por fusionarse con el Palamós. Tras siete ascensos en nueve años y coquetear con la promoción la temporada pasada, el equipo afronta su descenso
Toni Cruz 1/06/2016
Jugadores del UE Llagostera, celebrando un gol frente al Real Oviedo
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“Com a la història d’Astèrix i els gals/ en un extrem de la Península, / hi ha un poble que els té molt ben posats / Contra els imperis no té por de lluitar./ Tenim valors, tenim humilitat”. Que el comienzo del himno de la Unió Esportiva Llagostera hable del héroe de cómic Astérix y de su resistencia a ultranza en inferioridad de condiciones resume la gesta que ha protagonizado este club durante los últimos años.
El Llagostera representa a una ciudad de 8.000 habitantes a medio camino entre Girona capital y la Costa Brava. Hasta que su club de fútbol despuntara, por lo que más sobresalía era por sus piensos, su corcho y su iglesia gótica dedicada a Sant Feliu. El domingo, tras perder 2-0 en Leganés, bajó por primera vez en su historia reciente. A Segunda B y después de haber conseguido ascender siete veces en los últimos diez años.
En las dos temporadas que ha aguantado en el fútbol profesional ha peleado contra equipos con tanta historia (y presupuesto) como Betis, Las Palmas, Sporting, Zaragoza, Mallorca, Oviedo, Córdoba, Alavés… “Sobrevivimos con mucho trabajo. Remando todos a una y con el apoyo de toda la gente desde Regional”. Isabel Tarragó es la presidenta del milagro. Su marido es Oriol Alsina, entrenador del club y técnico de los ascensos durante esta década. Ella lleva menos tiempo al frente del barco: “Hace un gran trabajo y es un gran míster. El mérito es solo suyo”. Alsina, tras el choque del descenso, comentó: “Esta temporada no hemos estado tan acertados como el año pasado, pero… somos un equipo de un pueblo de ocho mil personas”.
Con el paso de los años ha tenido que ir abandonando ciertos hábitos de club modesto, como su participación en la Fira del Bolet. “Desde que subimos la hemos dejado porque los compromisos de los viajes nos lo impedían”, dice Tarragó, pero aún cuenta con orgullo cómo fueron los festejos de ese último salto a la categoría de Plata en 2014: “No preparamos nada ante esa eventualidad. No fuimos nada previsores y el único vehículo que encontramos para salir fue un tractor. Montamos al equipo en él, dimos una vuelta por la ciudad, visitamos el Ayuntamiento y, como teníamos hambre después de todo el día, fuimos al McDonald´s a cenar. Era lo único que estaba abierto”.
Resulta tentador pensar que presidenta y entrenador, esposa y esposo, pudieran influirse mutuamente en sus respectivas parcelas, pero no: “Nunca le he sugerido una alineación. Él a lo suyo y yo a lo mío. Sé cómo trabaja y él es el que conoce y el que está día a día con sus jugadores y tiene sus razones para decidir quién sale al campo”. Alsina es toda una referencia en el fútbol catalán. De hecho, llegó a compatibilizar su trabajo en Llagostera con la dirección deportiva del Girona. Las carreras de Álex Granell, Pere Pons, Becerra o Mata sufrieron el empuje de Alsina. Ese Girona estuvo a cinco minutos de subir a Primera.
Porque los jugadores son, como en cualquier club de fútbol, los jornaleros de la gloria. Tarragó se enorgullece de ser “especialistas en resucitar futbolistas, porque se involucran en seguida con el club, están muy a gusto y dan el máximo todos”. El año pasado llegaron a coquetear en el tramo final con los puestos de play-off de ascenso a Primera teniendo como principal estrella al delantero Sergio León (metió 9 goles, este año de momento es el segundo máximo artillero de la categoría con el Elche, lleva 20). Chus Herrero, central veterano ya con experiencia en Zaragoza y Girona entre otros equipos, llegó el pasado verano: “Ya conocía algo del club, pero sí que es un club familiar. El trato es muy directo con toda la gente del club. A mí me gusta. Es un club modesto, que tiene los pies en la tierra. No se endeuda y no hace contratos muy altos porque sabe de lo que hay”. Herrero no se arrepiente: “Era un reto importante, pero Oriol me conocía de mi paso por Girona y es mejor ir donde te quieren”. Algo así debió terminar pensando el portero René, gaditano, cuando le propusieron irse a la otra punta del Estado. Le confesó a El País que, llorando, se preguntaba: “¿Dónde está Llagostera?”, mientras le explicaba a su novia lo fuerte que habían apostado por él allí. “Este club hay que vivirlo para saber lo que es”, resumía René a posteriori (ha sido titular indiscutible durante las dos últimas temporadas).
Otra de las cosas que el fútbol profesional hizo con el Llagostera fue alejarlo de su hogar. El pequeño Camp Municipal d’Esports no cumple los requisitos que exige la LFP, así que se vieron obligados a exiliarse al Nou Estadi de Palamós (a 25,7 kilómetros). Otro obstáculo superado: “Al principio parecía complicado jugar fuera de casa, pero poco a poco hemos ido haciendo aficionados de Palamós e inmediaciones y queremos hacernos el equipo de toda la Costa Brava”. Los números cantan, y cantan bien. Esta temporada, el Llagostera ha sido uno de los mejores equipos como local de Segunda, apenas ha perdido cinco partidos a pesar de ser uno de los que luchaban por no bajar. Tan cómodos se sienten en Palamós que han propuesto matrimonio al conjunto que les hace las veces de anfitrión (el Palamós CF, que se enorgullece de ser el decano del fútbol catalán y que militaba hace tres décadas durante seis años en Segunda). La fusión generaría una entidad que se llamaría CF Palamós-Costa Brava. A pesar del acuerdo entre ambas directivas, los socios del Palamós, de momento, no aceptan la idea. El Llagostera expuso en un comunicado que “la fusión se pospone para garantizar la condición del Palamós como decano y el Llagostera con su nombre”.
Su sinergia con otras entidades catalanas no se queda ahí. Ante la precaria situación económica del histórico CE Sabadell, la directiva del Llagostera decidió donar la taquilla íntegra del encuentro de la jornada 40 ante el Almería. Dos autocares repletos de aficionados del conjunto arlequinat acudieron a Palamós para prestar a cambio sus voces a la empresa de la permanencia. Mientras tanto, como gesto de agradecimiento, la bandera del Llagostera ondea en la Nova Creu Alta.
Se podría decir que los empresarios textiles Isabel Tarragó y Oriol Alsina tienen tres hijos más uno: Miquel, Edgar, Oriol… y la Unió Esportiva Llagostera. El secreto lo dijo Alsina en una entrevista: “Siempre hemos tenido claro que la igualdad en un vestuario es básica. Que no haya jugadores por encima de los demás, ni en lo económico ni en lo deportivo. Es la idea de colectividad”. Esa es la pócima mágica del equipo de Astérix, con la que volverán a luchar desde este verano por regresar al fútbol profesional.
“Com a la història d’Astèrix i els gals/ en un extrem de la Península, / hi ha un poble que els té molt ben posats / Contra els imperis no té por de lluitar./ Tenim valors, tenim humilitat”. Que el comienzo del himno de la Unió Esportiva Llagostera hable del héroe de cómic Astérix y de su resistencia a...
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Toni Cruz
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