Macri emprende el discurso de la recuperación
El presidente argentino cumple seis meses de mandato con el apoyo de gobiernos occidentales y grandes empresas pero sin la llegada al país de inversores, mientras han aumentado la pobreza, la inflación y las protestas sociales
Alejandro Rebossio Buenos Aires , 10/06/2016
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Argentina eligió por primera vez un presidente en elecciones limpias hace 100 años. Desde entonces los comicios habían sido ganados solo por dos partidos caracterizados por agrupar desde la derecha hasta la izquierda: la Unión Cívica Radical (UCR), más preocupada por el respeto a las instituciones, y el Partido Justicialista (PJ, peronista), con la justicia social como bandera. En el medio de esos 100 años hubo seis golpes militares. Y en diciembre pasado ocurrió una anomalía: por primera vez llegó por las urnas a la presidencia un político, Mauricio Macri, de un partido que no era la UCR ni el PJ sino uno de centroderecha, Propuesta Republicana (PRO). Se trata de un partido nacido en el siglo XXI, a diferencia del radical, del XIX, y del peronista, del XX. PRO surgió de la idea de Macri, un empresario devenido presidente del Boca Juniors y después alcalde de Buenos Aires, tras la crisis política, social y económica de Argentina de 2001 y 2002.
Por todo esto el Gobierno de Macri, que este viernes cumple medio año en el poder, supone una experiencia novedosa para Argentina. Pero también lo es por el giro que el nuevo jefe de Estado ha imprimido a la economía, la política y las relaciones exteriores de su país después de 12 años de peronismo de izquierda liderado por los Kirchner. En estos seis meses Macri se ha ganado el apoyo de los Gobiernos de Occidente y de grandes empresas de Argentina y del extranjero, aunque está demorándose la lluvia de inversiones que el líder de PRO prometía en la campaña electoral para diciembre pasado. Desde entonces eliminó los controles de capitales que restringían la compra de divisas y habían recreado un mercado ilegal de cambio, devaluó el peso tanto que el dólar subió el 41% con respecto a la moneda argentina; y el Gobierno llegó a un rápido acuerdo con los fondos buitre para finalizar con 14 años de litigio por la deuda y consiguió para ello un amplio apoyo del Congreso, incluido el de peronistas que hasta hace seis meses eran kirchneristas. Además reformó la política fiscal al eliminar impuestos a la exportación del campo, la industria y la minería y al elevar entre el 300% y el 2.000% las antes baratas y subvencionadas tarifas de agua, electricidad y gas. El giro económico ha provocado una recesión, una inflación del 40% y una protesta de cientos de miles de trabajadores en ocasión del 1 de mayo pasado. La pobreza ha aumentado del 23% al 28% de la población en el primer trimestre de 2016, pero de momento no hay estallidos sociales. En general, aquellos que votaron a Macri en la segunda vuelta de las elecciones de noviembre --ganó con el 51,4%, contra el 48,5% peronista-- se mantienen fieles al jefe de Estado y comprenden que debía emprender reformas dolorosas para que el país volviera a crecer con ímpetu, como entre 2003 y 2011. Claro que atrás quedaron los discursos del líder liberal la noche de la victoria electoral, en la que prometía a los argentinos que a partir de entonces cada día vivirían mejor. Ahora promete una pronta recuperación.
El giro económico ha provocado una recesión, una inflación del 40% y una protesta de cientos de miles de trabajadores en ocasión del 1 de mayo pasado
“La liberación del cepo (control de capitales) y el acuerdo con los holdouts (fondos buitre y otros acreedores que rechazaron las reestructuraciones de deuda de 2005 y 2010) parecían complejos, pero Macri los resolvió bien”, opina el consultor político Carlos Fara. “Hasta ahora no ha habido problemas de gobernabilidad, siempre ha negociado con sectores peronistas en el Congreso. Pero el tamaño del ajuste está haciéndose sentir, pese a que hay altas expectativas de la población de que el futuro será mejor. Desde diciembre hasta ahora el apoyo popular a Macri cayó del 65% al 46% y por primera vez tiene tanta gente que lo aprueba como que lo desaprueba. Pero aún es temprano para juzgarlo”, añade Fara.
El presidente de la Sociedad Argentina de Análisis Político, Martín D’Alessandro, define estos seis meses de Macri como de “gran incertidumbre”. Este investigador de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires (UBA) lo explica así: “Es incierto por esa regla de oro del siglo XX de que los presidentes no peronistas nunca terminan su mandato y por la economía, porque están destapándose desequilibrios económicos que dejó el gobierno anterior, porque la economía no está dando los resultados inmediatos que mucha gente esperaba y a eso se agregan denuncias de corrupción muy fuertes”. D’Alessandro se refiere con esto último a las causas judiciales que acechan a la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner y a varios de sus funcionarios. Claro que también avanza una investigación judicial por la aparición de Macri en los Panamá Papers.
D’Alessandro sostiene que los cambios políticos han sido mayores que los económicos. “No veo un ajuste fiscal fuerte y privatizaciones como en los 90 ni un cambio de la estructura económica argentina, pero sí pasamos de un peronismo disciplinado tras su líder y con mayoría en el Congreso a un Macri que gobierna en coalición con la UCR y otros partidos, en minoría parlamentaria y con un electorado que le exige más que los peronistas a sus líderes”, opina el investigador de la UBA.
El cambio también se advierte en la política exterior de Argentina. Cristina Kirchner tenía como aliados principales al Brasil de Dilma Rousseff y la Venezuela chavista en Mercosur y a China y Rusia en el tablero mundial. Macri ha recibido ya las visitas de Barack Obama, François Hollande y Matteo Renzi y ha iniciado los trámites para sumar a Argentina como observadora de la Alianza del Pacífico (México, Colombia, Perú y Chile). Su ministro de Hacienda, Alfonso Prat-Gay, viajó en mayo a España y pidió perdón por la expropiación del 51% que Repsol tenía en YPF hasta 2012, pese a que no solo el peronismo sino también la UCR habían apoyado en su momento la ley de nacionalización. El propio Prat-Gay, entonces diputado, se había abstenido mientras que PRO se había opuesto a la estatalización.
La mayoría de los votantes de Macri lo siguen apoyando. “Estoy de acuerdo con muchas de sus políticas y tengo mis recaudos con otras”, cuenta Rossana Gauna, ingeniera de 52 años que vive en Resistencia (norte de Argentina). “Es tan nefasto el estado en que el kirchnerismo dejó el país que necesitaremos tiempo. Valoro que estén poniéndole coto a la corrupción, que den asistencia a obras públicas de provincias gobernadas por opositores, que consideren a los más vulnerables y no los incluyan en el aumento de tarifas, que era necesario. Me gusta que volvamos a insertarnos en el mundo, pero siguen pendientes la inseguridad, el déficit fiscal y la mala política educativa”, añade Rossana.
Macri ha recibido ya las visitas de Obama, Hollande y Renzi y ha iniciado los trámites para sumar a Argentina como observadora de la Alianza del Pacífico
Los que votaron contra Macri en la segunda vuelta electoral en general también se mantienen en sus posiciones. Es el caso de Carlos Andrés Aguirre, docente de 26 años y vecino de un suburbio popular del Gran Buenos Aires, José León Suárez. “Macri es peor de lo que se creía”, opina Carlos Andrés. “Es ajuste, despidos (de empleados públicos y obreros de la construcción, pero también de empresas privadas), tarifazo, represión de protestas de obreros y docentes, aunque eso también pasa en provincias peronistas. Eso era previsible, pero no que quedara tanta gente sin trabajo, que a los trabajadores no les alcanzara el salario, que la Policía se ponga más agresiva y detenga a la gente en la calle sin motivo alguno. En José León Suárez hay comercios que cierran y vecinos que estaban bien y ahora están preocupados”, alerta el docente bonaerense.
Otra que está inquieta es una de las líderes de la Línea Fundadora de Madres de Plaza de Mayo, Nora Cortiñas. De 86 años, Cortiñas se diferenció de otras compañeras del colectivo que luchó contra la última dictadura militar (1976-1983) porque fue crítica de varias políticas del kirchnerismo, como la manipulación de las estadísticas públicas o el maltrato a las comunidades indígenas. Sin embargo, considera que ahora Argentina está peor: “En estos seis meses ha habido retrocesos muy significativos en economía y política”. Lo que más le preocupa es el reciente decreto de Macri que recorta el control civil sobre las Fuerzas Armadas, en contraposición a lo que había establecido el Gobierno del radical Raúl Alfonsín (1983-1989) después del régimen militar. Además alerta que se “desarmen” espacios de memoria, como los de protección a las víctimas y testigos de los juicios contra los criminales de la dictadura o de las comisiones de investigación de violaciones de los derechos humanos que el kirchnerismo había creado en el Banco Central y otras dependencias públicas. En cuanto a lo económico, Cortiñas advierte sobre “despidos masivos y medidas muy violentas y provocativas”.
El Gobierno de Macri promete desde hace meses que en el segundo semestre de 2016 la economía comenzará a repuntar. Pero la vicepresidenta de Argentina ha puesto esta semana paños fríos a las esperanzas: “Resulta que vamos en el túnel y vemos todo oscuro y algunos se empiezan a preguntar si iremos bien. El segundo semestre es el momento en el cual aparece la luz en el túnel allá lejos, pero seguís en el túnel”. La pobreza y las elecciones legislativas de mitad del mandato de Macri, en 2017, son dos factores que meten presión social y política a su gobierno.
Argentina eligió por primera vez un presidente en elecciones limpias hace 100 años. Desde entonces los comicios habían sido ganados solo por dos partidos caracterizados por agrupar desde la derecha hasta la izquierda: la Unión Cívica Radical (UCR), más preocupada por el respeto a las instituciones, y el Partido...
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