Día 3. Sin línea 1 de metro, sin Cercanías entre Atocha y Recoletos y con obras del Canal de Isabel II cerca de Colón, Madrid es un tetris con fuego en el asfalto. Parafraseando al difunto Antonio Herrero con Juan Guerra, ‘Son las siete de la mañana y Manuela Carmena aún no ha dimitido’. Ya saben, ni un día sin poesía.

Este verano, sin embargo, están pasando cosas preciosas. Aún no he visto ninguna foto de amigos y conocidos con los pies al aire recordándonos a los demás lo bien que se está de vacaciones y tampoco he tenido que sufrir ninguna de esas otras imágenes de gente con un libro en la mano diciendo aquello de ‘Reading is sexy’. Debe ser que los intensos también están descansando. Tanta paz lleven como dejan.

En la radio dicen que los drones puestos en marcha por el ministerio de Hacienda (Montoro y dron en la misma frase, qué delicia) están confundiendo piscinas hinchables con las de verdad en las azoteas y está siendo un lío lo de detectar irregularidades. Por mi parte, espero que no confundan mis cuatro sillas de plástico de Carrefour y mis maceteros vacíos con algo serio. Sí, ya ven, tengo una terraza que no aprobaría el examen de ‘Chica Telva que recibe amigos en casa’.

Sigo sin saber si la multa que nos quitó Bruselas es una buena o una mala noticia. Si no es más que una tregua ante la cornada que nos espera una vez que se forme Gobierno. Ante semejante inquietud, me planteo ir a las fiestas de San Cayetano, San Lorenzo y La Paloma  y bailarme un agarrao con quien se deje, pero en la radio alguien me advierte de que la alcaldesa ha decidido “romper las tradiciones y convocar a asociaciones de cannabis, okupas, al 15M y al rapero Pablo Hasel”. ¿Dónde está Esperanza Aguirre cuando se la necesita?