La futura irrelevancia del ciclismo español
Sergio Palomonte 25/08/2016
En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí
Desde hace unas cuantas temporadas solo hay dos equipos ciclistas españoles de primer nivel. Uno, el Movistar, pasa por ser el mejor equipo del mundo por puntos conseguidos por sus corredores. Otro, el Caja Rural, se mueve en un nivel inferior en cuanto a presupuesto, resultados y aspiraciones, y es capaz de ir incluso más bajo cuando disputa pruebas de categoría World Tour --la más alta del ciclismo--, donde sus mejores corredores rinden a un nivel paupérrimo, quién sabe por qué razón.
Las consecuencias vienen a continuación: en la Vuelta a España de este año hay 34 corredores franceses de partida, por únicamente 27 españoles. Se trata de la carrera más importante que se disputa en nuestro país, aunque no sea una carrera española. Desde hace dos años Amaury Sport, que también organiza el Tour de Francia y un sinfín de las mejores carreras del pelotón, posee la mayoría del accionariado de Unipublic, la empresa que en 1977 compró la Vuelta a El Correo Español de Bilbao, en desbandada tras las amenazas y actos terroristas efectivos de nuestra modélica Transición.
Organizador francés, por tanto. Y principal patrocinador francés, también. Cofidis, la empresa de créditos instantáneos por teléfono, vinculada desde hace dos décadas al ciclismo por medio de un equipo ciclista, patrocina la organización de la Vuelta y de la Vuelta Junior, una especie de challenge para chavales, futura cantera de campeones. Carrefour, por su parte, es el patrocinador único de la clasificación general de la Vuelta. Gran capital francés, que apoya su inversión con una fuerte campaña de seguimiento en su extensa red de supermercados.
Visto así, es normal que haya más franceses que españoles en la salida de la Vuelta. Ya pasó en 2015, y no tiene visos de cambiar en el futuro. Hay más equipos franceses que españoles, por una parte, y el que organiza y paga manda, una otra parte seguramente más importante. Como mucho, empeorará. El ciclismo español camina hacia la irrelevancia, a medida que se acelere la jubilación de la neorwelianamente llamada "Generación de Oro" --metal que jamás ha logrado en un Mundial--, y cuyos dos principales figurones cuentan con sendas sanciones por dopaje, por lo que a lo mejor ha sido generación de otra cosa mucho menos áurea.
El primero en irse ha sido Joaquím Rodríguez, que aprovechó la primera jornada de descanso del Tour para decir que no continuaría en 2017. Se pasaba por Andorra, su residencia fiscal, y lo debió ver muy claro. Su decadencia respecto al año precedente ha sido acusadísima, curiosamente igual que la de su examigo Dani Moreno, pasado a Movistar aunque nadie podría corroborarlo por haberlo visto en carrera. Tras disputar los Juegos Olímpicos, también anunció que ni vendría a la Vuelta España, carrera que ha diseñado en los últimos años, incluyendo una etapa que calca el recorrido de la marcha cicloturista ideada en su honor.
Le seguirán Contador --que ha fichado por dos años con el Trek, un equipo especialista en fichar a corredores en el ocaso de su carrera, y que nunca aprende--, Valverde, en algún momento sin precisar, y Samuel Sánchez --que desde hace años encadena contratos de un año, en la mejor tradición laboral española--, por pura ley de vida y de dinámica de las generaciones, especialmente en algo como el deporte profesional, donde la carne fresca vende y rinde muy bien.
El problema es que no habrá esa carne fresca y española para la gran trituradora que es el ciclismo profesional. A la generación inmediatamente posterior la descalabró la Operación Puerto, que acabó con las aspiraciones de Rubén Plaza o aquellos hermanos de Granada que bien podrían haber sido de Rostock o Chemmitz, por citar solo a dos importantes núcleos urbanos de la extinta República Democrática Alemana, y nada ha venido después.
En el camino se quedó Cobo, que todavía estaría en edad de hacer algo, pero que decidió no hacer nada más después de ganar la Vuelta 2011, siguiendo la pauta marcada por el sinpar Oscar Pereiro, otro coetáneo de la "Generación de Oro", por no hablar de Gómez Marchante, ganador de una Vuelta al País Vasco con 25 años y en el que se cebó la enfermedad. Lo cierto es que el ciclismo español ha devorado las generaciones de relevo de una manera pasmosa.
Se hablaba mucho de Arkaitz Durán (con 30 años recién cumplidos), pasado directamente a profesionales de lo bueno que parecía, y que jamás logró hacer nada; de Ángel Madrazo, cántabro que llegó a atacar en el Poggio de la Milán-Sanremo, y que ahora se desmaya en las concentraciones de pretemporada, y que está en visos de fichar por un equipo de segunda división; o de Rafael Valls, que acaba de completar una temporada en blanco. Ninguno parece haber llegado a nada, y eran los nacidos a finales de los ochenta.
Ahora estamos con el joven Herrada, la consistencia de Ion Izagirre, el lagunar Mikel Landa y esperando a ver qué hacen los ya nacidos avanzada la década de los noventa del pasado siglo. Y no parece mejorar la cosa, al contrario. A Carlos Verona también lo pasaron a un superequipo como el Etixx-Quick Step con 20 años y, después de tres años en los que no ha demostrado nada, les ha pagado negociando a sus espaldas el fichaje con el equipo australiano Orica. En el Giro 2016 todos sus compañeros estuvieron a muy buen nivel, salvo él. Se considera y le consideran muy bueno, pero no ha demostrado absolutamente nada, salvo expectativas incumplidas y muy mala prensa entre los que le pagan.
Otros con mejor palmarés, habiendo ganado incluso el prestigioso Tour del Porvenir --una especie de Tour de Francia para jóvenes promesas-- están siendo incubados en el Movistar, como el caso del murciano Rubén Fernández --ganador en 2013-- y el catalán Marc Soler --ganador en 2015-- . El primero ha conseguido ser líder una jornada en la Vuelta a España actualmente en disputa, y el segundo ganó una etapa en una carrera menor francesa en junio, demasiado poco para poder intuir que será de ellos en el futuro, o ya muy claro dada la extraordinaria pujanza de la Generación del 90, que ya acumula mundiales, grandes vueltas y clásicas con esa misma edad.
Mención aparte merece el novísimo Enric Mas Nicolau (de 1995), que ha hecho una temporada de órdago como amateur, y que se ha dado de baja a última hora para disputar ese Tour del Porvenir que tan bien se da a los corredores españoles. Es probablemente el corredor español que pasa a profesionales --ya ha fichado por el Etixx, no en vano militaba en el equipo filial-- con mejor palmarés, pero ya llega con el lastre de tener de entrenador a su tío, el sancionado por dopaje con EPO Toni Colom. Desde luego, no parece el mejor material para edificar la casa del futuro para el ciclismo español.
No hay equipos suficientes, ni los habrá a medio plazo, y los corredores que hay son muy escasos. El futuro del ciclismo español camina hacia la irrelevancia, con una Vuelta donde el organizador coquetea con la idea de reducir una semana su duración, una Vuelta al País Vasco que se salvó hace dos años a última hora con el patrocinio de un banco catalán, mientras la Volta a Cataluña sobrevive con el dinero público de la Generalitat porque ninguna empresa privada quiere meter dinero en el evento. Y son las tres carreras más importantes que se celebran en nuestro país.
Que haya 34 corredores franceses por solo 27 españoles en la Vuelta, y sea el segundo año consecutivo que se produce esta primacía, solo es un indicador más de lo que parece inevitable concluir: si teniendo al plurivencedor de la Lieja-Bastogne-Lieja, al campeón olímpico y al ganador de siete grandes vueltas no se ha conseguido enrolar ni a patrocinadores ni a una joven cantera de sustitutos --lleguen o no a alcanzar victorias tan importantes-- es que el problema tiene origen estructural.
Francia no gana el Mundial desde 1997, y ni una mísera medalla desde 2005. El Tour, desde 1985, el mismo año que el Giro. La Vuelta, desde 1995. Este año Arnaud Démare ha ganado la Milán-Sanremo, primera gran clásica para su país desde 1997. Las razones escapan al objeto de este artículo, aunque son evidentes para cualquiera que no crea en teorías de la decadencia de las naciones y las razas, pero lo que es importante es que siempre, a pesar de no ganar en las grandes citas, ha conseguido mantener un núcleo duro y abundante de equipos profesionales, de primer y segundo nivel, y un grupo de carreras históricas y prestigiosas, y otras que, sin llegar a esa consideración, se han agrupado en felices iniciativas como la Copa de Francia, una challenge con cierto interés.
En Francia gusta el ciclismo, independientemente de que ganen o no. Veremos qué tal se las apañan en España cuando se retiren los de la "Generación de oro" --todos con victoria este año, y muchas de gran prestigio--, y si hay tanta afición al ciclismo una vez que ya no estén los vectores tractores del aficionado al deporte, pero no particularmente al ciclismo. Se intuye que bastante mal, como ya pasó con anterioridad con los rallies cuando lo dejó Carlos Sainz, el waterpolo cuando dejó de conseguir medallas en los Juegos Olímpicos, o el boxeo.
El ciclismo en España seguirá existiendo, pero a ver a qué nivel. Seguirá habiendo corredores españoles, pero a ver con qué objetivos. Veremos si, una vez dimensionados estos a la nueva realidad, sigue habiendo más franceses que españoles en la salida de la Vuelta, o si habrá más franceses, italianos o alemanes que españoles, la opción más plausible.
Desde hace unas cuantas temporadas solo hay dos equipos ciclistas españoles de primer nivel. Uno, el Movistar, pasa por ser el mejor equipo del mundo por puntos conseguidos por sus corredores. Otro, el Caja Rural, se mueve en un nivel inferior en cuanto a presupuesto, resultados y aspiraciones, y es...
Autor >
Sergio Palomonte
Suscríbete a CTXT
Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias
Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí