EDITORIAL
Golpe en Ferraz
28/09/2016
Susana Díaz y Pedro Sánchez
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El monumental enredo en el que se encuentra hoy el Partido Socialista tiene sus raíces en un miedo que no es nuevo: el miedo del establishment del PSOE a su propia militancia. Simplemente, están aterrorizados ante la idea de que el secretario general, Pedro Sánchez, defienda su propia parcela de poder conectando con una militancia que se está desplazando ligeramente a la izquierda, una tendencia que no es exclusiva del Partido Socialista español sino que se aprecia en la militancia de los partidos socialdemócratas de otros países europeos, empezando por el Partido Laborista británico, y la llegada al poder de Jeremy Corbyn.
La decisión de Pedro Sánchez de convocar unas primarias y un congreso del partido, apelando al “No es no” contra Mariano Rajoy y el PP, ha provocado un auténtico ataque de pánico. Al margen de las discutibles cualidades de liderazgo interno de Sánchez, es su intento de llegar a formar un gobierno con Podemos y fuerzas soberanistas catalanas lo que ha desencadenado una ofensiva fulminante del sector dirigente socialista. El establishment del PSOE intenta impedir, como sea, que la militancia socialista se crea que Sánchez es Corbyn y reaccione del mismo modo.
La verdad es que Pedro Sánchez y Jeremy Corbyn tienen poco en común. El líder laborista británico presenta un largo historial como dirigente izquierdista y ha desarrollado toda su carrera en los escaños laboristas más contestatarios. Sánchez procede, por el contrario, del aparato que ahora le quiere desbancar, pero, quizás porque ha sido objeto de una enconada oposición interna casi desde el mismo momento en que llegó a la secretaría general e intentó ampliar su propia parcela de poder, ha ido acercándose a esas posiciones. Al menos, como única manera de alcanzar el gobierno.
“La contienda es rencorosa y traumática”. La descripción no responde a la batalla del PSOE sino que la utilizó la BBC para contar el intento del grupo parlamentario laborista de desbancar por las bravas a Corbyn. En el socialismo británico se impuso al final el respeto a los mecanismos democráticos internos, y el grupo parlamentario no pudo impedir que Corbyn se sometiera a una consulta abierta, en la que logró más del 61% de los votos. Algo parecido es lo que está intentado ahora Sánchez, sólo que sus colegas del PSOE no están dispuestos a pasar por el mismo trance: intentan evitar, como sea, una votación parecida. Más aún porque Sánchez ha conseguido que la votación gire en torno al “no es no”, que representa él mismo y el empeño del aparato más clásico del PSOE de controlar cualquier giro a la izquierda de la organización.
En el fondo, tiene razón Pedro Sánchez cuando afirma que el PSOE tiene que discutir qué papel desempeña hoy en Europa la socialdemocracia. La crisis de los partidos socialistas europeos es un hecho y se prolonga desde hace ya algunos años. Quizás la solución Corbyn no les devuelva al poder, pero, desde luego está permitiendo al Labour Party un debate mucho más interesante y fructífero que el que existe en España. El aparato del PSOE, por el contrario, mira cualquier aproximación a su militancia con una desconfianza total. Y el miedo produce monstruos.
El monumental enredo en el que se encuentra hoy el Partido Socialista tiene sus raíces en un miedo que no es nuevo: el miedo del establishment del PSOE a su propia militancia. Simplemente, están aterrorizados ante la idea de que el secretario general, Pedro Sánchez, defienda su propia parcela...
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