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CTXT ha acreditado a cuatro periodistas --Raquel Agüeros, Esteban Ordóñez, Willy Veleta y Rubén Juste-- en los juicios Gürtel y Black. ¿Nos ayudas a financiar este despliegue?

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Se armó tal follón a la entrada de la Audiencia Nacional que si te lo cuentan no te lo crees. El juicio, que arrancó el martes, se celebra en el mismo edificio donde se ventilan las golosas tarjetas black. Sólo hay una puerta de entrada, así que se hizo un tapón cuando se acercó la hora. 

—A ver... ¿Usted en calidad de qué viene? —preguntó el chico de seguridad.

—¿Yo? —contestó un señor—. Yo vengo de acusado.

—Pues pase primero.

—Oiga —apuntó una señora con el pelo cardado —yo vengo de público.

—Pues espérese ahí un momento.

Y todo así. La pobre mujer tuvo que quedarse esperando en una esquina hasta que le dejaron pasar. 

La soledad de Correa escenificó lo que después ocurrió dentro de la sala

Rafael Spottorno, que fue jefe de la Casa del Rey, también tragó cola. Está acusado en las black, juicio que hasta ayer se celebraba en la sala donde ahora vive Gürtel. De ahí la confusión. Spottorno accedió, por inercia, al lugar de siempre y se encontró rodeado de acusados gürtelianos. El que fue hombre de confianza de Juan Carlos I aguantó estoicamente la hora y veinte minutos que empleó la letrada de la Administración de Justicia en leer las penas de los 37 acusados. Justo después, el presidente del tribunal, Ángel Hurtado, hizo un receso de diez minutos. Y nunca más se supo de don Rafael.

La escena de Spottorno ilustra el jaleo que se vive estos días en San Fernando de Henares.

El hall se llenó de togas y maletines hasta que una funcionaria llamó a los acusados y a sus defensas para darles instrucciones técnicas. Se formó un círculo del que no participó Francisco Correa (Gürtel significa correa, con minúscula). Luis Bárcenas fue integrándose en el redondel poco a poco. La soledad de Correa escenificó lo que después ocurrió dentro de la sala.

Porque el principal cabecilla de la presunta trama corrupta no planteó ninguna cuestión previa, lo que en lenguaje de andar por casa significa que prefiere que las cosas se queden como están. O quizás mejor. Un acercamiento a la Fiscalía le llevaría a ver rebajada su pena.

Correa permaneció gran parte de la mañana con los codos apoyados en las rodillas. Con sus gafas metálicas entre la mano derecha y la boca. Sólo se puso recto para pasarse la mano por la media melena que luce. Tiene Correa un pelo bueno, cuidado, blanco brillante por los laterales. Sentado a su lado, Pablo Crespo, con las piernas cruzadas y mirándose los enemigos de los dedos.

La acusación popular ADADE volvió a solicitar la comparecencia, como testigo, de Mariano Rajoy, "no en relación a lo que es hoy, sino a lo que fue".

 A tres abogadas casi les da un mal. Rieron de flojera por no hacer pucheros

Luis de Miguel, acusado en este juicio, lleva treinta meses en la cárcel. El acusado preso, que ejerce de abogado defensor de sí mismo, insistió en que en Suiza no existe el delito fiscal. Y el abogado de Pablo Crespo, Miguel Durán, se agarró a eso para plantear que la justicia suiza bloquee la documentación. Durán esbozó cuestiones que, transformadas en pregunta y en cada contexto individual, obtendrían interesantísimas argumentaciones a favor y en contra: "El despiece de la causa perjudica el derecho de defensa". ¿Ordenar una causa en piezas separadas limita la defensa de un acusado?

Después de comer le llegó el turno a Javier Gómez de Liaño, en su día defensor de Luis Bárcenas y hoy letrado de otro acusado. Cuando expuso las cuestiones previas todos los abogados escucharon sus palabras con atención y respeto.

El presidente del tribunal hizo un receso de diez minutos en el que Correa y El Bigotes permanecieron juntos, hablando, varios minutos. Sin embargo, antes de reanudarse la sesión, se despegaron para entrar por separado.

"Si me permiten plantearé ocho cuestiones previas", dijo el abogado de Bárcenas doce minutos después de haber empezado a hablar. Y a tres abogadas casi les da un mal. Rieron de flojera por no hacer pucheros. Porque todos dan por hecho, y fueron varios los que se refirieron a ello, que este juicio va a durar un año.

Un defensor expuso sus cuestiones y el presidente del tribunal le cortó.

—Pero... ¿Esa persona es acusado? —preguntó Hurtado.

—Sí, sí… acusado.