1. Número 1 · Enero 2015

  2. Número 2 · Enero 2015

  3. Número 3 · Enero 2015

  4. Número 4 · Febrero 2015

  5. Número 5 · Febrero 2015

  6. Número 6 · Febrero 2015

  7. Número 7 · Febrero 2015

  8. Número 8 · Marzo 2015

  9. Número 9 · Marzo 2015

  10. Número 10 · Marzo 2015

  11. Número 11 · Marzo 2015

  12. Número 12 · Abril 2015

  13. Número 13 · Abril 2015

  14. Número 14 · Abril 2015

  15. Número 15 · Abril 2015

  16. Número 16 · Mayo 2015

  17. Número 17 · Mayo 2015

  18. Número 18 · Mayo 2015

  19. Número 19 · Mayo 2015

  20. Número 20 · Junio 2015

  21. Número 21 · Junio 2015

  22. Número 22 · Junio 2015

  23. Número 23 · Junio 2015

  24. Número 24 · Julio 2015

  25. Número 25 · Julio 2015

  26. Número 26 · Julio 2015

  27. Número 27 · Julio 2015

  28. Número 28 · Septiembre 2015

  29. Número 29 · Septiembre 2015

  30. Número 30 · Septiembre 2015

  31. Número 31 · Septiembre 2015

  32. Número 32 · Septiembre 2015

  33. Número 33 · Octubre 2015

  34. Número 34 · Octubre 2015

  35. Número 35 · Octubre 2015

  36. Número 36 · Octubre 2015

  37. Número 37 · Noviembre 2015

  38. Número 38 · Noviembre 2015

  39. Número 39 · Noviembre 2015

  40. Número 40 · Noviembre 2015

  41. Número 41 · Diciembre 2015

  42. Número 42 · Diciembre 2015

  43. Número 43 · Diciembre 2015

  44. Número 44 · Diciembre 2015

  45. Número 45 · Diciembre 2015

  46. Número 46 · Enero 2016

  47. Número 47 · Enero 2016

  48. Número 48 · Enero 2016

  49. Número 49 · Enero 2016

  50. Número 50 · Febrero 2016

  51. Número 51 · Febrero 2016

  52. Número 52 · Febrero 2016

  53. Número 53 · Febrero 2016

  54. Número 54 · Marzo 2016

  55. Número 55 · Marzo 2016

  56. Número 56 · Marzo 2016

  57. Número 57 · Marzo 2016

  58. Número 58 · Marzo 2016

  59. Número 59 · Abril 2016

  60. Número 60 · Abril 2016

  61. Número 61 · Abril 2016

  62. Número 62 · Abril 2016

  63. Número 63 · Mayo 2016

  64. Número 64 · Mayo 2016

  65. Número 65 · Mayo 2016

  66. Número 66 · Mayo 2016

  67. Número 67 · Junio 2016

  68. Número 68 · Junio 2016

  69. Número 69 · Junio 2016

  70. Número 70 · Junio 2016

  71. Número 71 · Junio 2016

  72. Número 72 · Julio 2016

  73. Número 73 · Julio 2016

  74. Número 74 · Julio 2016

  75. Número 75 · Julio 2016

  76. Número 76 · Agosto 2016

  77. Número 77 · Agosto 2016

  78. Número 78 · Agosto 2016

  79. Número 79 · Agosto 2016

  80. Número 80 · Agosto 2016

  81. Número 81 · Septiembre 2016

  82. Número 82 · Septiembre 2016

  83. Número 83 · Septiembre 2016

  84. Número 84 · Septiembre 2016

  85. Número 85 · Octubre 2016

  86. Número 86 · Octubre 2016

  87. Número 87 · Octubre 2016

  88. Número 88 · Octubre 2016

  89. Número 89 · Noviembre 2016

  90. Número 90 · Noviembre 2016

  91. Número 91 · Noviembre 2016

  92. Número 92 · Noviembre 2016

  93. Número 93 · Noviembre 2016

  94. Número 94 · Diciembre 2016

  95. Número 95 · Diciembre 2016

  96. Número 96 · Diciembre 2016

  97. Número 97 · Diciembre 2016

  98. Número 98 · Enero 2017

  99. Número 99 · Enero 2017

  100. Número 100 · Enero 2017

  101. Número 101 · Enero 2017

  102. Número 102 · Febrero 2017

  103. Número 103 · Febrero 2017

  104. Número 104 · Febrero 2017

  105. Número 105 · Febrero 2017

  106. Número 106 · Marzo 2017

  107. Número 107 · Marzo 2017

  108. Número 108 · Marzo 2017

  109. Número 109 · Marzo 2017

  110. Número 110 · Marzo 2017

  111. Número 111 · Abril 2017

  112. Número 112 · Abril 2017

  113. Número 113 · Abril 2017

  114. Número 114 · Abril 2017

  115. Número 115 · Mayo 2017

  116. Número 116 · Mayo 2017

  117. Número 117 · Mayo 2017

  118. Número 118 · Mayo 2017

  119. Número 119 · Mayo 2017

  120. Número 120 · Junio 2017

  121. Número 121 · Junio 2017

  122. Número 122 · Junio 2017

  123. Número 123 · Junio 2017

  124. Número 124 · Julio 2017

  125. Número 125 · Julio 2017

  126. Número 126 · Julio 2017

  127. Número 127 · Julio 2017

  128. Número 128 · Agosto 2017

  129. Número 129 · Agosto 2017

  130. Número 130 · Agosto 2017

  131. Número 131 · Agosto 2017

  132. Número 132 · Agosto 2017

  133. Número 133 · Septiembre 2017

  134. Número 134 · Septiembre 2017

  135. Número 135 · Septiembre 2017

  136. Número 136 · Septiembre 2017

  137. Número 137 · Octubre 2017

  138. Número 138 · Octubre 2017

  139. Número 139 · Octubre 2017

  140. Número 140 · Octubre 2017

  141. Número 141 · Noviembre 2017

  142. Número 142 · Noviembre 2017

  143. Número 143 · Noviembre 2017

  144. Número 144 · Noviembre 2017

  145. Número 145 · Noviembre 2017

  146. Número 146 · Diciembre 2017

  147. Número 147 · Diciembre 2017

  148. Número 148 · Diciembre 2017

  149. Número 149 · Diciembre 2017

  150. Número 150 · Enero 2018

  151. Número 151 · Enero 2018

  152. Número 152 · Enero 2018

  153. Número 153 · Enero 2018

  154. Número 154 · Enero 2018

  155. Número 155 · Febrero 2018

  156. Número 156 · Febrero 2018

  157. Número 157 · Febrero 2018

  158. Número 158 · Febrero 2018

  159. Número 159 · Marzo 2018

  160. Número 160 · Marzo 2018

  161. Número 161 · Marzo 2018

  162. Número 162 · Marzo 2018

  163. Número 163 · Abril 2018

  164. Número 164 · Abril 2018

  165. Número 165 · Abril 2018

  166. Número 166 · Abril 2018

  167. Número 167 · Mayo 2018

  168. Número 168 · Mayo 2018

  169. Número 169 · Mayo 2018

  170. Número 170 · Mayo 2018

  171. Número 171 · Mayo 2018

  172. Número 172 · Junio 2018

  173. Número 173 · Junio 2018

  174. Número 174 · Junio 2018

  175. Número 175 · Junio 2018

  176. Número 176 · Julio 2018

  177. Número 177 · Julio 2018

  178. Número 178 · Julio 2018

  179. Número 179 · Julio 2018

  180. Número 180 · Agosto 2018

  181. Número 181 · Agosto 2018

  182. Número 182 · Agosto 2018

  183. Número 183 · Agosto 2018

  184. Número 184 · Agosto 2018

  185. Número 185 · Septiembre 2018

  186. Número 186 · Septiembre 2018

  187. Número 187 · Septiembre 2018

  188. Número 188 · Septiembre 2018

  189. Número 189 · Octubre 2018

  190. Número 190 · Octubre 2018

  191. Número 191 · Octubre 2018

  192. Número 192 · Octubre 2018

  193. Número 193 · Octubre 2018

  194. Número 194 · Noviembre 2018

  195. Número 195 · Noviembre 2018

  196. Número 196 · Noviembre 2018

  197. Número 197 · Noviembre 2018

  198. Número 198 · Diciembre 2018

  199. Número 199 · Diciembre 2018

  200. Número 200 · Diciembre 2018

  201. Número 201 · Diciembre 2018

  202. Número 202 · Enero 2019

  203. Número 203 · Enero 2019

  204. Número 204 · Enero 2019

  205. Número 205 · Enero 2019

  206. Número 206 · Enero 2019

  207. Número 207 · Febrero 2019

  208. Número 208 · Febrero 2019

  209. Número 209 · Febrero 2019

  210. Número 210 · Febrero 2019

  211. Número 211 · Marzo 2019

  212. Número 212 · Marzo 2019

  213. Número 213 · Marzo 2019

  214. Número 214 · Marzo 2019

  215. Número 215 · Abril 2019

  216. Número 216 · Abril 2019

  217. Número 217 · Abril 2019

  218. Número 218 · Abril 2019

  219. Número 219 · Mayo 2019

  220. Número 220 · Mayo 2019

  221. Número 221 · Mayo 2019

  222. Número 222 · Mayo 2019

  223. Número 223 · Mayo 2019

  224. Número 224 · Junio 2019

  225. Número 225 · Junio 2019

  226. Número 226 · Junio 2019

  227. Número 227 · Junio 2019

  228. Número 228 · Julio 2019

  229. Número 229 · Julio 2019

  230. Número 230 · Julio 2019

  231. Número 231 · Julio 2019

  232. Número 232 · Julio 2019

  233. Número 233 · Agosto 2019

  234. Número 234 · Agosto 2019

  235. Número 235 · Agosto 2019

  236. Número 236 · Agosto 2019

  237. Número 237 · Septiembre 2019

  238. Número 238 · Septiembre 2019

  239. Número 239 · Septiembre 2019

  240. Número 240 · Septiembre 2019

  241. Número 241 · Octubre 2019

  242. Número 242 · Octubre 2019

  243. Número 243 · Octubre 2019

  244. Número 244 · Octubre 2019

  245. Número 245 · Octubre 2019

  246. Número 246 · Noviembre 2019

  247. Número 247 · Noviembre 2019

  248. Número 248 · Noviembre 2019

  249. Número 249 · Noviembre 2019

  250. Número 250 · Diciembre 2019

  251. Número 251 · Diciembre 2019

  252. Número 252 · Diciembre 2019

  253. Número 253 · Diciembre 2019

  254. Número 254 · Enero 2020

  255. Número 255 · Enero 2020

  256. Número 256 · Enero 2020

  257. Número 257 · Febrero 2020

  258. Número 258 · Marzo 2020

  259. Número 259 · Abril 2020

  260. Número 260 · Mayo 2020

  261. Número 261 · Junio 2020

  262. Número 262 · Julio 2020

  263. Número 263 · Agosto 2020

  264. Número 264 · Septiembre 2020

  265. Número 265 · Octubre 2020

  266. Número 266 · Noviembre 2020

  267. Número 267 · Diciembre 2020

  268. Número 268 · Enero 2021

  269. Número 269 · Febrero 2021

  270. Número 270 · Marzo 2021

  271. Número 271 · Abril 2021

  272. Número 272 · Mayo 2021

  273. Número 273 · Junio 2021

  274. Número 274 · Julio 2021

  275. Número 275 · Agosto 2021

  276. Número 276 · Septiembre 2021

  277. Número 277 · Octubre 2021

  278. Número 278 · Noviembre 2021

  279. Número 279 · Diciembre 2021

  280. Número 280 · Enero 2022

  281. Número 281 · Febrero 2022

  282. Número 282 · Marzo 2022

  283. Número 283 · Abril 2022

  284. Número 284 · Mayo 2022

  285. Número 285 · Junio 2022

  286. Número 286 · Julio 2022

  287. Número 287 · Agosto 2022

  288. Número 288 · Septiembre 2022

  289. Número 289 · Octubre 2022

  290. Número 290 · Noviembre 2022

  291. Número 291 · Diciembre 2022

  292. Número 292 · Enero 2023

  293. Número 293 · Febrero 2023

  294. Número 294 · Marzo 2023

  295. Número 295 · Abril 2023

  296. Número 296 · Mayo 2023

  297. Número 297 · Junio 2023

  298. Número 298 · Julio 2023

  299. Número 299 · Agosto 2023

  300. Número 300 · Septiembre 2023

  301. Número 301 · Octubre 2023

  302. Número 302 · Noviembre 2023

  303. Número 303 · Diciembre 2023

  304. Número 304 · Enero 2024

  305. Número 305 · Febrero 2024

  306. Número 306 · Marzo 2024

  307. Número 307 · Abril 2024

  308. Número 308 · Mayo 2024

  309. Número 309 · Junio 2024

  310. Número 310 · Julio 2024

  311. Número 311 · Agosto 2024

  312. Número 312 · Septiembre 2024

  313. Número 313 · Octubre 2024

  314. Número 314 · Noviembre 2024

Ayúdanos a perseguir a quienes persiguen a las minorías. Total Donantes 3.340 Conseguido 91% Faltan 16.270€

Tribuna

Hillary Clinton, presidenta, o la antipatía del oxímoron

En la raíz de la desconfianza hacia la candidata demócrata está la profunda convicción de no poder ser genuina al pretender dar la talla como mujer y aspirar a ser la cabeza rectora de la mayor potencia mundial

Ruth Rubio Marín 12/10/2016

<p>Hillary Clinton</p>

Hillary Clinton

Luis Grañena

En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí

--------------------------------
CTXT ha acreditado a cuatro periodistas --Raquel Agüeros, Esteban Ordóñez, Willy Veleta y Rubén Juste-- en los juicios Gürtel y Black. ¿Nos ayudas a financiar este despliegue?

--------------------------------

Sorprende el porcentaje de estadounidenses que declaran tener una visión fuertemente desfavorable de la candidata a la presidencia de los EEUU: Hillary Clinton. Ni el escándalo en torno al uso indebido de su cuenta de correo como secretaria de Estado, ni las responsabilidades que le fueron atribuidas con ocasión del ataque al consulado de Estados Unidos en Bengasi, ni ningún otro hecho de su largo historial político pueden explicar que esa tasa de rechazo la convierta en la candidata demócrata con menor índice de popularidad desde que en 1980 empezaran a realizarse sondeos al respecto.

Se trata de un índice de desaprobación que está 20 puntos por encima del que tenía Barack Obama en 2012; 32 más que el del mismo Obama en 2008 y 28 más que el de John Kerry en 2004, y que se acusa de forma especial entre los hombres, independientemente de su tendencia política. Todo ello, de acuerdo con los datos del Public Religion Research Institute.

Las mujeres que se apartan de los roles de género tienen más posibilidades de ser víctimas de acoso

Sorprende igualmente el grado de ferviente hostilidad que la antipatía alcanza entre las filas republicanas y la obscenidad verbal con la que se expresa en dichas filas. Me remito a la Convención Nacional Republicana en la que los delegados una y otra vez irrumpían para corear “¡que la encierren!” al mismo tiempo que en los tenderetes del recinto se vendían pines con inscripciones que se referían a la candidata de forma casi invariable haciendo uso del apelativo bitch, léase, perra o puta (“La vida es perra: ¡no votes a una!”).

Es probable que parte de la explicación haya que atribuirla al descenso generalizado de popularidad de la clase política establecida (a la que la candidata lleva años perteneciendo) y de los partidos tradicionales, y no solo en EEUU, a la vista de la creciente desigualdad social y de la merma de poder de la clase media. Pero tanto el tono vulgar y derogatorio de los contrincantes republicanos, como la profunda antipatía que suscita la candidata entre muchos de los hombres de su propio partido, hacen pensar que tal vez algo más está en juego. Quizás una parte de la respuesta se encuentre en un estudio de la profesora Jennifer Berdahl de la Universidad de British Columbia que demuestra que las mujeres que se apartan de roles tradicionales de género, bien por ocupar un puesto de hombre o mostrar una personalidad masculina, tienen en proporción muchas más posibilidades de ser víctimas de acoso sexual.

Si hay algo que parece amenazar la masculinidad del hombre es su subordinación a la mujer. De ser cierta esta hipótesis interpretativa del fenómeno del rechazo y agresión verbal sexualizada que experimenta la candidata demócrata, podríamos entonces trazar los lazos que lo vinculan a otros más lejanos en el espacio y el tiempo. Como, entre nosotros, la doble represión de las mujeres republicanas en el franquismo, las agresiones sexuales a mujeres manifestantes de Atenco en México, o la violación de mujeres manifestantes en la plaza Tahrir del Cairo en tiempos de la revolución. Se trata siempre, en definitiva, de castigar y disciplinar a la mujer que olvida su lugar en el orden sexuado de la construcción social y de recordarle que tiene que elegir entre ser mujer de bien --no mujer de la calle-- o ser actor político. Ambas cosas juntas no son posibles porque la una se percibe simplemente como negación de la otra. 

Y es aquí donde Rousseau nos viene a la mente como ejemplo de un pensamiento, más extendido, que la autora Carole Pateman identificó como el contrato sexual entre hombres y mujeres. Este subyacía y posibilitaba el más conocido contrato social entre varones, siendo así que el sistema patriarcal era asumido por todos los teóricos contractualistas. Decía el gran filósofo de la Ilustración que la diferencia fundamental entre la naturaleza del hombre y de la mujer se encuentra en su diferente fortaleza física, habiendo la naturaleza hecho fuerte a un sexo y débil al otro.

Se trata de recordarle a la mujer que tiene que elegir entre ser mujer de bien o ser actor político

Esa observación conduce a Rousseau a afirmar que sólo los hombres tienen vocación de libertad, y por lo tanto la capacidad de asumir la justicia y la razón, siendo la naturaleza de las mujeres la de someterse y obedecer a los hombres. Disposición que debe aderezar con una serie de virtudes que ha de desplegar en su hábitat natural, la familia, y que compensan sus carencias naturales, tales como el pudor, la modestia, la dulzura y la belleza. Concluía el pensador francés de todo ello que las cualidades de los hombres los capacitan a ellos y sólo a ellos para el desempeño de funciones públicas. 

Dicho así, suena ciertamente trasnochado y, sin embargo, dicho esto, resulta también mucho más fácil entender el fenómeno de la especial desconfianza que suscita la candidata a la Casa Blanca. En la raíz de esa desconfianza, mucho más que cualquier inclinación oscurantista de la que se le haya podido acusar, está la profunda convicción de que Hillary Clinton no puede ser genuina al pretender demostrar lo imposible, es decir, que da la talla de mujer mientras aspira a ser la cabeza rectora de la mayor potencia mundial y su comandante en jefe. Y si la reacción, casi inevitable, de la candidata, se ha traducido a veces en una actitud defensiva y poco amable con una prensa que lleva años tratando de oxímoron lo que ella es en esencia, una mujer dedicada a la cosa pública, tal actitud no ha hecho sino aumentar la desconfianza y el rechazo visceral ante el público y la prensa. 

Público y prensa han ido a lo largo del tiempo sometiendo a Hillary Clinton a arduos exámenes de feminidad, exámenes que ha debido superar en clave de mujer, madre, esposa, y nada menos que de primera dama, lo que equivale a decir símbolo por excelencia de la esposa americana, esa esposa americana que hasta en una época tan reciente como los años de la segunda posguerra se consagraba en el imaginario social, no tan apartado del ideal de los teóricos contractualistas, como el alma de la familia nuclear en la figura burguesa de la madre ama de casa, encargada de cuidar del hogar, de su marido y de sus hijos.

Primera dama, lo que equivale a decir símbolo por excelencia de la esposa americana

Desde el detallado y puntilloso examen de su atuendo físico comentado hasta la saciedad (zapatos, ropa, peinado), pasando por sus cualidades culinarias (¿sabían ustedes que Hillary Clinton aceptó competir y ganó a Laura Bush en un concurso de galletas?) o su carácter (¿demasiado ambicioso?), su risa (¿demasiado estridente?), o su tono de voz (¿demasiado fuerte?), todas pruebas de feminidad que Clinton ha intentado ir superando a lo largo del tiempo para irse ganando la simpatía de la gente y, con ello, el acceso a las más altas esferas de poder.

A la vista de las encuestas está claro que los resultados, sin embargo, siguen siendo mediocres. Y es que el margen de maniobra era estrecho. Hillary Clinton ha sido siempre consciente de que cualquier exceso de “feminidad”, más allá de que fuese percibido como genuino o no, sería a su vez traducido en clave de descualificación para el mando. ¿O qué, si no el deseo de no mostrarse débil, puede explicar su dificultad para admitir un parón por enfermedad en plena campaña electoral? Mayor debilidad, lo que, según Rousseau, define a la mujer, es lo último que puede mostrar la candidata a la presidencia de los Estados Unidos, y si esto habría sido verdad siempre, ante el contraste de hipermasculinidad agresiva que destila su contrincante republicano y con el terrorismo en alza resulta más verdad ahora que nunca. 

-----------------------------

Ruth Rubio Marín es profesora de Derecho Constitucional de la Universidad de Sevilla y del Programa Global de la Facultad de Derecho de la Universidad de Nueva York.

--------------------------------
CTXT ha acreditado a cuatro periodistas --Raquel Agüeros, Esteban Ordóñez, Willy Veleta y Rubén Juste-- en los juicios Gürtel y Black. ¿Nos ayudas a financiar este despliegue?

Este artículo es exclusivo para las personas suscritas a CTXT. Puedes iniciar sesión aquí o suscribirte aquí

Autor >

Ruth Rubio Marín

Suscríbete a CTXT

Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias

Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí

Artículos relacionados >

6 comentario(s)

¿Quieres decir algo? + Déjanos un comentario

  1. Manuela

    Este analisis sobre la Clinton, me parece errado y falto de perspectiva, ya que parece que sus acciones y su trayectoria polìtica no se tienen en cuenta. Me pregunto si la publicaciòn de este articulo al que hay que añadir el publicado sobre Javier Fernandez y firmado por Javier Cuartas, tiene alguna intencionalidad o se debe solo a una pretendida libertad de prensa. Creo que se equivocan, o quizá me equivoquè yo al suscribirme a esta revista

    Hace 8 años 1 mes

  2. Paca

    Suscribo los comentarios hasta ahora escritos. No por mujer, sino por su política de derechas, por su falsedad, por lo poco genuina que es. Dios nos libre de mujeres como ella que, con sus políticas, a quienes más va a acabar perjudicando es a las propias mujeres. Es una cuestión de clase, de ideología, no de sexo ni de género.

    Hace 8 años 1 mes

  3. Carlos R.

    Hay mucha gente, y me incluyo entre ellos, a los cuales tanto Killary Clinton II como el payaso demente Donald Trump nos dan asco y repelús. Killary es una demente peligrosa y una criminal de guerra que tendría que ser juzgada en La Haya junto con Bush II y Obama por sus campañas genocidas en Libia, Irak y Siria, y la autora retuerce extraordinariamente su interpretación para dar un sesgo machista al rechazo por Clinton. Ninguno de los súbditos de los estados satélites de EEUU tenemos derecho a voto en las elecciones imperiales, pero yo si pudiera votaría por Jill Stein, candidata verde y de la izquierda "moderada" estadounidense que, oh, también es mujer pero desde luego distante de la ideología de Hillary la preferida de la oligarquía de Wall Street. Ojala Stein llegase a presidenta de los EEUU, pero todos sabemos que es imposible en la democracia estadounidense de cartón piedra, por lo demás igual a todas las democracias burguesas. Sabemos que en EEUU da igual gane quien gane, porque el mascarón de proa (presidente o presidenta) va cambiando, pero el régimen es siempre el mismo.

    Hace 8 años 1 mes

  4. Juan Navidad

    Creo Ruth que en este planteamiento te equivocas. Que haya estudios que hablen de ese odio a la mujer que sale y reivindica su participación pública en muchos países no tiene mucho que ver con Hillary porque ese planteamiento podría utilizarse tanto con Benazir Bhutto como con Margaret Tatcher. Si los y las votantes estadounidenses no quieren a Hillary no es por ser mujer, sino muchas razones. La primera es que no representa los intereses de los ciudadanos, sino de ese "one percent", el uno por ciento de la población, del que tanto ha hablado Bernie Sanders. Son quienes le han financiado la campaña, junto a Wall Street y las multinacionales y, como es lógico, quieren lo suyo, por lo que ella hará lo que le digan si alcanza la presidencia. La segunda razón es el juego sucio que ha desplegado precisamente contra Bernie Sanders en las primarias demócratas. Creo que no hay trampa posible que ella no haya utilizado para llevarse la victoria, de forma nada ética. La tercera es que ella representa la clase política y sus errores de los últimos años. Es decir, Obama representaba una ilusión que ha sido totalmente desatendida, según muchos y muchas votantes y la gente busca alternativas. Por eso esperaban los cambios que Bernie proponía. La cuarta y última es que ella representa la parte más belicosa y derechista de los demócratas. A la gente que está cansada de tanto militarismo y que no ve con buenos ojos los acuerdos TTIP y TPP con Europa y el Pacífico. Ella ha pasado de defenderlos a cuestionarlos, lo que no le da mucha credibilidad ante sus potenciales votantes. Estas son las verdaderas razones de quienes son potenciales votantes demócratas. El análisis que has realizado creo que se aplica sobre todo para los y las votantes republicanos, que han recogido el guante de su candidato y están en una escalada de insultos inaceptable. Lo peor es que ambas opciones son consideradas terribles para muchas personas que no quieren ni la opción Guatemala ni la Guatepeor que representan Trump y Clinton (muchos partidarios de Sanders no votarán) y por eso puede que haya mucha abstención que puede ser decisiva. Vivo en Nueva York y estas son al menos las sensaciones que vivo en la calle, escuchando a todo tipo de votantes. Saludos cordiales, Juan Navidad

    Hace 8 años 1 mes

  5. Laíto Cabrera

    Estrambótico análisis interpretativo de la candidata imperial del establishment usamericano, el que hace la autora desde una forzada ideología interpretativa feminista. Los EEUU tienen una hoja-de-ruta en su política que viene marcada desde el auténtico centro de poder desde hace décadas, en concreto la segunda guerra mundial. El centro de poder lo constituyen los dueños del complejo militar-industrial y financiero. Esa hoja de ruta les exige apoderarse de los recursos energéticos del planeta, donde ahora figura en primer plano el petróleo de oriente medio. A la vez que están empeñados en obtener el botín de Rusia que Putin les ha negado, después de haber ganado la primera guerra fría. El cual incluye no solo sus recursos energéticos: el gas, sino también las materias primas y minerales que encierra Siberia además del control geoestratégico del ártico, junto con el control del sistema financiero subordinándolo al eje anglo americano. Lo que nos acercaría y mucho a la III Guerra Mundial. Y la candidata elegida por la facción en el poder, para llevar a cabo esa tarea es la dama de hierro Hilaria: la reina del caos, por su probada agresividad y conocimiento de la geopolítica norteamericana y porque además es una de ellos. Recomiendo la lectura de este libro de Diana Johnstone: Queen of Chaos. The Misadventures of Hillary Clinton https://www.amazon.com/Queen-Chaos-Misadventures-Hillary-Clinton/dp/0989763765 Esa es una de las razones por las que produce tanto rechazo en muchos y en muchas, además del affaire Sanders el cual ha ensuciado y mucho la imagen de la candidata del establishment: la Reina del Caos The Queen of Chaos and the Threat of World War III http://www.globalresearch.ca/hillary-clinton-the-queen-of-chaos-and-the-threat-of-world-war-iii/5513598

    Hace 8 años 1 mes

  6. Pierre de Cœur

    ROTFL. La Clinton cae mal no porque sin a pesar de ser mujer. La verdadera razón es que es la candidata de Wall Street y ganó la nominación gracias a los barones de turno y en contra de la gente que estaba a favor de Bernie...

    Hace 8 años 1 mes

Deja un comentario


Los comentarios solo están habilitados para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí