ESPECIAL ‘OMEGA’
2. Pequeño vals vienés
Refree 14/10/2016
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Cuántas veces a lo largo de la vida sentimos la inconciencia del pasado, el no haber estado a la altura de lo sucedido o simplemente no haber valorado un momento por desconocimiento.
Es posible que la arena que deposita el tiempo sobre las fotos del pasado, esa bruma selvática de la memoria a los cuarenta, contenga implícita la crítica a la juventud y a su falta de conciencia.
A lo mejor simplemente soy yo, diezmado por un funcionamiento mental que repudia cualquier acto pasado y visualiza mi yo anterior como un ser inferior y estúpido, el bosque de palomas disecadas, un museo de la escarcha con mil ventanas, un vals anacrónico.
Así que no puedo hilvanar este escrito sin quejarme de mi yo pasado, actitud que en realidad me asquea por demasiado emocional y por ser incapaz de salir de ella incluso en este pedazo de papel virtual, y sin narrar una anécdota sucedida hace casi veinte años en las entramadas calles de Malasaña.
No recuerdo el lugar pero sí recuerdo cómo a las cuatro de la mañana me presentaron a Enrique y cómo él después de intercambiar un par de palabras sin demasiada fortuna por mi parte me miró, pronunció mi nombre y me dijo despidiéndose (no como pregunta sino como afirmación rotunda) que nuestros caminos se iban a cruzar; a lo que yo contesté, patoso, algo así como “eso espero maestro”.
Y se cruzaron, un poco para él y mucho para mi. Primero porque tocamos juntos la canción que nos ocupa en el 25 aniversario de la revista Rock de Lux -primer ataque a la memoria, la muerte pinta de azul a los muchachos: ojalá pudiera volver ahí y repetir.
Después la grabé en Granada”, fue Silvia quien pensó en ella, creo que yo no la hubiera hecho por demasiado conocida; disfruté tocando la muerte para piano y viendo ovejas y lirios de nieve; el entramado laberíntico de una Europa antigua y un Nueva York barítono era apasionante aún cuando estaba helado. Otra vez el recuerdo de un baile con cabeza de río inunda una memoria paralítica.
Y para terminar, el puente y los fantasmas: “Despegando”, “Homenaje a Chacón”, “Nueva York-Granada” , la obsesión por el flamenco y la adoración a Enrique, Lee Ranaldo y Sonic Youth, la guitarra y el fulgor, el presente que no acaba, un vals con la boca cerrada que empezó ahí dónde comienza este texto, este vals de te quiero siempre.
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Refree
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