Crónica Judicial / Gürtel
¡Que lo sepa España entera!
Raquel Agüeros San Fernando de Henares , 14/10/2016
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Y España entera se enteró. Faltaban cinco minutos para las 11 de la mañana y Francisco Correa se sentó frente al tribunal, aparentemente tranquilo. Desde primera hora de la mañana no se había despegado de su lata de Coca-Cola. Antes de entrar a la sala de vistas, en el hall, Correa habló con un par de personas. Gesticulando, con el rostro duro.
"No sé si al final cantará, pero ha venido con sus mejores galas", cotilleó Esteban Ordóñez café en mano mientras esperaba para subirse a las Black. Y tenía razón. Correa vestía de traje oscuro (los días previos lucía americana clara) y el pelo con efecto mojado muy estirado hacia atrás, donde una amalgama de caracolillos al aire se entremezclaban unos con otros.
El juicio empieza a las diez de la mañana. Aunque como esto es España la gente llega a las diez y el juicio nunca arranca antes de y media. Así que el presidente del tribunal, viéndoselas venir, había citado a todos a las nueve y media para empezar a las diez en punto. Ni aún así. La sesión empezó a las diez y seis minutos.
El jueves 13 quedaban 13 acusados en el banquillo. En total son 37, pero los que tienen que declarar "sólo" por una cuestión concreta tienen permiso para no comerse más que lo suyo.
El menú que había preparado Correa pareció más abundante de lo que fue
El menú que había preparado Correa pareció más abundante de lo que fue. Aunque nadie se quedó con hambre. Don Vito se dolió de las mentiras de la prensa. Por eso la primera parte de su declaración fue un mensaje a los medios de comunicación, aunque a él no le guste llamarlos así. Para Correa las televisiones y los periódicos le destrozaron, más, la vida. Por eso lo primero que hizo fue asegurarse, sin disimular: "Que lo sepa España entera".
Correa se congratuló de haberse convertido en un empresario revolucionario. Su éxito radicó en poder abaratar los costes de sus pequeñas empresas: "Yo las llamaba coches de carreras". El presunto cabecilla de la trama se hizo la pelota a sí mismo sobre su extensa formación en marketing cuando en España casi no se sabía lo que era.
A pesar de que los hechos que ahora se juzgan abarcan desde 1999 a 2005, Correa quiso remontarse hasta el año 92, donde ya organizó eventos en los Juegos Olímpicos de Barcelona. Incluso se apoyó en "unos pequeños escarceos con el partido socialista a través de Julio Feo", Secretario de Presidencia (1982-1987) cuando Felipe González vivía en La Moncloa para demostrar que él ya era alguien antes de que a su vida llegara el Partido Popular.
Incluso fue con su padre a ver un mitin de La Pasionaria en San Blas, donde su progenitor lloró de emoción después de cuarenta años de imperdonable dolor. Y se definió más de la gauche que de la droite. Divine mais gauche. Un rojeras caviar.
Francisco Correa midió al máximo su declaración, estaba confirmando lo que el Ministerio Público señala en el escrito de acusación
Francisco Correa midió al máximo su declaración. Y soltó varios mensajes solo entendidos por personas que no aparecen en la causa pero que saben mucho de ella. En el año 1993 Correa tenía un objetivo: quería ser opaco y actuar al margen del fisco español. Años más tarde, después de darle unas cuantas vueltas, pensó que lo mejor era regularizar ese dinero que tenía fuera de España porque no le apetecía ir a la cárcel. Lo dijo tal cual. Pero alguien, a quien no nombró, se interpuso en su camino del bien. Y ahí se quedó. Por el bien de España. Correa, ese patriota.
El acusado declarante dejó en evidencia a la fiscala Concepción Sabadell, que no fue más allá porque Correa estaba confirmando lo que el Ministerio Público señala en el escrito de acusación, de más de 500 páginas y que acompañó a Correa durante la declaración. Por la mañana la fiscala no interrogó, se limitó a dejar que el acusado contara, relatara y expusiera los hechos. Fue el propio Correa quien expresó su voluntad de responder expresamente a las preguntas de la Fiscalía, por llevar un orden. Pero ni por esas. Ni siquiera la fiscala hizo caso al presidente del tribunal cuando insistió, varias veces, en que quizás era mejor que Sabadell preguntara expresamente.
"B equivale a Luis Bárcenas, sí", dijo Correa a las 12.03h del mediodía. Y en ese momento Bárcenas y El Bigotes abandonaron la sala durante 3 minutos, sin importarles ya ser vistos juntos.
Francisco Correa explicó cómo funcionaba la trama. Él tenía los contactos empresariales, Bárcenas los políticos
Francisco Correa explicó cómo funcionaba la trama. Él tenía los contactos empresariales, Bárcenas los políticos. Entre ellos se lo repartían y todos ganaban. Por eso hacían regalos a los que les daban trabajo: dos coches para Jesús Sepúlveda, ex alcalde de Pozuelo y ex marido de la ex ministra Ana Mato; viajes familiares, un payaso para un cumpleaños. Era lo normal. Correa creció viendo regalar cosas el día de nochebuena comparando un porsche con el tradicional y ya inexistente aguinaldo.
La declaración de Correa incluía echarse la culpa, salvar a los suyos, a su equipo. Él era el jefe, él mandaba, él decidía. Tenía bien aprendida la lección. Porque no nombró a Rajoy. Se limitó a la época de Aznar presidente, como desvinculando al presidente en funciones. Aunque apuntó a Pío García Escudero, actual presidente del Senado y al entonces ministro Francisco Álvarez Cascos, que compartía mesa en el Consejo de Ministros con don Mariano.
Con Correa aprendimos que el 3% no era algo exclusivo de Pujol
Con Correa aprendimos que el 3% no era algo exclusivo de Pujol, que con dinero se arregla todo y que no hace falta optar a concursos de obra pública cuando lo que uno tiene es buenos amigos. Una víctima "del sistema", con lo que ello implica. Lo de víctima y lo de sistema. Que los lobby en España están mal vistos, pero que existen y que se pagan en negro.
Que su chófer se llamaba Andrés. Que es colchonero. Que el juicio es político. Que tiene, o tenía, amistades "tremendas". Que siempre ha defendido socializar sus empresas. Que lee muy poco la prensa. Que su obligación en el juicio es la de esclarecer. Que no es imbécil. Que no ha visto un solo extracto de sus cuentas en Suiza. Que un torero dejó de vestirse de luces para trabajar con él. Que en cada acto de Aznar había que cambiar la moqueta. Que escuchó por primera vez las palabras cohecho y prevaricación cuando fue detenido.
Y que es un tipo de otra pasta. Aunque él se defina como un hombre impulsivo al que le pierde el carácter. En realidad Correa tiene una fuerza interior a prueba de bombas. Un hombre para el que piden 125 años de trena y que pasó cuatro años en prisión provisional. Un hombre que jamás lo contará todo.
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Raquel Agüeros
Raquel Agüeros. Persona. Periodista. Autónoma. Nació navarra y voló del nido. Lleva 17 años picando, casi siempre en televisión y radio. Escribir es su espina clavada. Vive en Mallorca.
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