1. Número 1 · Enero 2015

  2. Número 2 · Enero 2015

  3. Número 3 · Enero 2015

  4. Número 4 · Febrero 2015

  5. Número 5 · Febrero 2015

  6. Número 6 · Febrero 2015

  7. Número 7 · Febrero 2015

  8. Número 8 · Marzo 2015

  9. Número 9 · Marzo 2015

  10. Número 10 · Marzo 2015

  11. Número 11 · Marzo 2015

  12. Número 12 · Abril 2015

  13. Número 13 · Abril 2015

  14. Número 14 · Abril 2015

  15. Número 15 · Abril 2015

  16. Número 16 · Mayo 2015

  17. Número 17 · Mayo 2015

  18. Número 18 · Mayo 2015

  19. Número 19 · Mayo 2015

  20. Número 20 · Junio 2015

  21. Número 21 · Junio 2015

  22. Número 22 · Junio 2015

  23. Número 23 · Junio 2015

  24. Número 24 · Julio 2015

  25. Número 25 · Julio 2015

  26. Número 26 · Julio 2015

  27. Número 27 · Julio 2015

  28. Número 28 · Septiembre 2015

  29. Número 29 · Septiembre 2015

  30. Número 30 · Septiembre 2015

  31. Número 31 · Septiembre 2015

  32. Número 32 · Septiembre 2015

  33. Número 33 · Octubre 2015

  34. Número 34 · Octubre 2015

  35. Número 35 · Octubre 2015

  36. Número 36 · Octubre 2015

  37. Número 37 · Noviembre 2015

  38. Número 38 · Noviembre 2015

  39. Número 39 · Noviembre 2015

  40. Número 40 · Noviembre 2015

  41. Número 41 · Diciembre 2015

  42. Número 42 · Diciembre 2015

  43. Número 43 · Diciembre 2015

  44. Número 44 · Diciembre 2015

  45. Número 45 · Diciembre 2015

  46. Número 46 · Enero 2016

  47. Número 47 · Enero 2016

  48. Número 48 · Enero 2016

  49. Número 49 · Enero 2016

  50. Número 50 · Febrero 2016

  51. Número 51 · Febrero 2016

  52. Número 52 · Febrero 2016

  53. Número 53 · Febrero 2016

  54. Número 54 · Marzo 2016

  55. Número 55 · Marzo 2016

  56. Número 56 · Marzo 2016

  57. Número 57 · Marzo 2016

  58. Número 58 · Marzo 2016

  59. Número 59 · Abril 2016

  60. Número 60 · Abril 2016

  61. Número 61 · Abril 2016

  62. Número 62 · Abril 2016

  63. Número 63 · Mayo 2016

  64. Número 64 · Mayo 2016

  65. Número 65 · Mayo 2016

  66. Número 66 · Mayo 2016

  67. Número 67 · Junio 2016

  68. Número 68 · Junio 2016

  69. Número 69 · Junio 2016

  70. Número 70 · Junio 2016

  71. Número 71 · Junio 2016

  72. Número 72 · Julio 2016

  73. Número 73 · Julio 2016

  74. Número 74 · Julio 2016

  75. Número 75 · Julio 2016

  76. Número 76 · Agosto 2016

  77. Número 77 · Agosto 2016

  78. Número 78 · Agosto 2016

  79. Número 79 · Agosto 2016

  80. Número 80 · Agosto 2016

  81. Número 81 · Septiembre 2016

  82. Número 82 · Septiembre 2016

  83. Número 83 · Septiembre 2016

  84. Número 84 · Septiembre 2016

  85. Número 85 · Octubre 2016

  86. Número 86 · Octubre 2016

  87. Número 87 · Octubre 2016

  88. Número 88 · Octubre 2016

  89. Número 89 · Noviembre 2016

  90. Número 90 · Noviembre 2016

  91. Número 91 · Noviembre 2016

  92. Número 92 · Noviembre 2016

  93. Número 93 · Noviembre 2016

  94. Número 94 · Diciembre 2016

  95. Número 95 · Diciembre 2016

  96. Número 96 · Diciembre 2016

  97. Número 97 · Diciembre 2016

  98. Número 98 · Enero 2017

  99. Número 99 · Enero 2017

  100. Número 100 · Enero 2017

  101. Número 101 · Enero 2017

  102. Número 102 · Febrero 2017

  103. Número 103 · Febrero 2017

  104. Número 104 · Febrero 2017

  105. Número 105 · Febrero 2017

  106. Número 106 · Marzo 2017

  107. Número 107 · Marzo 2017

  108. Número 108 · Marzo 2017

  109. Número 109 · Marzo 2017

  110. Número 110 · Marzo 2017

  111. Número 111 · Abril 2017

  112. Número 112 · Abril 2017

  113. Número 113 · Abril 2017

  114. Número 114 · Abril 2017

  115. Número 115 · Mayo 2017

  116. Número 116 · Mayo 2017

  117. Número 117 · Mayo 2017

  118. Número 118 · Mayo 2017

  119. Número 119 · Mayo 2017

  120. Número 120 · Junio 2017

  121. Número 121 · Junio 2017

  122. Número 122 · Junio 2017

  123. Número 123 · Junio 2017

  124. Número 124 · Julio 2017

  125. Número 125 · Julio 2017

  126. Número 126 · Julio 2017

  127. Número 127 · Julio 2017

  128. Número 128 · Agosto 2017

  129. Número 129 · Agosto 2017

  130. Número 130 · Agosto 2017

  131. Número 131 · Agosto 2017

  132. Número 132 · Agosto 2017

  133. Número 133 · Septiembre 2017

  134. Número 134 · Septiembre 2017

  135. Número 135 · Septiembre 2017

  136. Número 136 · Septiembre 2017

  137. Número 137 · Octubre 2017

  138. Número 138 · Octubre 2017

  139. Número 139 · Octubre 2017

  140. Número 140 · Octubre 2017

  141. Número 141 · Noviembre 2017

  142. Número 142 · Noviembre 2017

  143. Número 143 · Noviembre 2017

  144. Número 144 · Noviembre 2017

  145. Número 145 · Noviembre 2017

  146. Número 146 · Diciembre 2017

  147. Número 147 · Diciembre 2017

  148. Número 148 · Diciembre 2017

  149. Número 149 · Diciembre 2017

  150. Número 150 · Enero 2018

  151. Número 151 · Enero 2018

  152. Número 152 · Enero 2018

  153. Número 153 · Enero 2018

  154. Número 154 · Enero 2018

  155. Número 155 · Febrero 2018

  156. Número 156 · Febrero 2018

  157. Número 157 · Febrero 2018

  158. Número 158 · Febrero 2018

  159. Número 159 · Marzo 2018

  160. Número 160 · Marzo 2018

  161. Número 161 · Marzo 2018

  162. Número 162 · Marzo 2018

  163. Número 163 · Abril 2018

  164. Número 164 · Abril 2018

  165. Número 165 · Abril 2018

  166. Número 166 · Abril 2018

  167. Número 167 · Mayo 2018

  168. Número 168 · Mayo 2018

  169. Número 169 · Mayo 2018

  170. Número 170 · Mayo 2018

  171. Número 171 · Mayo 2018

  172. Número 172 · Junio 2018

  173. Número 173 · Junio 2018

  174. Número 174 · Junio 2018

  175. Número 175 · Junio 2018

  176. Número 176 · Julio 2018

  177. Número 177 · Julio 2018

  178. Número 178 · Julio 2018

  179. Número 179 · Julio 2018

  180. Número 180 · Agosto 2018

  181. Número 181 · Agosto 2018

  182. Número 182 · Agosto 2018

  183. Número 183 · Agosto 2018

  184. Número 184 · Agosto 2018

  185. Número 185 · Septiembre 2018

  186. Número 186 · Septiembre 2018

  187. Número 187 · Septiembre 2018

  188. Número 188 · Septiembre 2018

  189. Número 189 · Octubre 2018

  190. Número 190 · Octubre 2018

  191. Número 191 · Octubre 2018

  192. Número 192 · Octubre 2018

  193. Número 193 · Octubre 2018

  194. Número 194 · Noviembre 2018

  195. Número 195 · Noviembre 2018

  196. Número 196 · Noviembre 2018

  197. Número 197 · Noviembre 2018

  198. Número 198 · Diciembre 2018

  199. Número 199 · Diciembre 2018

  200. Número 200 · Diciembre 2018

  201. Número 201 · Diciembre 2018

  202. Número 202 · Enero 2019

  203. Número 203 · Enero 2019

  204. Número 204 · Enero 2019

  205. Número 205 · Enero 2019

  206. Número 206 · Enero 2019

  207. Número 207 · Febrero 2019

  208. Número 208 · Febrero 2019

  209. Número 209 · Febrero 2019

  210. Número 210 · Febrero 2019

  211. Número 211 · Marzo 2019

  212. Número 212 · Marzo 2019

  213. Número 213 · Marzo 2019

  214. Número 214 · Marzo 2019

  215. Número 215 · Abril 2019

  216. Número 216 · Abril 2019

  217. Número 217 · Abril 2019

  218. Número 218 · Abril 2019

  219. Número 219 · Mayo 2019

  220. Número 220 · Mayo 2019

  221. Número 221 · Mayo 2019

  222. Número 222 · Mayo 2019

  223. Número 223 · Mayo 2019

  224. Número 224 · Junio 2019

  225. Número 225 · Junio 2019

  226. Número 226 · Junio 2019

  227. Número 227 · Junio 2019

  228. Número 228 · Julio 2019

  229. Número 229 · Julio 2019

  230. Número 230 · Julio 2019

  231. Número 231 · Julio 2019

  232. Número 232 · Julio 2019

  233. Número 233 · Agosto 2019

  234. Número 234 · Agosto 2019

  235. Número 235 · Agosto 2019

  236. Número 236 · Agosto 2019

  237. Número 237 · Septiembre 2019

  238. Número 238 · Septiembre 2019

  239. Número 239 · Septiembre 2019

  240. Número 240 · Septiembre 2019

  241. Número 241 · Octubre 2019

  242. Número 242 · Octubre 2019

  243. Número 243 · Octubre 2019

  244. Número 244 · Octubre 2019

  245. Número 245 · Octubre 2019

  246. Número 246 · Noviembre 2019

  247. Número 247 · Noviembre 2019

  248. Número 248 · Noviembre 2019

  249. Número 249 · Noviembre 2019

  250. Número 250 · Diciembre 2019

  251. Número 251 · Diciembre 2019

  252. Número 252 · Diciembre 2019

  253. Número 253 · Diciembre 2019

  254. Número 254 · Enero 2020

  255. Número 255 · Enero 2020

  256. Número 256 · Enero 2020

  257. Número 257 · Febrero 2020

  258. Número 258 · Marzo 2020

  259. Número 259 · Abril 2020

  260. Número 260 · Mayo 2020

  261. Número 261 · Junio 2020

  262. Número 262 · Julio 2020

  263. Número 263 · Agosto 2020

  264. Número 264 · Septiembre 2020

  265. Número 265 · Octubre 2020

  266. Número 266 · Noviembre 2020

  267. Número 267 · Diciembre 2020

  268. Número 268 · Enero 2021

  269. Número 269 · Febrero 2021

  270. Número 270 · Marzo 2021

  271. Número 271 · Abril 2021

  272. Número 272 · Mayo 2021

  273. Número 273 · Junio 2021

  274. Número 274 · Julio 2021

  275. Número 275 · Agosto 2021

  276. Número 276 · Septiembre 2021

  277. Número 277 · Octubre 2021

  278. Número 278 · Noviembre 2021

  279. Número 279 · Diciembre 2021

  280. Número 280 · Enero 2022

  281. Número 281 · Febrero 2022

  282. Número 282 · Marzo 2022

  283. Número 283 · Abril 2022

  284. Número 284 · Mayo 2022

  285. Número 285 · Junio 2022

  286. Número 286 · Julio 2022

  287. Número 287 · Agosto 2022

  288. Número 288 · Septiembre 2022

  289. Número 289 · Octubre 2022

  290. Número 290 · Noviembre 2022

  291. Número 291 · Diciembre 2022

  292. Número 292 · Enero 2023

  293. Número 293 · Febrero 2023

  294. Número 294 · Marzo 2023

  295. Número 295 · Abril 2023

  296. Número 296 · Mayo 2023

  297. Número 297 · Junio 2023

  298. Número 298 · Julio 2023

  299. Número 299 · Agosto 2023

  300. Número 300 · Septiembre 2023

  301. Número 301 · Octubre 2023

  302. Número 302 · Noviembre 2023

  303. Número 303 · Diciembre 2023

  304. Número 304 · Enero 2024

  305. Número 305 · Febrero 2024

  306. Número 306 · Marzo 2024

  307. Número 307 · Abril 2024

  308. Número 308 · Mayo 2024

  309. Número 309 · Junio 2024

  310. Número 310 · Julio 2024

  311. Número 311 · Agosto 2024

  312. Número 312 · Septiembre 2024

  313. Número 313 · Octubre 2024

  314. Número 314 · Noviembre 2024

Ayúdanos a perseguir a quienes persiguen a las minorías. Total Donantes 3.340 Conseguido 91% Faltan 16.270€

Crónica

Tsunami Trump: el presidente más obsceno emerge de las cenizas demócratas

En un momento en el que la desigualdad se aproxima a niveles de los años treinta, el partido progresista ha logrado situarse en el imaginario colectivo como defensor del sistema que victimiza a la que un día fue su base electoral

Álvaro Guzmán Bastida Nueva York , 12/02/2018

<p>Donald Trump se dirige a los medios tras haber ganado las elecciones.</p>

Donald Trump se dirige a los medios tras haber ganado las elecciones.

CBC News

En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí

---------------------------------
CTXT ha acreditado a cuatro periodistas --Raquel Agüeros, Esteban Ordóñez, Willy Veleta y Rubén Juste-- en los juicios Gürtel y Black. ¿Nos ayudas a financiar este despliegue?

---------------------------------

El Apocalipsis ha sucedido. Donald Trump ha ganado las elecciones. Pero, sobre todo, ha perdido el Partido Demócrata. Se enfrentaba a un candidato que había fracturado a su propio partido e insultado a más de la mitad del electorado; a un multimillonario con oscuras conexiones mafiosas, que ha despedido a su equipo de campaña tres veces durante la misma. Los demócratas tenían el apoyo de Wall Street, de la prensa, del establishment político y militar, de Silicon Valley, Robert de Niro, Michael Moore, Jay-Z, Beyoncé y Bruce Springsteen. Y han perdido con estrépito. No solo la Casa Blanca, sino prácticamente todo el poder del Estado: desde el legislativo –en el que los republicanos van a contar con una cómoda mayoría en ambas cámaras— al judicial, donde Trump nombrará al sustituto del fallecido Antonin Scalia y posiblemente a otros dos jueces, pasando por el poder en los estados federados, de los cuales los republicanos controlan 31, por 18 de los demócratas.

¿Cómo es posible? En los ocho años de gobierno de Obama, se han terminado imponiendo dos características aparentemente contradictorias, que solo analizadas en su conjunto ayudan a arrojar luz sobre el enigma del fracaso demócrata: se trata de la arrogancia y la obsesión por el consenso.

En los ocho años de gobierno de Obama, se han terminado imponiendo dos características aparentemente contradictorias, que arrojan luz sobre el enigma del fracaso demócrata: la arrogancia y la obsesión por el consenso

La arrogancia demócrata

Los demócratas han desplegado una descomunal arrogancia, al menos en dos sentidos. Para empezar, han sido soberbios con su base política tradicional: la clase trabajadora. Lo viene denunciando Thomas Frank, cuyo libro Listen, Liberalestá escrito como una desesperada advertencia a los demócratas, y hoy debería ser de lectura obligatoria como manual de instrucciones para la autopsia del cadáver. La arrogancia de clase de los demócratas, documentada exhaustivamente por Frank, que sostiene que el partido se ha convertido en el representante de las élites de profesiones liberales, tiene que ver con un cálculo electoral fundamentado en otra arrogancia: la demográfica.

Los New Democrats  abandonaron, ya en los 80 pero de manera decisiva con Bill Clinton, al electorado trabajador blanco que había fundamentado sus mayorías, porque creyeron que el país iba en otra dirección. En poco tiempo, los profesionales liberales de sueldos altos (médicos, ingenieros, agentes de bolsa, economistas…) pasaron de ser el segmento de población más fiel al Partido Republicano a abrazar con igual entusiasmo a los demócratas.

Por la misma avenida por la que circulaban los profesionales liberales, pero en la dirección opuesta, desfiló la clase obrera blanca que anoche hizo presidente a Trump. La arrogancia demográfica consistió en dar por hecho que el agujero electoral que dejaban los trabajadores blancos lo iban a ocupar, con creces, las minorías. Thomas Edsall, veterano periodista de The New York Times, The Washington Post y The New Republic, lleva décadas documentando el creciente desencanto de los obreros blancos con los demócratas, por los que, señala Edsall, se sienten abandonados en favor de los negros, los latinos o el colectivo LGBT.

La arrogancia demográfica consistió en dar por hecho que el agujero electoral que dejaban los trabajadores blancos lo iban a ocupar, con creces, las minorías

Dados los flujos migratorios, y sobre todo las tasas de natalidad de diversos grupos, Edsall prevé que para 2043 los Estados Unidos sean un país ‘majority-minority’, en el que los blancos pasen por primera vez a ser minoría. Preparándose para ese momento, los demócratas, que nunca fueron un partido ‘de clase obrera’ pero contaban con los sindicatos para forjar mayorías, eliminaron la justicia económica de su programa y de su horizonte político, a favor de otras justicias. En los sueños de los estrategas del partido, un electorado más diverso, seducido por políticas amables con los derechos civiles, permitiría a los demócratas cuadrar el círculo, representando desde la ‘modernidad’ un bloque electoral que aunara a los ejecutivos de las empresas tecnológicas y a las negras lesbianas del Bronx. El tiempo les daría la razón. Pero la política no es demografía.

En 2008, Barack Obama se convirtió en el primer presidente negro de un país fundado sobre la esclavitud y la segregación racial. Pero, antes de ganar en las urnas, Obama había logrado otro hito: fue el candidato demócrata que logró recaudar más fondos de Wall Street para su campaña que su contrincante republicano.

Obsesión por el consenso

Quizá para saldar sus deudas, Obama no tardó en nombrar para su equipo económico a la misma gente que había llevado al mundo al borde del colapso financiero en el año anterior a su elección. Como recuerda en su libro Frank, fue uno de los mayores gatillazos políticos de la era moderna: Obama llegaba a la Casa Blanca empujado no solo por los vientos de un enorme entusiasmo dentro y fuera del país (¿recuerdan el Nobel de la Paz?) sino también por el descomunal enfado con las élites que habían estado a punto de hacer saltar el sistema por los aires. 

Quizá para saldar sus deudas, Obama no tardó en nombrar para su equipo económico a la misma gente que había llevado al mundo al borde del colapso financiero

Con mayoría absoluta en ambas cámaras, cuando podía gobernar como quisiera, Obama decidió ser el presidente del consenso. “La elección de personal es política”, reza un viejo refrán de la política estadounidense. Pero la querencia de Obama por desproveer de conflicto partidista a la política trascendió con mucho sus nombramientos para la Secretaría de Estado o el Consejo Nacional de Economía. Obama ofreció a los republicanos, que estaban en la UVI política, un ‘Grand Bargain’, dilapidando sus dos años de mayoría absoluta legislativa demócrata al buscar consensos imposibles en economía, su reforma sanitaria o el cierre de Guantánamo. La Derecha, maximalista por naturaleza, olió la sangre y no cedió ni agua.

Brecha blancos-negros

Como señaló en 2011 el entonces corresponsal de The Guardian en EEUU, Gary Younge, “la brecha económica entre los blancos y negros ha aumentado desde que Barack Obama llegó al poder”. (La tendencia ha continuado durante sus ochos años de mandato). Younge añadía: “Bajo su presidencia, el desempleo, la pobreza y los desahucios entre los negros están en su niveles más altos en más de una década”. Younge, británico de raza negra y una de las firmas más clarividentes a la hora de entender la división racial en EEUU, sentenciaba: “Millones de niños negros pueden aspirar a la presidencia ahora que hay un negro en la Casa Blanca. Pero dicha trayectoria es menos probable para ellos hoy de lo que era durante el mandato de Bush. Ahí descansa lo que en el mejor de los casos es una paradoja y en el peor la gran contradicción de la base social que aupó al poder a Obama. El grupo que más le apoya –los negros— es al que peor le va bajo su mandato”.  

Ese año vio florecer dos movimientos de protesta radicalmente opuestos, pero con un elemento en común. Tanto Occupy Wall Street como el Tea Party reclamaban un rechazo a las élites y una política de confrontación que Obama, estaba claro, no estaba dispuesto a ofrecer.

Mientras tanto, los republicanos escupían sobre el brazo tendido de Obama, negándole cualquier victoria ‘bipartidista’, y afilando los cuchillos para 2010. La estrategia funcionó a la perfección.

Desde la llegada de Obama a la Casa Blanca, tres de las cuatro últimas elecciones –2010, 2014 y ahora 2016— resultaron en debacles demócratas, otorgando cómodas mayorías a unos republicanos que extendían además su poder por todo el país a nivel local y regional.

Obama ganó en 2008 con 69,4 millones de votos. El martes, Clinton obtuvo 59,8. En 2008, los demócratas tenían un poder casi absoluto, y el mandato ciudadano para gobernar sin miedo a las élites. Ocho años después, con diez millones de votos perdidos por el desagüe, están desahuciados. La arrogancia y la obsesión por el consenso han matado al Partido Demócrata.

Rebelión blanca

La presidencia de Obama está llena de sombras. Presume entre sus méritos del desarrollo del programa de drones, que convierte la guerra en un videojuego, y la instauración de reuniones semanales en el despacho oval en las que el Presidente repasa una ‘kill lists’ y decide a quién se va asesinar sumariamente y –quizá por aquello de honrar a la Academia Noruega— a quién no.

Pero Obama, que ha sido verdugo de muchos, fue también víctima desde su ascenso al poder de una campaña de racismo visceral, que le negaba incluso la legitimidad como presidente. Al frente de esa campaña se situó desde el principio un hombre de tez naranja y tupé platino, el ahora presidente electo Donald J. Trump.

Trump pasó años difundiendo rumores sobre la supuesta nacionalidad extrajera de Obama, agitando así la sombra del pasado racista de un país que tenía a su primer presidente negro. Fue así como el magnate fraguó su transmutación de bufón mediático de la telerrealidad más chusquera a la primera línea política. ¿Era Obama musulmán? ¿Acaso no sería keniano? Trump ya tenía en su historial importantes medallas al xenófobo: en 1989, pagó de su bolsillo para pedir, en anuncios de prensa a toda página, la ejecución de un grupo de menores negros acusados de violar a una banquera blanca. (Aunque los jóvenes terminaron saliendo absueltos e indemnizados por los perjuicios que la ciudad de Nueva York les causó, Trump nunca se disculpó, y sigue manteniendo en público, hasta una semana antes de las elecciones, que los jóvenes eran culpables y tendrían que haber sido ejecutados, lo que hubiera sido ilegal, ya que el estado de  Nueva York había eliminado la pena de muerte cinco años antes del crimen).

Cuando Obama se vio obligado a hacer pública su partida de nacimiento, que dejaba claro que llegó a este mundo en Hawaii, Trump se anotó el escarnio público como una victoria personal. Los racistas ya tenían su mesías.

El partido del ‘establishment’ 

Pero Trump nunca hubiera llegado a la Casa Blanca si solo fuera el mesías de los racistas estadounidenses, figura que sigue ostentando, pero insuficiente para lograr casi sesenta millones de votos. En un momento en el que la desigualdad se aproxima a niveles de los años treinta, y en el que la Universidad de Princeton declara que los Estados Unidos no son ya una democracia, sino una oligarquía, el partido progresista ha logrado situarse en el imaginario colectivo el defensor del sistema que victimiza a la que un día fue su base electoral.

Para coronar tamaña proeza, el partido eligió a la candidata con más lastre, menos capacidad de ilusión, y probablemente menos conectada con los problemas de la clase trabajadora de su historia: Hillary Clinton. Eran las elecciones del tiempo político abierto por el Tea Party y Ocuppy Wall Street. Los demócratas tuvieron su oportunidad para presentar a un candidato más acorde con los anhelos de la clase trabajadora: Bernie Sanders. La desaprovecharon.

Durante la campaña, Hillary Clinton jugó a empatar un partido que reclamaba encerrar al adversario en su área. Agobiada por los numerosos escándalos que le rodean, rehuyendo el papel de mujer política en un panorama en el que los Estados Unidos podrían haber elegido a su primera presidenta, Clinton y su partido no han sido capaces de ofrecer nada más que ‘más de lo mismo’.

Al Partido Demócrata le toca hacer penitencia y refundarse. El liberalismo corporativo inaugurado por Bill Clinton ha muerto con la derrota de su mujer, Hillary, en las urnas. Habrá voces entre los demócratas que aboguen por un giro a la derecha, por mostrar una cara más dura en inmigración (¿más dura que la de una administración que ha deportado hasta agosto 2,8 millones de inmigrantes, más que ninguna otra en la historia del país?), por ejemplo. Se equivocarán. Los demócratas tienen dos años para ilusionar a su electorado antes de las elecciones de mitad de mandato de 2018. Solo es verosímil que lo logren recuperando la bandera de la redistribución económica.

China, China, China

Trump, que perdió el voto popular, ganó la presidencia por el paupérrimo resultado de Clinton en los antiguos feudos demócratas del ‘Rust Belt’, el cinturón industrial que era un histórico bastión demócrata. Pero su victoria va más allá. Se entiende todavía mejor si se superpone al mapa de la desindustrialización del país, que ha visto cómo se cerraban en masa minas, fábricas, no solo en Ohio y Pensilvania, o West Virginia, sino también en estados de la región de los Apalaches, como Carolina del Norte, el Medio Oeste, como Iowa, o el Sureste, como Louisiana.

Cuando Trump hablaba obsesivamente de China y México en sus mítines y echaba en cara a Clinton la firma del tratado comercial NAFTA durante los debates, sabía lo que hacía. Estaba activando la pulsión de un electorado que se siente, en palabras de Arlie Russell Hochschild, la autora del otro libro de lectura obligatoria para el momento, extranjero en su propia tierra.

Una vez más, llegó primero el abandono de ese electorado por parte de los demócratas y solo después –-décadas después— el triunfo de Trump en esos feudos. Es una historia conocida, y que no entiende de fronteras: pregúntenselo al Partido Socialista francés o a los laboristas británicos, que tienen en Marine Lepen y Nigel Farage a sus Trumps particulares. Como ellos, Trump utiliza el comercio como subterfugio para afrontar los verdaderos problemas de sus sociedades. Son tan estadounidenses los ricos que deciden producir lo que venden en China como los trabajadores que se quedan sin empleo con la deslocalización de la producción. Pero hincarle el diente a esa contradicción supondría hablar de clase, cosa que los demócratas no hacen desde… Bernie Sanders.

¿Uno de los nuestros?

Observar la victoria de Trump desde el Nueva York cosmopolita y liberal, y a través de medios como The New York Times o The New Yorker ha sido como ver hundirse al Titanic desde los ojos del director de la orquesta. Las élites liberales no entienden qué ha sucedido. Viven en un país que les es ajeno, como los protagonistas del libro de Arlie Russell Hochschild. La campaña de Clinton y sus aliados en la prensa han pasado meses, acusando –con razón— a Trump de ser un evasor de impuestos, un demagogo racista, un misógino depredador sexual. Le han comparado con Hitler y Mussolini. Y, sin embargo, ahora se apresuran a encontrar un “tono conciliador” en su discurso de la victoria. Clinton, que no dio la cara hasta 24 horas después de la derrota, habló de “respetar el proceso”, y de “la obligación” de aceptar el resultado. ¿No habíamos quedado en que si ganaba Trump llegaba el fascismo a América? ¿Van a hacer Hillary Clinton y el Partido Demócrata de comparsa del ascenso del Führer Trump, que ni siquiera ganó en votos, sino gracias a la disfunción decimonónica del sistema electoral estadounidense?

¿En qué quedamos? ¿Advenimiento del fascismo o todos somos un equipo? Ambas cosas no pueden ser. (Trump pareció devolver el favor por adelantado: si en campaña había prometido hasta la saciedad que nombraría un fiscal especial para meter a Clinton en la cárcel por su supuesta corrupción, en la noche electoral se apresuró a felicitarle (¿por la derrota?) y a dejar claro que tiene con ella una enorme “deuda de gratitud”. Democracy in America.

Bonus y víctimas

Al Trump que pedía como un energúmeno el certificado de nacimiento de Obama y al que ha llegado a la presidencia de la mano de la promesa de devolver el trabajo a los estadounidenses los une un vector: el miedo al otro. La xenofobia ha ocupado un lugar central en la vida y obra de Donald J. Trump, así como en su campaña electoral. Cuando se presentó, en junio de 2015, lo hizo acusando a los mexicanos que cruzan la frontera de ser violadores, criminales, traficantes de drogas que venían a sembrar el caos en EEUU. Los momentos más calientes de sus mítines eran los que dedicaba a prometer la construcción de un muro en la frontera o la prohibición de entrar en el país a los musulmanes.

Muchos ponen en duda que vaya a implementar ahora dicho programa. Es imposible saber si lo hará. Pero, aunque quisiera frenarlas, ha puesto en marcha fuerzas xenófobas con su retórica incendiaria que serán difíciles de frenar. Si Trump –-como es predecible— no es capaz de contentar al electorado de la clase trabajadora empobrecida al que tanto ha prometido esta campaña, lo lógico para su supervivencia política sería que recurra a la estrategia que mejor le ha funcionado en campaña: la de buscar chivos expiatorios entre los más débiles, léase los negros, los latinos, las mujeres, el colectivo LGBT o los musulmanes. A ellos no les debe nada.

La mañana posterior a la victoria de Trump, una emisora de radio neoyorquina conectaba con la puerta de las oficinas Goldman Sachs, donde "el sentir era sombrío". Acto seguido, el locutor daba paso a un joven trabajador de la firma, cuyo rango no identificó.

“¿Cómo están viviendo un momento político de tanta incertidumbre para la nación?” espetaba el reportero.

"Nos preocupa el descenso que van a sufrir nuestros bonus", declaraba el joven. Solo en esta campaña, Hillary Clinton recibió 945.744 dólares en donativos individuales de trabajadores de Goldman Sachs.

Pocos minutos después, llamaba al mismo programa el profesor de un colegio en Long Island, al Norte de Nueva York. Contaba que la mitad de sus alumnos, guatemaltecos y hondureños en su mayoría, no habían ido a clase. “Sus padres son indocumentados”, contaba con la voz rota. “Tienen miedo”.

---------------------------------
CTXT ha acreditado a cuatro periodistas --Raquel Agüeros, Esteban Ordóñez, Willy Veleta y Rubén Juste-- en los juicios Gürtel y Black. ¿Nos ayudas a financiar este despliegue?

Este artículo es exclusivo para las personas suscritas a CTXT. Puedes iniciar sesión aquí o suscribirte aquí

Autor >

Álvaro Guzmán Bastida

Nacido en Pamplona en plenos Sanfermines, ha vivido en Barcelona, Londres, Misuri, Carolina del Norte, Macondo, Buenos Aires y, ahora, Nueva York. Dicen que estudió dos másteres, de Periodismo y Política, en Columbia, que trabajó en Al Jazeera, y que tiene los pies planos. Escribe sobre política, economía, cultura y movimientos sociales, pero en realidad, solo le importa el resultado de Osasuna el domingo.

Suscríbete a CTXT

Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias

Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí

Artículos relacionados >

9 comentario(s)

¿Quieres decir algo? + Déjanos un comentario

  1. ahiga Audrey

    Mi nombre es Ahiga Audrey, vivo en Ohio, Estados Unidos y estoy felizmente casado con un esposo encantador y cariñoso con tres hijos. Un gran problema ocurrió en mi familia hace un año, entre mi marido y yo, tan terrible que llevó el caso a la corte por un divorcio. dijo que nunca más quiso quedarse conmigo y que ya no me amaba. Así que se fue de la casa y nos hizo pasar a mi ya mis hijos por fuertes dolores. Intenté todos mis medios posibles para que regresara a través de muchas súplicas pero todo fue en vano. Finalmente, confirmó que había tomado su decisión y que nunca más quiso volver a verme. En una tarde fatídica, cuando regresaba del trabajo, conocí a un viejo amigo mío que le preguntó a mi esposo. Le expliqué todo a ella, así que me dijo que la única manera de recuperar a mi esposo es visitar a un lanzador de hechizos porque a ella también le ha funcionado. Por el contrario, nunca creí en el hechizo, pero no tenía más remedio que seguir su consejo. Ella me dio la dirección de correo electrónico del lanzador de hechizos que es "wiseozizaspiritualhome@gmail.com" Así que a la mañana siguiente, envié un correo a la dirección que ella me dio y el lanzador de hechizos me aseguró que recuperaré a mi esposo dentro de dos días. ¡Qué increíble declaración! jajaja !!! Nunca creí, así que habló conmigo y me dijo todo lo que tenía que hacer. A la mañana siguiente, sorprendentemente, mi esposo, que no me ha llamado durante más de un año, me llamó para informarme que volvería. . Tan increíble, ¿verdad? Bueno, así fue como regresó ese mismo día, con mucho amor y alegría, y se disculpó por sus errores y por los dolores que causó a mí y a mis hijos. Desde ese día, nuestra relación ha sido más fuerte de lo que era antes. Gracias por la ayuda de este gran lanzador de hechizos. Mi consejo para todos los que están pasando por diferentes desafíos es contactar a este gran hombre y, al igual que lo hizo conmigo, él resolverá todos sus problemas. Puede enviarle un correo electrónico a través de esta dirección de correo electrónico. Le prometí que iba a contarle a todo el mundo acerca de sus magníficos poderes. (wiseozizaspiritualhome@gmail.com), si está en una condición como esta, o si tiene algún problema relacionado con "traer a su ex. No solo eso puede ayudarlo. 1) ser promovido en cualquier cosa que hagas. 2) Gane un buen dinero o gane una lotería. 3) Lograr el éxito en los negocios. 4) problemas espirituales. 5) ganar caso judicial. 6) Busca a tu compañero de vida. 7) Obtener un trabajo bien pagado. 8) ganar el control sobre su matrimonio. 9) recibir favor y ganar atracción de las personas. 10) recuperar el dinero perdido. (11) sanarte de todas las enfermedades. curable e incurable como el VIH / SIDA, el cáncer, cualquier cosa (12) resolver problemas de embarazo y bendecirte con bebés. su dirección de correo electrónico una vez más es (wiseozizaspiritualhome@gmail.com) también puede contactarlo a través de whatsapp en +2348111448971

    Hace 6 años 1 mes

  2. Alex

    Estos días me siento orgulloso de vivir en España (y soy independentista!): en nuestro país los ciudadanos, con todas sus faltas, han conseguido canalizar su deseo de cambiar el sistema en un partido como Podemos, y en vez de dar rienda suelta a sus miedos, han dado rienda suelta a sus ilusiones.

    Hace 8 años

  3. Raúl Silverio López Ortego

    Tiempos Aleatorios Estamos en tiempos de tsunamis, terremotos, y vendavales de variados tipos, géneros, formatos y sentires. De lo imprevisible. Suele acontecer que, cuando grandes son los clamores, mucho más enigmáticas pueden devenir las circunstancias dado que estamos inmersos en el epicentro mismo de los Tiempos Aleatorios, los cuales no pretenden ser, en modo alguno, proféticos. Por ello no debiese sorprendernos si en los meandros del 20 de enero próximo no es un día común y silvestre en Washington (y aledaños: de Alaska a Tierra del Fuego y de Islandia a las islas Kuriles o algún barrio obrero al sur de Tokio, digamos), de igual suerte cuando Mike Pence esté, luego, camino a White House (… y también y por qué no, a la Central Lechera de Florentino y Mariano?).

    Hace 8 años

  4. Miscelánea

    Yo también habría votado a Trump. Si, "Fuck it all"... ¿soy una persona descerebrada? Lo único que me hubiera perturbado para tomar esa decisión habría sido pensar si era/es una estrategia "gatopardiana" (ideas de mi pertubada mente conspiranoica). Recordatorio: En la Monarquía bananera de Españistán, el Capo/Führer Rajoy y su banda mafiosa de corte puramente franquista han aplicado (con descarnada precisión y rotundo éxito) la mayor parte, y más, de las medidas que lleva el "Aprendiz" Trump en su programa (y que dudo mucho pueda llegar a cumplir en su totalidad) Buena suerte... La necesitamos

    Hace 8 años

  5. Torre

    Trump es un proceso de culminación que empezó antes del 11S. Este trabajo periodístico goo.gl/oRiJ6K es demoledor y es imprescindible para entender qué ha pasado y cómo funciona los entresijos del poder financiero y político en los Estados Unidos a raíz del 11S. El "Informe Phoenix", el papel del FBI, los políticos y las petroleras en Oriente Medio… Recomendable, pero te dejará mal cuerpo.

    Hace 8 años

  6. Matriouska

    Vale, te compro el "Führer Trump", pero también "Fraührer Merkel", "Führer Rajoy", "Fraührer Clinton", "Führer Hollande", "Führer Obama", "Fraührer Le Pen", "Führer Netanyahu", "Führer Barroso", "Fraührer May", "Führer Draghi", etc, etc, etc... Es el fascismo (hard or light) intrínseco del propio sistema capitalista abocado a su autodestrucción, de forma suave y agónica (social-liberalismo) ó tempestusa y abrupta (ultra-liberalismo)... En cualquier caso toda está historia acabará muy mal para casi todos.

    Hace 8 años

  7. Gabriel Rosselló

    La verdad es que habría que preguntarse cuál ha sido el papel de los europeos en todo esto, y si deberíamos o no rasgarnos las vestiduras. https://gabrielrosselloblog.wordpress.com/2016/11/10/la-europa-que-se-rasga-las-vestiduras-por-donald-trump/

    Hace 8 años

  8. Villano

    De Berlusconi a Trump... dos magnates populistas que prometen todo y no dan nada. Nos falla la Memoria Histórica, por eso nos la cuelan una y otra vez, una y otra vez. A los americanos también: http://elvillanoarrinconado.blogspot.com.es/

    Hace 8 años

  9. DS

    siempre pasa lo mismo, la arrogancia de las élites ilustradas que victimizan, empobrecen y ridiculizan a los ciudadanos de a pie, da lugar a los fascismos. En espña lo tenemos con el psoe -partido de chiflados vividores donde los haya- y encima la culpa de todo la tiene el ciudadano y los movimientos sociales alternativos como Podemos. Y lo complementa la comisión, corrupción a tope a costa de los impuestos de las clases medias y la precariedad laboral. Veremos.

    Hace 8 años

Deja un comentario


Los comentarios solo están habilitados para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí