1. Número 1 · Enero 2015

  2. Número 2 · Enero 2015

  3. Número 3 · Enero 2015

  4. Número 4 · Febrero 2015

  5. Número 5 · Febrero 2015

  6. Número 6 · Febrero 2015

  7. Número 7 · Febrero 2015

  8. Número 8 · Marzo 2015

  9. Número 9 · Marzo 2015

  10. Número 10 · Marzo 2015

  11. Número 11 · Marzo 2015

  12. Número 12 · Abril 2015

  13. Número 13 · Abril 2015

  14. Número 14 · Abril 2015

  15. Número 15 · Abril 2015

  16. Número 16 · Mayo 2015

  17. Número 17 · Mayo 2015

  18. Número 18 · Mayo 2015

  19. Número 19 · Mayo 2015

  20. Número 20 · Junio 2015

  21. Número 21 · Junio 2015

  22. Número 22 · Junio 2015

  23. Número 23 · Junio 2015

  24. Número 24 · Julio 2015

  25. Número 25 · Julio 2015

  26. Número 26 · Julio 2015

  27. Número 27 · Julio 2015

  28. Número 28 · Septiembre 2015

  29. Número 29 · Septiembre 2015

  30. Número 30 · Septiembre 2015

  31. Número 31 · Septiembre 2015

  32. Número 32 · Septiembre 2015

  33. Número 33 · Octubre 2015

  34. Número 34 · Octubre 2015

  35. Número 35 · Octubre 2015

  36. Número 36 · Octubre 2015

  37. Número 37 · Noviembre 2015

  38. Número 38 · Noviembre 2015

  39. Número 39 · Noviembre 2015

  40. Número 40 · Noviembre 2015

  41. Número 41 · Diciembre 2015

  42. Número 42 · Diciembre 2015

  43. Número 43 · Diciembre 2015

  44. Número 44 · Diciembre 2015

  45. Número 45 · Diciembre 2015

  46. Número 46 · Enero 2016

  47. Número 47 · Enero 2016

  48. Número 48 · Enero 2016

  49. Número 49 · Enero 2016

  50. Número 50 · Febrero 2016

  51. Número 51 · Febrero 2016

  52. Número 52 · Febrero 2016

  53. Número 53 · Febrero 2016

  54. Número 54 · Marzo 2016

  55. Número 55 · Marzo 2016

  56. Número 56 · Marzo 2016

  57. Número 57 · Marzo 2016

  58. Número 58 · Marzo 2016

  59. Número 59 · Abril 2016

  60. Número 60 · Abril 2016

  61. Número 61 · Abril 2016

  62. Número 62 · Abril 2016

  63. Número 63 · Mayo 2016

  64. Número 64 · Mayo 2016

  65. Número 65 · Mayo 2016

  66. Número 66 · Mayo 2016

  67. Número 67 · Junio 2016

  68. Número 68 · Junio 2016

  69. Número 69 · Junio 2016

  70. Número 70 · Junio 2016

  71. Número 71 · Junio 2016

  72. Número 72 · Julio 2016

  73. Número 73 · Julio 2016

  74. Número 74 · Julio 2016

  75. Número 75 · Julio 2016

  76. Número 76 · Agosto 2016

  77. Número 77 · Agosto 2016

  78. Número 78 · Agosto 2016

  79. Número 79 · Agosto 2016

  80. Número 80 · Agosto 2016

  81. Número 81 · Septiembre 2016

  82. Número 82 · Septiembre 2016

  83. Número 83 · Septiembre 2016

  84. Número 84 · Septiembre 2016

  85. Número 85 · Octubre 2016

  86. Número 86 · Octubre 2016

  87. Número 87 · Octubre 2016

  88. Número 88 · Octubre 2016

  89. Número 89 · Noviembre 2016

  90. Número 90 · Noviembre 2016

  91. Número 91 · Noviembre 2016

  92. Número 92 · Noviembre 2016

  93. Número 93 · Noviembre 2016

  94. Número 94 · Diciembre 2016

  95. Número 95 · Diciembre 2016

  96. Número 96 · Diciembre 2016

  97. Número 97 · Diciembre 2016

  98. Número 98 · Enero 2017

  99. Número 99 · Enero 2017

  100. Número 100 · Enero 2017

  101. Número 101 · Enero 2017

  102. Número 102 · Febrero 2017

  103. Número 103 · Febrero 2017

  104. Número 104 · Febrero 2017

  105. Número 105 · Febrero 2017

  106. Número 106 · Marzo 2017

  107. Número 107 · Marzo 2017

  108. Número 108 · Marzo 2017

  109. Número 109 · Marzo 2017

  110. Número 110 · Marzo 2017

  111. Número 111 · Abril 2017

  112. Número 112 · Abril 2017

  113. Número 113 · Abril 2017

  114. Número 114 · Abril 2017

  115. Número 115 · Mayo 2017

  116. Número 116 · Mayo 2017

  117. Número 117 · Mayo 2017

  118. Número 118 · Mayo 2017

  119. Número 119 · Mayo 2017

  120. Número 120 · Junio 2017

  121. Número 121 · Junio 2017

  122. Número 122 · Junio 2017

  123. Número 123 · Junio 2017

  124. Número 124 · Julio 2017

  125. Número 125 · Julio 2017

  126. Número 126 · Julio 2017

  127. Número 127 · Julio 2017

  128. Número 128 · Agosto 2017

  129. Número 129 · Agosto 2017

  130. Número 130 · Agosto 2017

  131. Número 131 · Agosto 2017

  132. Número 132 · Agosto 2017

  133. Número 133 · Septiembre 2017

  134. Número 134 · Septiembre 2017

  135. Número 135 · Septiembre 2017

  136. Número 136 · Septiembre 2017

  137. Número 137 · Octubre 2017

  138. Número 138 · Octubre 2017

  139. Número 139 · Octubre 2017

  140. Número 140 · Octubre 2017

  141. Número 141 · Noviembre 2017

  142. Número 142 · Noviembre 2017

  143. Número 143 · Noviembre 2017

  144. Número 144 · Noviembre 2017

  145. Número 145 · Noviembre 2017

  146. Número 146 · Diciembre 2017

  147. Número 147 · Diciembre 2017

  148. Número 148 · Diciembre 2017

  149. Número 149 · Diciembre 2017

  150. Número 150 · Enero 2018

  151. Número 151 · Enero 2018

  152. Número 152 · Enero 2018

  153. Número 153 · Enero 2018

  154. Número 154 · Enero 2018

  155. Número 155 · Febrero 2018

  156. Número 156 · Febrero 2018

  157. Número 157 · Febrero 2018

  158. Número 158 · Febrero 2018

  159. Número 159 · Marzo 2018

  160. Número 160 · Marzo 2018

  161. Número 161 · Marzo 2018

  162. Número 162 · Marzo 2018

  163. Número 163 · Abril 2018

  164. Número 164 · Abril 2018

  165. Número 165 · Abril 2018

  166. Número 166 · Abril 2018

  167. Número 167 · Mayo 2018

  168. Número 168 · Mayo 2018

  169. Número 169 · Mayo 2018

  170. Número 170 · Mayo 2018

  171. Número 171 · Mayo 2018

  172. Número 172 · Junio 2018

  173. Número 173 · Junio 2018

  174. Número 174 · Junio 2018

  175. Número 175 · Junio 2018

  176. Número 176 · Julio 2018

  177. Número 177 · Julio 2018

  178. Número 178 · Julio 2018

  179. Número 179 · Julio 2018

  180. Número 180 · Agosto 2018

  181. Número 181 · Agosto 2018

  182. Número 182 · Agosto 2018

  183. Número 183 · Agosto 2018

  184. Número 184 · Agosto 2018

  185. Número 185 · Septiembre 2018

  186. Número 186 · Septiembre 2018

  187. Número 187 · Septiembre 2018

  188. Número 188 · Septiembre 2018

  189. Número 189 · Octubre 2018

  190. Número 190 · Octubre 2018

  191. Número 191 · Octubre 2018

  192. Número 192 · Octubre 2018

  193. Número 193 · Octubre 2018

  194. Número 194 · Noviembre 2018

  195. Número 195 · Noviembre 2018

  196. Número 196 · Noviembre 2018

  197. Número 197 · Noviembre 2018

  198. Número 198 · Diciembre 2018

  199. Número 199 · Diciembre 2018

  200. Número 200 · Diciembre 2018

  201. Número 201 · Diciembre 2018

  202. Número 202 · Enero 2019

  203. Número 203 · Enero 2019

  204. Número 204 · Enero 2019

  205. Número 205 · Enero 2019

  206. Número 206 · Enero 2019

  207. Número 207 · Febrero 2019

  208. Número 208 · Febrero 2019

  209. Número 209 · Febrero 2019

  210. Número 210 · Febrero 2019

  211. Número 211 · Marzo 2019

  212. Número 212 · Marzo 2019

  213. Número 213 · Marzo 2019

  214. Número 214 · Marzo 2019

  215. Número 215 · Abril 2019

  216. Número 216 · Abril 2019

  217. Número 217 · Abril 2019

  218. Número 218 · Abril 2019

  219. Número 219 · Mayo 2019

  220. Número 220 · Mayo 2019

  221. Número 221 · Mayo 2019

  222. Número 222 · Mayo 2019

  223. Número 223 · Mayo 2019

  224. Número 224 · Junio 2019

  225. Número 225 · Junio 2019

  226. Número 226 · Junio 2019

  227. Número 227 · Junio 2019

  228. Número 228 · Julio 2019

  229. Número 229 · Julio 2019

  230. Número 230 · Julio 2019

  231. Número 231 · Julio 2019

  232. Número 232 · Julio 2019

  233. Número 233 · Agosto 2019

  234. Número 234 · Agosto 2019

  235. Número 235 · Agosto 2019

  236. Número 236 · Agosto 2019

  237. Número 237 · Septiembre 2019

  238. Número 238 · Septiembre 2019

  239. Número 239 · Septiembre 2019

  240. Número 240 · Septiembre 2019

  241. Número 241 · Octubre 2019

  242. Número 242 · Octubre 2019

  243. Número 243 · Octubre 2019

  244. Número 244 · Octubre 2019

  245. Número 245 · Octubre 2019

  246. Número 246 · Noviembre 2019

  247. Número 247 · Noviembre 2019

  248. Número 248 · Noviembre 2019

  249. Número 249 · Noviembre 2019

  250. Número 250 · Diciembre 2019

  251. Número 251 · Diciembre 2019

  252. Número 252 · Diciembre 2019

  253. Número 253 · Diciembre 2019

  254. Número 254 · Enero 2020

  255. Número 255 · Enero 2020

  256. Número 256 · Enero 2020

  257. Número 257 · Febrero 2020

  258. Número 258 · Marzo 2020

  259. Número 259 · Abril 2020

  260. Número 260 · Mayo 2020

  261. Número 261 · Junio 2020

  262. Número 262 · Julio 2020

  263. Número 263 · Agosto 2020

  264. Número 264 · Septiembre 2020

  265. Número 265 · Octubre 2020

  266. Número 266 · Noviembre 2020

  267. Número 267 · Diciembre 2020

  268. Número 268 · Enero 2021

  269. Número 269 · Febrero 2021

  270. Número 270 · Marzo 2021

  271. Número 271 · Abril 2021

  272. Número 272 · Mayo 2021

  273. Número 273 · Junio 2021

  274. Número 274 · Julio 2021

  275. Número 275 · Agosto 2021

  276. Número 276 · Septiembre 2021

  277. Número 277 · Octubre 2021

  278. Número 278 · Noviembre 2021

  279. Número 279 · Diciembre 2021

  280. Número 280 · Enero 2022

  281. Número 281 · Febrero 2022

  282. Número 282 · Marzo 2022

  283. Número 283 · Abril 2022

  284. Número 284 · Mayo 2022

  285. Número 285 · Junio 2022

  286. Número 286 · Julio 2022

  287. Número 287 · Agosto 2022

  288. Número 288 · Septiembre 2022

  289. Número 289 · Octubre 2022

  290. Número 290 · Noviembre 2022

  291. Número 291 · Diciembre 2022

  292. Número 292 · Enero 2023

  293. Número 293 · Febrero 2023

  294. Número 294 · Marzo 2023

  295. Número 295 · Abril 2023

  296. Número 296 · Mayo 2023

  297. Número 297 · Junio 2023

  298. Número 298 · Julio 2023

  299. Número 299 · Agosto 2023

  300. Número 300 · Septiembre 2023

  301. Número 301 · Octubre 2023

  302. Número 302 · Noviembre 2023

  303. Número 303 · Diciembre 2023

  304. Número 304 · Enero 2024

  305. Número 305 · Febrero 2024

  306. Número 306 · Marzo 2024

  307. Número 307 · Abril 2024

  308. Número 308 · Mayo 2024

  309. Número 309 · Junio 2024

  310. Número 310 · Julio 2024

  311. Número 311 · Agosto 2024

  312. Número 312 · Septiembre 2024

  313. Número 313 · Octubre 2024

  314. Número 314 · Noviembre 2024

  315. Número 315 · Diciembre 2024

Tribuna

Los tratados de libre comercio y la alimentación: un maridaje agridulce

Ni el CETA ni el TTIP serían los primeros grandes acuerdos comerciales en firmarse, por lo que podemos recurrir a ejemplos para prever las consecuencias que tendrían sobre el sistema agroalimentario y la cultura alimentaria de Europa y de España

Belén Fernández (Economistas sin Fronteras) 28/12/2016

<p>Mercado en Ciudad de México.</p>

Mercado en Ciudad de México.

Mark Craige

En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí

---------------------------------
En enero CTXT deja el saloncito. Necesitamos ayuda para convertir un local en una redacción. Si nos echas una mano grabamos tu nombre en la primera piedra. Del vídeo se encarga Esperanza.

Donación libre:

---------------------------------

El pasado 30 de octubre se nos llenaron las redes con una –para algunas– alarmante noticia: la Comisión Europea daba luz verde al acuerdo de libre comercio con Canadá (CETA, por sus siglas en inglés). Se había superado el bache de Valonia, y seguíamos avanzando hacia la firma del tratado. Hubo quienes celebraron este gran logro político, y hubo quienes lo lloraron. Con la aprobación del CETA, no sólo se abrían las puertas de la Unión Europea a las empresas canadienses, sino que se dejaba el camino rodado para otro tratado más amplio y más peligroso, el TTIP.

TTIP, CETA y TISA, los tres megaacuerdos comerciales en marcha por el momento, incluyen a la mayoría de las economías más poderosas del mundo. Juntas, consolidarían su poder, ya de por sí muy amplio, para sentar las bases de las relaciones comerciales internacionales. Sus postulados serían la guía, el motor y el ejemplo para otros acuerdos y para cualquier transacción económica mundial. Por esta razón, es necesario revisar muy atentamente, y con un ojo más que crítico, las cláusulas que encierran sus textos e intentar entender las repercusiones que podrían tener a todos los niveles: económico, político, social, ambiental... En este artículo nos centraremos en algo muy cotidiano y muy importante, que se va a ver notablemente afectado si llegara a firmarse aunque sólo sea uno de esos megaacuerdos: la alimentación, y más concretamente, la cultura alimentaria.

Las transformaciones que vendrán de la mano del TTIP y el CETA supondrán mucho más que la irrupción de las hamburguesas y los hot dogs en el menú semanal de las familias

Cuando hablamos de cultura alimentaria nos referimos a todo el proceso que conlleva “alimentarse” en un determinado grupo cultural (un país, una región, una etnia…). Es decir, qué productos son aptos para consumirse, cómo se producen esos alimentos y en qué cantidades, cómo se procesan después, cómo llegan hasta las familias, cómo se cocinan para que sean aceptados… En definitiva, la suma de los alimentos, los conocimientos, el comportamiento, las técnicas y los valores asociados a los alimentos en una determinada sociedad o comunidad. Dentro de esto quedan, por supuesto, la cultura gastronómica y los platos típicos, que son importantes, pero no únicos. La cultura alimentaria española va mucho más allá de la tortilla de patatas y el salmorejo, y las transformaciones que vendrán de la mano del TTIP y el CETA supondrán mucho más que la irrupción de las hamburguesas y los hot dogs en el menú semanal de las familias (si es que no lo están ya).

Por suerte o por desgracia, en este caso no andamos a ciegas. Ni el CETA ni el TTIP serían los primeros grandes acuerdos comerciales en firmarse, por lo que podemos recurrir a ejemplos muy claros para imaginar o prever las consecuencias que tendrían sobre el sistema agroalimentario y la cultura alimentaria de Europa y de España. El ejemplo más ilustrativo lo encontramos en México, donde en 1994 se firmó el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). Más de 20 años de rodaje de este acuerdo nos permiten analizar los resultados de este tipo de pactos.

En el TLCAN, como en cualquier otro acuerdo mercantil de amplio espectro como son el TTIP y el CETA, se establece una serie de normas que minimizan las barreras en materia de comercio e inversiones (aranceles, restricciones, cuotas máximas de capital extranjero…). En consecuencia, los mercados y la producción agroalimentaria de Estados Unidos y de México empiezan a fundirse en uno solo, y se abren las puertas de ambos Estados a la inversión extranjera sin cortapisas. Esto allana el terreno a las grandes empresas para que amplíen todavía más su radio de actuación, engrosando su poder y convirtiéndose en verdaderos gigantes agroalimentarios transnacionales. Veamos cómo ha afectado todo esto a la forma de alimentarse de la población mexicana.

El  TLCAN y la cultura alimentaria mexicana. Un ejemplo a evitar

En primer lugar, se vivió una transformación de las políticas agrarias, que pasaron de centrarse en el abastecimiento de la población nacional a orientarse hacia los cultivos de exportación. En nombre de la ventaja comparativa, ambos Estados se especializan en unos y otros productos, con el objetivo de ampliar el margen de beneficios al reducir costes de producción, al tiempo que se asegura un suministro constante de alimentos a través del comercio con el otro Estado firmante. ¡Un negocio perfecto!

Además, resultó que la agricultura mexicana y la estadounidense eran perfectamente complementarias. Actualmente, la gran mayoría de las frutas y verduras que digieren los estadounidenses proviene de campos mexicanos, mientras que casi todos los granos y oleaginosas consumidos en México llegan desde las producciones estadounidenses. Y estos son sólo algunos ejemplos. La interdependencia de estos dos Estados en cuestión alimentaria es notoria, y no ha hecho más que crecer desde la firma del TLCAN.

Durante los primeros años de la entrada en vigor de TLCAN se produjo un abandono masivo de las tareas de cultivo y trabajo del campo en las regiones rurales mexicanas

Sin embargo, las consecuencias de estas tendencias agrícolas no han sido especialmente beneficiosas para la vida y la dieta de las poblaciones rurales mexicanas. Durante los primeros años de la entrada en vigor de TLCAN se produjo un abandono masivo de las tareas de cultivo y trabajo del campo en las regiones rurales mexicanas, sobre todo las ubicadas al norte del país. La razón fue la llegada de grandes empresas agroexplotadoras (estadounidenses o mexicanas con financiación estadounidense) que compraron o alquilaron los terrenos, por lo que los antiguos campesinos cambiaron su forma de vida, pasando a vivir de las rentas obtenidas de estas empresas. Empezó a proliferar un modo de vida sedentario que, en conjunción con la mayor disponibilidad de alimentos y bebidas procesadas y un deterioro de su poder adquisitivo por lo insuficiente de las rentas percibidas por el alquiler de sus terrenos, produjo un cambio en los hábitos alimentarios del campesinado y un empeoramiento notable de la calidad de sus dietas y de su salud.

Esta mayor disponibilidad de alimentos y bebidas procesadas, por otro lado, también fue consecuencia directa del TLCAN, a través de la liberalización de las inversiones. Entre 1987 y 1999, poco más de 10 años, la inversión extranjera directa (IED) proveniente de Estados Unidos en empresas de alimentación se multiplicó por 25, pasando de 210 millones de dólares a más de 5.000 millones. Para 2004, dos terceras partes de la IED que llegaba a la industria agroalimentaria mexicana, más de seis mil millones de dólares, provenía de su vecino del norte. De esa cuantiosa suma, tres cuartas partes se estaban destinando a empresas dedicadas a la comida procesada y las bebidas azucaradas, cuyas ventas crecieron entre un 5% y un 10% anual desde la entrada en vigor del acuerdo.

A la vista de estos datos, no es de extrañar que México se haya convertido en uno de los diez principales productores de comida procesada del mundo, y que todas las grandes transnacionales alimentarias (PepsiCo, Coca Cola, Nestlé…) hayan expandido sus operaciones allí en las últimas décadas. En 2012, las ventas totales de comida procesada del país ya ascendían a 124.000 millones de dólares, con unos beneficios por encima de los 28.000 millones, un 45.6% más que Brasil, la mayor economía de América Latina. A estas cifras tan alentadoras hay que sumar los bajos costes asociados a la producción en este país (un 14% menos que en EEUU) y las ventajas competitivas que se pueden adquirir al situar la producción allá, gracias a la densa red de tratados comerciales que permite el acceso a grandes mercados como EEUU o la Unión Europea. Es fácil entender, por tanto, que México sea considerado como un verdadero paraíso para las empresas de comida procesada.

Proliferaron las grandes superficies y las cadenas de supermercados, donde se podían poner a la venta muchos y muy variados productos, creando nuevas tendencias de consumo

Y no sólo se trata de la producción, sino que las inversiones se han destinado también a hacer crecer las empresas agroalimentarias de forma vertical. Se ha buscado ampliar sus sectores de actividad para poder hacerse con todo el proceso, desde la producción hasta la venta, pasando por la distribución. Como consecuencia, el tejido comercial mexicano se ha ido transformando a marchas forzadas. En primer lugar, proliferaron las grandes superficies y las cadenas de supermercados, donde se podían poner a la venta muchos y muy variados productos, creando nuevas tendencias de consumo. Pero esto no era suficiente, dado que este modelo de negocio no era viable en las poblaciones más pequeñas o en lo más profundo de las ciudades. Para acceder a ese jugoso nicho de mercado era necesario hacerse con el comercio local. Por un lado, se ha tratado de inundar las pequeñas tiendas con productos de comida procesada y bebidas azucaradas. Por otro lado, se han sustituido las tienditas familiares por cadenas comerciales que mantienen la red de pequeños espacios de venta pero unidos en una extensa y poderosa red. El mejor ejemplo de esto es la cadena Oxxo, perteneciente al grupo Femsa (subsidiaria de Coca Cola), la cual se situó como la segunda compañía de venta minorista del país en 2014, con casi 14.000 tiendas y una media de apertura de tres tiendas al día.

Como consecuencia de este proceso de integración vertical y esta inundación del tejido comercial, la comida procesada y las bebidas azucaradas se encuentran ahora al alcance de todos los habitantes mexicanos, independientemente de su lugar de asentamiento. Y no sólo eso, sino que, con la agresiva estrategia de control del mercado que han puesto en marcha las grandes corporaciones, se han convertido en prácticamente la única opción disponible. Un dato muy ilustrativo de este fenómeno es el hecho de que, hoy en día, hay pueblos en el entorno rural mexicano a los que no llega el agua potable, pero tienen a su disposición una oferta variadísima de bebidas azucaradas a precios relativamente asequibles.

No es de extrañar, por tanto, que esta explosión y expansión de la oferta haya provocado un cambio en los hábitos alimenticios de los mexicanos. Hay que tener en cuenta también el cambio en el modelo de trabajo y de vida que ha traído consigo la globalización, un modelo que deja muy poco tiempo para las tareas que se encuentran fuera del mercado productivo y monetarizado, las tareas de cuidados, como es la alimentación. Por tanto, se va a tender en mayor medida a consumir productos procesados, fácilmente disponibles y muy rápidos de preparar. Una tendencia que ya conocemos bien en Europa.

No ha sido fruto de la casualidad que México se haya convertido en la cuna de la producción y consumo de comida procesada. Detrás de esta transformación se encuentra un esfuerzo consciente de las empresas transnacionales de la alimentación por imponer y expandir el consumo de estos alimentos y bebidas, en detrimento de aquellos que habían sido tradicionalmente producidos y consumidos por la población de acuerdo a sus culturas y necesidades reales. La transformación alimentaria no responde, por tanto, a un cambio en el patrón provocado sencillamente por la ampliación de las opciones disponibles, sino al interés privado de las transnacionales, favorecido a menudo por las acciones gubernamentales a través de acuerdos internacionales, políticas comerciales, etc. El TLCAN fue uno de los primeros ejemplos del poder de las transnacionales sobre las políticas de los Estados. El TTIP y el CETA seguirán profundizando en esa asimetría de poder, como dejan bien claro los sistemas de arbitraje privado que promueven. 

¿Y en Europa, qué?

Cierto es que el caso de Europa no es del todo asimilable al mexicano. La vida del campesinado europeo ya está bastante trastocada, y no se puede decir que no tengamos a nuestra disposición un sinfín de alimentos y bebidas procesadas. De hecho, en Europa ya se ha vivido gran parte de esa transición nutricional que hemos estado esbozando y que ya está bastante avanzada en México. No obstante, en esta lectura de las consecuencias que puede tener un acuerdo de libre comercio para la alimentación encontramos también importantes aprendizajes.

Las transnacionales, con más poder que nunca, impondrán sus modelos de producción basados en la industria de comida y bebida procesadas

A través del TTIP se pretende abrir las compuertas a productos y prácticas como los transgénicos o el pollo clorado, que van a tener consecuencias directas sobre nuestra alimentación y sobre nuestros ecosistemas agrícolas. Y no sólo eso, sino que van a poner en peligro las ya debilitadas culturas e identidades alimentarias de los países europeos. Tal y como ya ha ocurrido en México, las transnacionales, con más poder que nunca, impondrán sus modelos de producción basados en la industria de comida y bebida procesadas. Con esto, se terminarán de romper los lazos con las dietas tradicionales, como la mediterránea.

Además, las consecuencias de esta transculturación alimentaria no se dejarán ver únicamente sobre la salud y la nutrición. Ya se ha hablado de los sistemas de arbitraje privados, que supondrán una importante pérdida de soberanía para los Estados firmantes. Pero estos sistemas de arbitraje no serán el único punto de fuga. La ciudadanía europea perderá por completo el poco control que le queda sobre su alimentación, sobre su soberanía alimentaria, que caerá en manos de esas megaindustrias y de sus intereses.

Además, una revisión de las consecuencias del TLCAN y de la tendencia general de la alimentación mexicana en el mundo globalizado debe servir también como punto de partida para un análisis crítico del estado actual de la cultura alimentaria de las distintas comunidades europeas. ¿Hasta qué punto mantenemos esa soberanía alimentaria que podríamos perder si se firman los acuerdos?, ¿qué trayectoria se ha seguido a este lado del charco, en materia alimentaria? En definitiva, conviene ir más allá del rechazo concreto al TTIP, continuar profundizando hasta encontrar las raíces de este tratado y de este proceso de pérdida cultural que lleva tiempo en marcha. Debemos echar la vista atrás y ampliar la mirada, para poder trabajar hacia la reconstrucción de una soberanía y una cultura alimentaria en deterioro. 

------------------------------------------------

Belén Fernández. Economistas sin Fronteras.

[Economistas sin Fronteras no se identifica necesariamente con la opinión del autor]

---------------------------------
En enero CTXT deja el saloncito. Necesitamos ayuda para convertir un local en una redacción. Si nos echas una mano grabamos tu nombre en la primera piedra. Del vídeo se encarga Esperanza.

Este artículo es exclusivo para las personas suscritas a CTXT. Puedes iniciar sesión aquí o suscribirte aquí

Autor >

Belén Fernández (Economistas sin Fronteras)

Suscríbete a CTXT

Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias

Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí

Artículos relacionados >

Deja un comentario


Los comentarios solo están habilitados para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí