Tribuna
Siria, secuestrada entre el idealismo y la propaganda
La guerra en Siria no es una guerra entre buenos y malos. El fetichismo occidental idealiza los movimientos disidentes, creando de este modo una realidad paralela que flaco favor le hace a la verdad y a quienes ansían la paz
Alberto Rodríguez García 13/01/2017
En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí
---------------------------------
En enero CTXT deja el saloncito. Necesitamos ayuda para convertir un local o una notaría en una redacción. Si nos echas una mano grabamos tu nombre en la primera piedra. Del vídeo se encarga Esperanza.
Donación libre:
---------------------------------
Entre el idealismo y la propaganda, Siria se ha convertido en la tumba de la verdad. El discurso fácil resulta atractivo y es reconfortante, pero el mundo es un lugar complejo en el que este tipo de análisis no hacen si no distorsionar la realidad y condenarnos a repetir los mismos errores. La realidad es más que tiranos, como los de las animaciones infantiles sin un ápice de bondad, o barbudos, que quieren implantar la sharía, apareciendo de hasta debajo de las piedras. Como explica Pablo Sapag, profesor e investigador de la UCM y del Centro de Estudios Árabes de la Universidad de Chile, es imposible explicar lo que sucede en Siria solo en base a la primavera árabe, porque no se puede comparar con Egipto, Túnez o Libia. Para entender el desarrollo y la situación actual de la guerra, primero hay que conocer algunos de los factores internos y externos que propiciaron el comienzo de la crisis.
Entre los factores internos podemos destacar dos cuestiones que han sido vitales en la crisis: las medidas liberalizadoras llevadas a cabo por Bashar al-Assad y el conflicto entre el panarabismo del Baaz y el panislamismo de los Hermanos Musulmanes.
En la década de los 2000, tras la caída de la Unión Soviética, Assad decidió acercarse a las economías occidentales de libre mercado aunque manteniendo medidas esencialmente socialistas impulsadas por el Baaz como la sanidad gratuita universal o la nacionalización del petróleo. El FMI aceptó conceder créditos al país, pero a cambio, el gobierno debía implementar diferentes paquetes de reformas liberales, algo que si bien supuso un beneficio para la burguesía comercial de Alepo y Damasco, fue un duro golpe para las regiones agrícolas del sur azotadas por la sequía, situación que se agravó con la eliminación de algunos de los subsidios. Según el analista político sirio, establecido en Montreal, Camille Otrakji, la mayor parte de los empobrecidos se mantuvieron, sin embargo, fieles al gobierno debido a que muchas medidas socialistas como el subsidio de los alimentos básicos --la Constitución garantiza implícitamente el derecho a una alimentación adecuada mediante el reconocimiento de otros derechos-- se mantuvieron, pero hubo quienes aun así se sentían frustrados, traicionados y desprotegidos. Dentro del partido también hubo algunos disidentes que consideraban que se estaba pervirtiendo la línea socialista propia del Baaz.
Existen dos proyectos políticos enfrentados desde hace años. El Gobierno representa la economía social, el panarabismo y el aconfesonalismo. Los Hermanos Musulmanes sirios, el panislamismo, el libre mercado y a los terratenientes
Otro factor importante es la polarización existente en la sociedad debido a la existencia de dos proyectos políticos enfrentados desde hace años. Por un lado, el gobierno representa la economía social, el panarabismo y el aconfesonalismo vigente durante los últimos cincuenta años. Por otro lado, los Hermanos Musulmanes sirios representan el panislamismo, el libre mercado y a los terratenientes. El fundamentalismo suní de los Hermanos Musulmanes, considerados la fuerza opositora más legitimada entre los disidentes, es una cuestión espinosa dentro del país. Esto explica también que una parte de la población descontenta con las políticas liberalizadoras impulsadas por Assad decidiese no tomar partido en ese momento. Temían un enfrentamiento armado como el de 1982, cuando las tropas del gobierno de Hafez al-Assad, padre del actual presidente, arrasaron la ciudad de Hama para aplastar la rebelión de los Hermanos Musulmanes, que había sido precedida por varios atentados como la masacre de más de 60 cadetes de artillería en Alepo en junio de 1979, la explosión de un coche bomba en el barrio de Azbakiyeh, en Damasco, que causó la muerte a más de cien personas en noviembre de 1981 o los asesinatos de funcionarios gubernamentales y asesores soviéticos. El modelo de Estado de la hermandad era una teocracia suní económicamente liberal. De acuerdo a lo publicado por la prensa de la época, murieron unas 40.000 personas. El fracaso de la insurrección supuso un drama para los suníes más conservadores.
La represión por parte del gobierno de las protestas de finales de 2011 abrió las viejas heridas de Hama. Los activistas que dieron a conocer la ‘primavera siria’ a través de las redes supieron aprovechar esto, y lo potenciaron al máximo para difundir sus posiciones. Estos activistas, generalmente blogueros pertenecientes a una élite intelectual de clase acomodada como Rami Abdulrahman, han sido una pieza clave dentro de la insurgencia, pues tienen un especial rechazo al gobierno al haber sido reprimidos por su activismo en defensa de los islamistas detenidos tras la insurrección de Hama, y saben cómo llegar al gran público a través de internet.
Aunque en menor medida, el relato creado entorno a los rebeldes que los presenta como ‘Freedom Fighters’ hace aún hoy en día que jóvenes con buenas intenciones se acerquen a posiciones radicales embaucados por el halo romántico que los rodea.
En el norte de Siria no hubo revueltas en 2011 por las particularidades propias de los kurdos. El conflicto kurdo no se centra en el rechazo a Assad si no en la búsqueda de su propio Estado independiente, por lo que antes de la guerra decidieron no movilizarse para no dañar al gobierno, en señal de agradecimiento porque éste acogiese a miles de kurdos que huían de Turquía en los sesenta y les concediese la nacionalidad siria para protegerlos. La Siria de Hafez, además, tejió lazos amistosos con el PKK, el brazo armado de la insurgencia kurda en Turquía.
Además de los factores internos, los externos, en los que cada país tiene sus propios intereses y el mundo se convierte en un tablero de ajedrez en el que mover ficha sin dejar lugar a la moral, han sido las causas determinantes para que la crisis de 2011 degenerase en cuestión de meses en un conflicto armado que ya va por su quinto año.
Por su cercanía, comencemos hablando de Israel. Desde su independencia, Siria es el país árabe que más resistencia ha mostrado frente a Israel. Damasco integra el Eje de Resistencia [frente a Israel], junto a Hezbollah e Irán, una alianza para combatir al Estado sionista en caso de que vuelva a haber un conflicto armado. Además, Siria ha sido el principal aliado de Fatah y la resistencia palestina, razón por la cual en la actual guerra no es sorprendente ver a refugiados palestinos combatiendo del lado del gobierno en la Brigada Jerusalén.
Estados Unidos y las monarquías del Golfo quieren aislar a Irán y asegurar su hegemonía en Oriente Medio instaurando un gobierno islamista suní en Siria que les sea favorable
Hasta los años sesenta Siria era un país débil y sin una estructura de gobierno, por lo que Israel jugaba un papel hegemónico en la zona. Sin embargo, tras la guerra de octubre de 1973 o guerra de Yom Kipur, la situación cambia, y de la hegemonía israelí se pasa a un tenso equilibrio de poder. La situación se agrava para Israel cuando en 1979 hay una revolución islámica en Irán y el nuevo gobierno de los ayatolás se posiciona a favor de Líbano, Egipto, Siria y Palestina. En esta situación de acorralamiento, la inestabilidad de Siria le interesó mucho a Israel. Según el experto y activista de la asociación Unadikum Daniel Lobato, el objetivo israelí no es tanto derrocar a Assad, sino forzar una constante situación de tablas que debilite al país. Lobato considera, además, que no es casual que la mayor parte del territorio controlado por los rebeldes fuera de la provincia Idlib, situada en el noroeste, se concentre a lo largo de las fronteras con Israel, Jordania y Turquía.
Por otro lado, la OTAN, Estados Unidos y las monarquías del Golfo quieren aislar a Irán y asegurar su hegemonía en Oriente Medio instaurando un gobierno islamista suní en Siria que les sea favorable. Para cumplir con su agenda, apoyaron a los Hermanos Musulmanes desde el inicio de la crisis, y actualmente financian, entrenan y proveen de armamento a los rebeldes moderados que combaten junto con Jabhat al-Nusra y Ahrar al-Sham. Aun así, el verdadero interés de estos países es la construcción de un gaseoducto que conecte Qatar con Europa a través de Siria para terminar así con la hegemonía de Gazprom. Gazprom, es la empresa estatal con la que Rusia comercializa su gas natural, y que actualmente permite que media Europa tenga calefacción en invierno, por lo que es un arma de Rusia para las negociaciones. Si los términos no le interesan, puede dejar sin gas a Polonia, Rumanía, Alemania... Turquía aprovecha la situación para lograr las aspiraciones neo-otomanas de Erdogan, que busca expandirse a través de Siria e Irak y aislar a los kurdos para exterminarlos si surge la necesidad como ya pasó con los armenios.
Rusia e Irán también tienen intereses en Siria, pero su necesidad principal es mantener el actual gobierno secular y aliado. Rusia busca proteger su salida al mediterráneo a través de las bases navales de Tartús y Latakia, mientras que Irán se está enfrentando a Arabia Saudí según el profesor e investigador Paul Antonopoulos. El país persa sabe que si Assad es derrotado, quedaría aislado en el territorio, debilitado y a merced de los saud. Aun así, de todos los actores externos que intervienen en la guerra, Rusia, Irán y Hezbollah son los únicos que ha entrado de manera oficial tras una petición del parlamento y respetando el Derecho Internacional.
La guerra en Siria no es una guerra entre buenos y malos, y nada sucede por casualidad. El gran error que cometen aquellos que idealizan la primavera árabe es asumir que el 'pueblo sirio' es solo uno, el que salió a pedir el derrocamiento del régimen, al tiempo que olvidan la otra parte de la población que se mantuvo fiel al gobierno, como si ésta no fuese parte de ese pueblo. El fetichismo occidental por cualquier movimiento disidente hace que los más idealistas proyecten en ellos sus deseos y nieguen cualquier análisis realista, creando de este modo una realidad paralela que flaco favor le hace a la verdad y a quienes ansían recuperar la paz.
Alberto Rodríguez García es periodista independiente, activista y amante de la fotografía. Escribe sobre Siria.
---------------------------------
En enero CTXT deja el saloncito. Necesitamos ayuda para convertir un local o una notaría en una redacción. Si nos echas una mano grabamos tu nombre en la primera piedra. Del vídeo se encarga Esperanza.
Este artículo es exclusivo para las personas suscritas a CTXT. Puedes iniciar sesión aquí o suscribirte aquí
Autor >
Alberto Rodríguez García
Suscríbete a CTXT
Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias
Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí