Libros
Utopías y distopías a la vuelta de la esquina
Peter Frase analiza dos tendencias fundamentales ya en curso (robotización y cambio climático) y plantea cómo vamos a organizar las sociedades del futuro: de forma jerárquica o igualitaria, y en un escenario de abundancia o escasez
Alberto J. Ribes 1/02/2017
Ilustración del libro 'Four Futures' de Peter Frase
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Four Futures. Life after capitalism
Peter Frase
Verso. Londres, 2016
Ciencia ficción y ciencias naturales tienen una larga trayectoria de encuentros y desencuentros. Hay una forma de leer libros o visionar películas de ciencia ficción que se esfuerza por tratar de delimitar la cercanía de la propuesta al nivel actual del conocimiento científico (científico natural, en este caso). No es infrecuente que, tras el estreno o la publicación de uno de estos productos culturales, aparezca alguna reseña que señale precisamente lo que hay de cierto o lo que hay de posible en tal texto o en aquella película. No obstante, la vinculación entre las ciencias sociales y la ciencia ficción ha tendido a pasar más desapercibida, pese a ser, sin embargo, tan esencial en los planteamientos como pueden serlo la física o la biología.
Resulta evidente, a primera vista, que las formas de organización política, la textura social o la economía política son aspectos cruciales para cualquier sociedad humana de igual modo que lo es el desarrollo científico y tecnológico. Sabemos bien que algunos autores han intentado hacer sociología utilizando la ciencia ficción, como, por ejemplo, H. G. Wells. Y sabemos también que los diálogos entre el pensamiento social y la literatura han sido muy fructíferos y abundantes en los últimos doscientos años. Ambas cuestiones están bien analizadas en el clásico libro de Wolf Lepenies La tercera cultura: la sociología entre la literatura y la ciencia, en los ensayos de José María González García o en el ensayo de José Enrique Rodríguez Ibáñez Voces cruzadas (1). Lo que nos presenta ahora Peter Frase – sociólogo y editor de la revista Jacobin– es un texto ambicioso que plantea una nueva fusión entre ciencia social y ciencia ficción, que resulta especialmente refrescante para la sociología (y para las ciencias sociales, en general) y claramente relevante para el debate público sobre las sociedades que queremos o que tendremos que habitar. Si necesitamos algo en las ciencias sociales actuales – una vez vistos los resultados de la cuantofrenia y el cientificismo tecnocrático domesticado– es regresar a la imaginación y a la ambición. Frase utiliza textos y películas de ciencia ficción para plantear sus argumentos, y los combina con informes, datos y textos académicos provenientes de las ciencias sociales. Con esas herramientas plantea nuestro autor cuatro escenarios futuros que podrían estar tomando forma o que podrían ponerse en marcha en un futuro próximo.
El libro parte de la asunción de dos tendencias actuales en curso: la robotización --que amenaza o promete desvincular a los seres humanos del trabajo remunerado-- y la crisis climática --que anuncia un mundo profundamente transformado como consecuencia del desarrollo industrial y tecnológico--. A partir de ahí, Frase plantea cuatro escenarios futuros posibles que nacen como consecuencia de la intersección de dos continuos fundamentales: jerarquía-igualitarismo y escasez-abundancia. Esto genera cuatro espacios, los cuatro futuros que anuncia el título y que están tan bellamente ilustrados en la portada, que no suponen un ejercicio vano de futurología, sino más bien cuatro posibilidades típico-ideales que parecen plausibles siempre y cuando la robotización y el cambio climático sean los dos vectores fundamentales que estructuren (o desestructuren) nuestras sociedades futuras. Igualitarismo y abundancia generaría el primer espacio: el comunismo. Los principales problemas de este modo de organización social tendrían que ver con la desvinculación del trabajo y la autoestima, por un lado, y con el surgimiento de diversas formas de jerarquía que no estarían ya organizadas ni sometidas fundamentalmente al capital ni al trabajo productivo. La renta básica, que aparece como argumento de fondo a lo largo de todo el libro, junto con la abundancia facilitada por la tecnología harían posible aproximarnos al ideal clásico de Marx de la emancipación humana en el reino de la libertad y de la abundancia. El segundo escenario es el que aparecería si se cruzara jerarquía y abundancia y lleva por nombre rentismo.
En un contexto de escasez sería necesario desarrollar mecanismos que impidieran el abuso de algunos sobre los recursos de todos
El rentismo operaría también bajo la lógica de la abundancia, pero en este caso las élites conservarían el poder jerárquico; fundamentalmente sobre la propiedad intelectual. Las semillas de Monsanto son un ejemplo muy claro. Cada vez que quisiéramos hacer uso de algún producto estaríamos obligados a pagar a esa élite los derechos correspondientes de sus patentes. El resultado sería una sociedad de escasos “creativos” que estarían obsesionados por mantener la inviolabilidad de sus patentes, lo que generaría abundantes espacios para el trabajo asalariado (abogados, publicistas y, sobre todo, guardianes de todo tipo). Sin renta básica, y ante la escasez del trabajo asalariado, el sistema tendría enormes dificultades para mantener el consumo. El tercer escenario nace del cruce entre igualitarismo y escasez; Frase lo denomina socialista. El socialismo nacería bajo la comprensión de la necesidad de afrontar las catástrofes medioambientales y organizar los recursos para hacer frente de manera coordinada al cambio climático. Buena parte de los esfuerzos estarían destinados a esa supervivencia de todos, bien redistribuyendo bien, de una manera más ambiciosa, transformando por entero la fisionomía del planeta. En cualquier caso, en un contexto de escasez sería necesario desarrollar mecanismos que impidieran el abuso de algunos sobre los recursos de todos; Frase piensa en la combinación de la renta básica y algunos mecanismos de mercado.
Por último, el cruce entre jerarquía y escasez generaría el escenario apocalíptico que Frase denomina exterminismo. El exterminismo supone una suerte de comunismo para ricos junto con el abandono de las grandes mayorías. La gran cantidad de gente innecesaria, la ruptura de la clásica unión entre capital y trabajadores, haría que los más fueran superfluos – no se necesitará ya ni su explotación – y los menos se irían aislando en fortificaciones cada vez más inexpugnables. Esta desigualdad extrema, junto con la militarización de las fuerzas de seguridad y el temor a las revueltas, podría incitar, eventualmente, a una solución final en la que se optara por exterminar a aquellos que no cumplen ya ninguna función. La personas que sobran, los “residuos humanos”, por decirlo con Bauman, los “expulsados”, si lo decimos con Saskia Sassen, se convertirían tanto en una amenaza para la élite como en algo que ya no precisa ser explotado (pues los robots hacen el trabajo) en un escenario de escasez no distribuida igualitariamente (2).
Obviamente los escenarios que dibuja Frase son extremos. Recogen, sin embargo, tendencias presentes bien marcadas que todos podemos reconocer ya en nuestros días. El acierto del libro, me parece, reside en el esfuerzo de advertir dos tendencias fundamentales ya en curso (robotización y cambio climático) y combinar ese nuevo escenario futuro a partir de los dos ejes claves que marcarán cómo vamos a organizar las sociedades del futuro: de forma jerárquica o igualitaria, y en un escenario de abundancia o escasez. El enfoque no determinista de Frase (las cuatro alternativas son posibles) nos devuelve la capacidad de acción para modificar el futuro y tratar de evitar los escenarios indeseables (rentismo y exterminismo) e impulsar una alternativa ambiciosa, no carente de sus propios problemas potenciales, en la tradición emancipadora (comunismo y/o socialismo).
El enfoque no determinista de Frase nos devuelve la capacidad de acción para modificar el futuro
La principal objeción que se puede hacer al libro de Frase tiene que ver con el esquematismo de la exposición, que viene, además, reforzado por su decisión de elegir solamente una línea central de problemas en cada uno de los escenarios. Otro problema fundamental es su asunción de una lógica global uniforme y la supresión de los escenarios nacionales y culturales diversos que no necesariamente tienen que caminar al mismo ritmo ni asumir la misma forma de organización social, económica y política. Los diversos entramados imaginables en el continuo globalización-nacionalismo-regionalismo-comunidades podrían, en este sentido, generar escenarios alternativos interesantes.
El texto pide una traducción al castellano y desde aquí animo a alguna editorial a llevarla a cabo. El debate de mirada larga no es precisamente algo de lo que estemos sobrados en nuestro espacio público, y las formas en las que organizamos y administramos nuestra abundancia o nuestra escasez presentes o futuras van a ser, creo, fundamentales para delinear la estructura de las sociedades que vienen. Igualitarismo o jerarquización no son simples estrategias momentáneas para conseguir determinados objetivos; son dos motores de organización y distribución de los recursos que generan potencialmente diversos tipos de escenarios futuros. Cambio climático y robotización son dos consecuencias poderosas de la modernidad que podrían, desde luego, alterar nuestros espacios políticos, económicos y sociales en los próximos años. Las utopías y las distopías que están a la vuelta de la esquina nos exigen posicionarnos e impulsar aquellos escenarios que puedan ser más deseables para la mayor parte de la gente posible. La pelota está, como siempre, en nuestro tejado.
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1. W. Lepenies (1995) Las tres culturas: la sociología entre la literatura y la ciencia. México: FCE. J. E. Rodríguez Ibáñez (2009) Voces cruzadas: pensamiento social y literatura en la configuración de la conciencia de época del siglo XX. Madrid: Biblioteca Nueva.
2. Z. Bauman (2005) Vidas desperdiciadas: la modernidad y sus parias. Barcelona: Paidós. S. Sassen (2015) Expulsados: brutalidad y complejidad en la economía global. Madrid: Katz.
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