Libros
Reíd, malditas
'Las Humoristas', el libro cuya editora, Isabel Franc, ha subtitulado 'Ensayo poco serio sobre mujeres y humor', presenta a una serie de mujeres que se han servido del humor en diferentes disciplinas artísticas
Noelia Adánez 22/02/2017
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Ensayo poco serio sobre mujeres y humor
Isabel Franc, ed.
Icaria, 2017
Un calambre que nace en el estómago y lo encoge y lo expande, para recorrer desde ese centro el resto de nuestro cuerpo. Un reguero enloquecido de energía circula por las extremidades, nos convulsiona. Se esquematiza nuestro rostro con una mueca. La boca se extiende, se ensancha, se abre, los dientes asoman. La carcajada rompe y en torno a ella se crea un espacio de energía, a veces descontrolada. Es el efecto del humor y de lo cómico en nuestros cuerpos. El humor es energético y está casi siempre ligado a un acto de comunicación, sin perjuicio de que por supuesto podamos reírnos solas (en esa soledad en la que presuponemos la presencia de alguien más con quien dialogamos en un torpe silencio; a veces se nos oye …).
Cuando pensamos en el humor como forma de comunicación, lo hacemos en clave de comedia o sátira. Hacemos humor con recursos como el absurdo, la ironía o el sarcasmo. El humor viene de serie dotado de una función social. Mejor dicho, de varias. Puesto que comunicamos a través del humor, algo estamos transmitiendo con él. Además de ser energético (terapéutico), el humor construye comunidad, transgrede y funciona como un dispositivo de crítica social; comporta pequeños y, en ocasiones, enormes actos de resistencia. El humor es una zona de protesta, es un espacio de identidad individual y colectiva; es la leche.
Con relación al humor y las mujeres, que es de lo que va la cosa, la ilustradora Marika (responsable de la portada del libro) nos dice: “En el caso del cómic y en el resto de lenguajes basados en la imagen, el uso y abuso histórico del cuerpo femenino como campo de batalla de la masculinidad, ha provocado que las autoras utilicen el humor (el sarcasmo y la ironía) como transgresión que conduce a la crítica y como un elemento de resistencia, una herramienta de supervivencia en un medio hostil para hacer visibles las dificultades sin sucumbir al victimismo”. El victimismo: ese ogro que nos absorbe la energía frente al humor, que nos inyecta el suero de la vida. De entrada, parece evidente de qué lado debemos dejarnos caer caso de tropezar, que tropezaremos …
El humor tiene sus propios códigos culturales. Ya sabemos que no opera del mismo modo en tiempos y geografías diferentes. Nos reímos regular tirando a poco con las comedias de Aristófanes y nos produce un asombro metafísico el sentido del humor de una japonesa o una parsi de Bombay.
El humor tiene sus propios códigos culturales. Ya sabemos que no opera del mismo modo en tiempos y geografías diferentes
El humor tiene además su propia historia, y por supuesto, la historia se puede contar a través del fenómeno humorístico. La relación entre las mujeres y el humor puede narrarse igualmente en esa doble dirección: la historia de las mujeres y su humor; la historia del humor desde una perspectiva de género … Si lo pienso me salen más combinaciones, detrás de cada una de las cuales hay epistemologías que igual no corresponde traer a colación. (Quizá he escrito esto porque cada vez que escribo o digo la palabra epistemología esbozo una sonrisa: una cosa lleva a otra …).
Digamos, por simplificar (nuevo esbozo de sonrisa) que, si nos fijamos en la historia más reciente, la de hace apenas unos años y un puñado de meses, algo está sucediendo porque un buen número de mujeres están sirviéndose del humor para hablar lenguajes feministas, para cuestionar el orden de género o denunciar algunas de sus dramáticas consecuencias para las mujeres. Roxane Gay, Caitlin Moran, Bridget Christie, Rebecca Solnit emplean la autobiografía y la ironía para hacer humor y a través del humor pedagogía feminista. Y funciona. Sus libros se venden bien. Se replican sus formatos en otros lugares fuera del contexto anglosajón. Hay un mercado. La combinación “mujeres/ humor” interesa, que diría un editor con ambición comercial o un político … con ambición comercial.
Las mujeres están sirviéndose del humor para hablar lenguajes feministas, para cuestionar el orden de género o denunciar algunas de sus dramáticas consecuencias para las mujeres
Las Humoristas, el libro cuya editora, Isabel Franc, ha subtitulado Ensayo poco serio sobre mujeres y humor, nos coloca ante una serie de mujeres que se han servido del humor en diferentes disciplinas artísticas. Cómic, pintura, bertsolarismo, teatro, poesía, clown. En la primera parte de este volumen la propia Isabel Franc recorre algunas definiciones del humor para subrayar la evolución del concepto desde su acepción primigenia, como estado emocional o temperamento (teoría de los humores) hasta un modo de presentar (¿comunicar? ¿configurar?) la realidad resaltando en ella lo cómico, lo que mueve a la sonrisa o a la risa. Acerca de la diferencia entre lo cómico y lo humorístico, Isabel Franc afirma: “Para mí, lo cómico está destinado a hacer reír, ya sea de forma espontánea, intencionada o no, lúdica, ingeniosa o absurda. Lo humorístico, en cambio, es una forma de ver, entender, interpretar y transmitir la realidad y, en ocasiones, no hace tanta gracia”.
Ciertamente, a veces lo humorístico nos provoca seriedad. Hay un paso de la sonrisa a la severidad, a la circunspección, que se da en un nivel muy profundo y en un espacio muy corto de tiempo. Siempre se ha asociado el conocimiento, su producción y su recepción, a la seriedad. El humor es lúdico, compensa el esfuerzo, el trabajo, el sacrificio. Ya se sabe: la vida es un pensar .. perdón, penar. Se ha ponderado, tradicionalmente, lo dramático e incluso lo trágico por encima de lo humorístico y lo cómico, que no dejan ser prácticas lúdicas subalternas de otras … Y puesto que las mujeres son, en virtud del régimen de género, subalternas, ¿pueden “encarnar” el humor de un modo distinto, quizá hasta más genuino que los hombres? Isabel Franc comenta: “En cuanto que mujeres y hombres tienen referentes distintos, su humor puede ser diferente, sobre todo en los temas que se tratan y en su planteamiento. Cuando se considera que las mujeres no tenemos humor, en realidad es: uno, porque no tenemos personajes de referencia, de ahí que el libro se empeñe en dar nombres, rescatar a las silenciadas, demostrar que sí han existido; la segunda razón es que en muchas ocasiones el chiste que nos han contado no nos hace gracia, no es que no lo hayamos entendido, es que ese humor no nos gusta, no hace falta que nos lo expliquen, no va con nosotras y punto”. Y Teresa Urroz, autora del capítulo titulado ‘Se abre el telón: mujeres que saben hacer reír’, dice: “Las mujeres --en su condición de subalternas-- pueden ofrecer una perspectiva ciertamente diferente, pues la percepción de toda realidad cambia dependiendo del lugar desde donde se mira. Me parece interesante sobre todo la emergencia de la mirada femenina que aprecia lo oculto, lo pequeño, lo cotidiano, por ser ese su universo más profundamente transitado. También puede aportar la mujer su mirada fresca de una posición no pervertida por el poder y añadir a su discurso elementos profundamente transgresores como el cambio de valores patriarcales, productivistas y de consumo, por una concepción holística, sostenible y de fusión entre lo personal y lo social. Está en manos de las mujeres y de su ingenio el crear un humor de transformación”.
¿Cuál puede ser el alcance de un humor feminista? ¿Se trata de contraponer un régimen de hegemonía masculina o de poner en solfa la propia diferencia de género por su carácter cultural, y hasta cierto punto arbitrario? ¿Quizá ambas cosas?
Isabel Franc asegura: “Gracias a las redes sociales, las jóvenes humoristas están llegando a un público de difícil acceso, hablan con su propio lenguaje y resultan cercanas, es el caso de la Psico Woman por poner un ejemplo. En ese sentido, el alcance es cada vez mayor. La intención, desde mi punto de vista, es amplia: desmontar estereotipos, romper con los tópicos, destruir los modelos patriarcales y acabar con los tan arraigados preceptos del género”. Mientras que Josune Muñoz, autora del capítulo titulado ‘El humor de las mujeres en el mundo del cómic’, nos advierte: “El alcance puede ser rupturista y liberador dado que ataca los tabúes y las zonas más oscuras y dañinas del patriarcado como los abusos sexuales (violaciones, incestos…) desde el punto de vista de las mujeres y devuelve una imagen más real (y pequeña) a esos gigantescos egos masculinos. Como en muchas ocasiones lo que hace es darle la vuelta, es decir parodiar lo que hemos asumido como “normal o natural” enseña claramente lo que tiene de arbitrario”.
Gracias a las redes sociales, las jóvenes humoristas están llegando a un público de difícil acceso, hablan con su propio lenguaje y resultan cercanas
Leyendo Las humoristas aprenderemos, gracias a Nadia Pizzuti, que al tiempo que el movimiento sufragista alcanzaba sus más altas cotas de beligerancia, había mujeres partiéndose de risa a golpe de tartazo, o de la inclinación de una de las primeras cómicas de cine --Alice Guy-- por hacer humor con el sacrosanto hecho de la maternidad utilizando como metáfora visual un huerto de repollos. Josune Muñoz muestra una panorámica sobre la presencia de mujeres en el mundo del cómic que va mucho más allá de las referencias más conocidas. Su capítulo es una sabrosa invitación a leer y mirar; como lo es el de Elina Norandi con relación a las pintoras de las vanguardias de la primera mitad del siglo XIX: Olga Sacharoff, Frida Kahlo y Remedios Varo. Uxue Alberdi nos cuenta cómo es la situación y el quehacer de las mujeres en el bertsolarismo, un espacio tradicionalmente masculino para la improvisación humorística con códigos muy sólidos que la presencia de mujeres comienzan a cuestionar. Teresa Urroz nos habla de mujeres haciendo humor en escena, más allá de la figura clásica de la “tonta”. María Castrejón describe la presencia del humor en la obra de algunas poetas como transgresiones de los contextos socioculturales. Delicioso el capítulo de la payasa Virginia Imaz quien, en clave autobiográfica, habla de la alianza de mujeres y humor con reposada sabiduría.
Humor, sabiduría, feminismo forman una tríada poderosa. Y si no que se lo digan a Gloria Fuertes, cuyos poemas resuenan con más fuerza que nunca en el centenario de su nacimiento:
Difícil, por ahora, ser demente,
porque yo no escribo de mente
escribo de corazón,
de ojos,
de manos,
de un ser,
-o de varios-.
Escribo de ovarios
(inclusive).
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Las humoristas se presentará en Madrid, en la librería Venir a Cuento el 28 de febrero
Noelia Adánez codirige la Editorial de mujeres Recalcitrantes. Ha escrito el monólogo Emilia, en el Teatro del Barrio, donde prepara un nuevo monólogo sobre Gloria Fuertes.
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Autor >
Noelia Adánez
Del colectivo Contratiempo. Historia y memoria. Universidad del Barrio.
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