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Seguir dando la batalla o reconocer su derrota. Ante estos dos posibles escenarios, el candidato presidencial socialista Benoît Hamon eligió el primero para su mitin de cierre de campaña este miércoles 19 de abril en la parisina Place de la République. A cuatro días de la primera vuelta de las presidenciales francesas, el acto del que fuera viceministro de Finanzas entre 2012 y 2014, en el gobierno de Jean-Marc Ayrault, y ministro de Educación solo durante cinco meses en el ejecutivo de Manuel Valls tenía aires de resistencia. Resistencia a los “falsos socialistas”, al “voto útil” y a la política espectáculo, una clara alusión a su excompañero de gabinete Emmanuel Macron.

Aires de resistencias frente a su caída libre en las encuestas electorales, en las que se ha ido hundiendo desde una intención de voto del 14,5%% tras su inesperada victoria en las primarias socialistas a finales de enero hasta el 8% que le otorgan los últimos sondeos.

Desde los tiempos de François Mitterrand, el último presidente (1981-1995) del que los socialistas se sienten orgullosos, el PS no cerraba su campaña electoral en París

Aires de resistencia ante la traición de algunos de sus compañeros que han optado por apoyar al candidato de En Marche! El más conocido de ellos, el ex primer ministro Valls. El gran derrotado de las primarias anunció que votará a Macron, pese a que a una de las reglas de los comicios internos socialistas era aceptar los resultados y respaldar al vencedor.

Para Edouard Martin, eurodiputado y antiguo líder sindical, la apuesta de Valls y de otros líderes del PS por Macron es una de las causas que explican la debacle de Hamon. “Cuando socialistas que han tenido altas responsabilidades como Valls o Le Drian decide apoyar a Macron, lo hacen para perjudicar. Y, si nos creemos los sondeos, han conseguido lo que buscaban. Han propagado un mensaje confuso para los votantes y militantes. Muchos están desubicados, no saben de qué pecho mamar, algunos incluso no supieron si hacer campaña o para quién. Nos ha perjudicado”, afirma tajante. Sin embargo, lo que más preocupa a este  cuadro socialista, es la reconstrucción del PS francés tras los comicios presidenciales. Martin ya piensa en las legislativas de junio y en cómo el PS puede volver a ser un “verdadero partido socialista”, señala.

Desde los tiempos de François Mitterrand, el último presidente (1981-1995) del que los socialistas se sienten orgullosos, el PS no cerraba su campaña electoral en París. La tradición marcaba que el final de campaña fuese en la sureña Tolouse. Con una alta carga simbólica,  Hamon eligió, sin embargo, la Place de la République, el lugar donde hace dos años los parisinos se reunieron tras el ataque terrorista a Charlie Hebdo, el lugar de encuentro de todas las iras o esperanzas en las manifestaciones, como la que dio lugar al movimiento Nuit Debout el 31 de marzo de 2016, el lugar también de las noches de fiesta.

La apuesta era grande. Con apenas una semana de antelación, Hamon convocaba al pueblo francés a un encuentro que anunciaban “festivo”, con conciertos y debates entre los intelectuales que le han apoyado. Esperaba que asistieran 30.000 personas. Al final, según reconoció el propio candidatos, fueron 20.000.

Doris conoce muy bien la plaza. Se encargó durante cinco meses de la biblioteca de Nuit Debout. “Sé que muchos de mis compañeros del movimiento no votarán, pero yo sí lo haré porque creo que Hamon tiene buenas bases. No me convence del todo, pero cuando veo la mediocridad ambiente y los ataques que ha sufrido, me parece bien apoyarle”, cuenta esta bibliotecaria parisina de 60 años. A pesar de estar convencida de que el candidato socialista no pasará a la segunda vuelta, Doris está convencida de que obtendrá más votos de los que pronostican los sondeos.

“No quiero que me seáis fiel o que lo seáis al partido que tanto os ha decepcionado estos últimos años”, reclamó  Hamon, “quiero que os mostréis fieles a vosotros mismos y a vuestras ideas”

Frente a un público que, como Doris, parece tener asumida su derrota en la primera vuelta, Hamon se mostró más ofensivo que en otras ocasiones. Cargó duramente contra la extrema derecha, “estas personas oscuras que apagarán el país de las luces”; comparó a Macron con “un producto de marketing”, y denunció a Mélenchon, “que quiere cerrar la puerta a la UE y unirse a la alianza bolivariana”. El socialista no se olvidó tampoco de su propio partido: “No quiero que me seáis fiel o que lo seáis al partido que tanto os ha decepcionado estos últimos años”, reclamó interrumpido por vivos aplausos, “quiero que os mostréis fieles a vosotros mismos y a vuestras ideas”.

Para Jean-François, un jubilado de 70 años, este discurso beligerante de Hamon marca el final de su  carrera política: “Estoy convencido de que abandonará el partido después de la votación presidencial, pero habrá asumido hasta el final sus ideas”. A pesar de estar convencido de que su candidato no se calificará para la segunda vuelta, aunque aún confía en que saque un 10% de los votos, este septuagenario rechaza la llamada al voto útil. “Votar Macron sería abandonar mis convicciones”, defiende.

También se niega a votar útil Julie, abogada de 30 años. “Tengo ganas de mostrar con mi voto que aún hay gente que quiere el modelo de sociedad que propone Hamon”, subraya. Una madre de familia sin empleo, que ha acudido al mitin con su  hijo de 24 años apoya los argumentos de Jean-François y Julie: “Digan lo que digan los sondeos, votaremos por convicción. Ese es el mejor regalo que le podremos hacer al Partido Socialista”.

En el acto no hay solo socialistas convencidos. Entre el público, también hay indecisos -- un tercio de los franceses aún no han decidido su voto--, e incluso algún simpatizante de Jean-Luc Mélenchon, el candidato de la izquierda radical, cuya evolución en las encuestas ha sido la opuesta a Hamon. El que fuera ministro delegado de Enseñanza Profesional, en el gabinete de Lionel Jospin, ha pasado de un 12% en intención de voto en febrero al 19% actual, un porcentaje que le permite aspirar a pasar a la segunda vuelta.

Marie ha acudido al mitin desde la ciudad normanda de Cherbourg con unos amigos melenchonistas. La estudiante, de 23 años, reconoce la buena campaña realizada por el candidato de la Francia Insumisa. “Hamon empezó con retraso porque las primarias socialistas acabaron muy tarde [el 29 de enero]; además,  ha tenido que lidiar con la gente decepcionada con Hollande que prometió no volver a votar al PS en su vida... Creo que ha demostrado mucho valor encabezando una campaña con la etiqueta PS”, dice para intentar justificar el poco éxito de Hamon .

Entre los  que aún no han decidido su voto se encuentra Robert, que aprovecha el mitin para hacerse una foto con los carteles en forma de corazón de apoyo a Hamon que adornan la plaza. “No quiero engañar a nadie, soy un indeciso y esta foto es para enfadar a mi hijo que es melenchonista”, confiesa. Aunque las propuestas del candidato socialista podrían seducirle, este parisino de 55 años no descarta “ceder al vergonzoso miedo del voto útil y acabar votando a Macron este domingo”.

A pocos metros de Robert, Simone intenta convencer a unos amigos suyos también indecisos. Al final del mitin, ya de vuelta a casa, esta profesora de 40 años esgrime un argumento que deja sin voz a sus acompañantes: “Desde 2002 nos dicen que hay que votar útil para frenar al FN y ya vemos adónde nos ha llevado... Así que esta vez no cederé y votaré por convicción”.